Una vez más, Clooney y sus amigotes se pasean por Las Vegas para darle su merecido castigo al despiadado de turno, un Pacino que desde el primer momento aguanta su pose de ser más malo que nadie, pero al que desde nuestra posición de espectadores vemos que le van a caer todas de golpe.

Para ello, cuentan con todo tipo de contactos que les van a facilitar la misión, y con una cuenta corriente tan profunda como el bolso de Mary Poppins (tal y como diría Attenborough en su parque temático "no hemos escatimado en gastos"). Aún así no será suficiente.

Finalmente, y gracias a que al ser trece ya lo tienen todo más que controlado, Soderbergh y cía consiguen llenar un poco más sus arcas, pasar un buen rodaje y, de paso, entretenernos un rato. Será hasta la próxima.