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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
8
Romance. Drama Laura Jesson es un ama de casa algo aburrida de la rutina que vive con su marido y familia. Una vez a la semana, suele ir a la ciudad de compras. En uno de esos viajes rutinarios, Laura coincide con el Dr. Alec Harvey en la sala de espera de la estación de ferrocarril. Ambos son de mediana edad, casados y tienen dos hijos cada uno. Comienzan a hablar, y tras disfrutar cada uno de la compañía del otro, ambos continúan reuniéndose ... [+]
9 de junio de 2007
36 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lean es un autor que, pese a interesarme, no me había logrado convencer hasta ahora.
Aquí, en cambio, traza una sensible y emotiva historia de amor que gira entorno a un hombre y una mujer, ambos casados y con sus vidas construidas.

El inicio es inmejorable, pues la presentación no puede ser mejor.
En ella, nos topamos con Laura, una mujer que, tras una profética (profetiza el flashback, en este caso) y desgarradora despedida, cae en un umbral de fragilidad y desconsolación. La fotografía, en algunos momentos enturbiada por un ennegrecimiento que rodea la silueta de la protagonista, no puede ser más atinada, excelente diría yo. Esa voz en off que nos muestra el devenir de una persona totalmente inmersa en el sentimiento amoroso a un ser totalmente descompuesto por esa trágica y dolorosa despedida (la secuencia donde Alec apoya su mano en el hombro, aun y estando incorporada en el inicio del film es, sencillamente, de una conmoción desgarradora).
La interpretación de Celia Johnson resulta intensa y veraz, es el retrato de una persona que se ha llegado a desvivirse por otra en escaso tiempo, enamorándose de esa magia, de ese halo de afinidad que los envuelve a ambos.

Acto seguido, asistimos a la llegada a su hogar, donde observamos con sumo detalle el día a día que la envuelve, donde es esperada por su marido y sus hijos.
Ahí es donde, precisamente, asistimos al flashback revelador que nos narra con sumo cuidado qué aconteció días antes, en aquel concurrido bar de la estación. Y es ahí, donde la cinta adquiere sus mayores matices, donde se construye y fortifica gracias a un retrato del amor palpable y sentido.
Es en ese bar, en el que coinciden por primera vez Alec y Laura, y en el cual empieza un periplo que les llevará a asomarse a un pequeño rincón donde parecen tener un alma gemela. Es en ese bar, donde rien, donde ven el reflejo del uno en el otro, donde se percatan de que ante sí tienen una pequeña muestra de lo que ellos son o fueron algún día, y en esos pequeños instantes surge, inevitablemente, la pasión amorosa.
Una pasión que se ve plasmada cuando Laura vuelve a casa en ese tren y, alterada, observa a su alrededor, como si alguien pudiese leer su mente, asustada y cautiva de sus emociones al mismo tiempo, por creer que alguno de los presentes podría llegar a adivinar la locura que está viviendo. Y esa es otra de las partes del enamoramiento, cuando las dudas afloran, cuando la inseguridad nos apresa y nos captura, por saber si verdaderamente estamos obrando en consecuencia con nuestros sentimientos. Y aquí está perfectamente reflejada, como debe ser.

Obra maestra.
Grandine
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