No se sabe muy bien si están más tarados o en cambio son especialmente lerdos. Ahí le anda.
Cronenberg como elefante en cacharrería, como cirujano torpe y bruto haciendo una incisión chapucera en la herida abierta que es Hollywood. Utiliza una fábula sobre familias dañadas y estrellas botarates para señalar/denunciar, con brocha gorda, que el sol californiano proviene del mismo infierno imbécil pero aterrador, blando y bobo pero muy dañino.
Lo malo, lo pobre, es que este retrato está muy visto y el modo de hacerlo es muy simple; no hay ni poesía ("de verdad", no la del recitado) ni sutileza; es un suma y sigue de escenas bruscas, obvias en su sarcasmo sin matices.
Lo mejor son los actores, las actrices sobre todo; la siempre, por difícil y raro que parezca, acertada Moore y la hipnótica y delicada Wasikowska; Cusack y Williams rematan la faena.
Un morbo diluido y convencional, una violencia tonta y previsible, un todo desangelado, entretenido, castrado, con poca vida, repitiendo caminos ya trazados. Un pasatiempo sinuoso y facilón. Bueno...