¿De verdad hacía falta Frozen II en nuestras vidas? ¿Era imprescindible contar esta historia para completar lo que ya sabíamos por Frozen, la primera? Pues sí y no, la verdad.
Sí porque lo que se revela de Elsa (y no anda muy lejos de cosas que hemos visto, por ejemplo en Brave, de Pixar... la relación entre la madre y la hija, los espíritus del bosque, etc) la verdad es que es interesante, y nos sirve para adentrarnos en el bosque y admirar la extraordinaria animación que tiene la película. La secuencia de "Into the unknown", la canción más destacada de la cinta, o cada una de las infinitas texturas y colores de los árboles y el suelo del bosque es un festín para los ojos. Los personajes, además, siguen siendo simpáticos y cercanos, y las nuevas incorporaciones funcionan bien.
Y no porque... pues, la verdad, porque tampoco es para tanto. Y porque si la historia hubiese quedado como cerró en Frozen, no hubiéramos echado en falta nada de lo que nos cuentan aquí. Además, sorprende la poca importancia que tienen al final las acciones de Kristoff, Sven, Olaf o incluso la propia Anna, ya que son al final meros secundarios y complementos en la aventura principal y la protagonista absoluta, que es Elsa.
Así, para lo que termina sirviendo Frozen II (aparte de para pasar un rato la mar de entretenido y estupendo, lo cual es muy loable) es para confirmar a Elsa no sólo como una de los personajes más potentes y populares de la historia de Disney, sino como la auténtica heroína de la saga. Todo empieza y termina con ella, y la película le rinde homenaje como se merece.

Lo mejor: Su animación, absolutamente preciosa y espectacular (ojo al diseño del bosque, con sus colores y texturas), la canción "Into the unknown" y la fuerza del personaje de Elsa.
Lo peor: La sensación de que la película no era verdaderamente necesaria y se ha hecho sólo por el dinero a amasar, y la poca importancia de personajes como Kristoff o incluso Anna.