Cada cierto tiempo salen películas que son como el traje del emperador del cuento: algo tildado de espléndido por la mayoría pero que en realidad es una estafa. "Entre copas" es como ese traje. A lo mejor en esta ocasión sí existe el traje y yo soy demasiado estúpido para verlo. No lo sé. Sólo sé que lo que yo he visto es un telefilm, y de los malos.
El argumento es tan simple que resulta aburridísimo. Vamos, que si algún amigo me cuenta que lo que sucede en la película le pasa a él de verdad creo que me parecería una historia tan vulgar que incluso la olvidaría y nunca le diría a otro amigo "¿te has enterado de lo que le ha pasado a Fulanito?". Conozco cientos de anécdotas e historias reales más interesantes que la de esta película.
Estoy de acuerdo con que en el arte lo valioso no es el qué sino el cómo. Pero es que el cómo es aún peor. La película tiene un ritmo lento. Si los personajes no son estereotipados que baje Dios y lo vea. Tanto los momentos de humor como los de drama están mal llevados y parecen inacabados, parecen bocetos borrosos y sin colorear. Deja cabos sueltos durante la trama (la familia del protagonista, la relación con la ex-mujer, ¿tiene o no tiene problemas económicos?) que ni se molesta en resolver a pesar de las dos horas de película. Los paralelismos entre el vino y el mundo de las relaciones afectivas y entre la novela y el mundo interior del personaje resultan burdos y metidos con calzador. El final, tanto el mensaje, como la forma de rodarlo parece salido de un capítulo de Melrose Place o de Friends; si estos son mensajes "independientes" de las películas comerciales que vuelvan a llamar a Dios para que lo vea.
En definitiva, vinagre para la ensalada del McDonald's.