Puede que más de uno me tilde de ignorante, permítanme que yo les tilde de sensacionalistas que viven de la opinión del vecino, con cuatro plátanos les han comido la personalidad y más importante: la objetividad.

Felicidades a "il signore Betolucci" , sabe venderse muy bien, nos ha presentado una preciosa máscara de carnaval veneciano que, sin embargo, detrás oculta a una muchachita del montón.

Porque el señor Bertolucci vive en esta obra de lo vano, lo obsceno, lo impactante y lo teatral.

Le quitas a esta obra el sexo esplícito, la cocaína, el (sí, lo reconozco) magnífico personaje de Donald Sutherland, pero que no son más que eso, licencias poéticas, para ver si a través de lo mórbido puede dejar huella.

Y a mi gusto cuando se recurre tanto a estas "licencias" es, porque en el fondo, se tiene poco que contar.

¿Porque cuál es el mensaje de esta obra? ¿Qué nos cuenta del cuarto estado italiano? NADA. Sin personajes "viciosos" y pintorescos, recursos de impacto visual y otras excentricidades que en realidad no vienen al caso, esta historia, su transfondo y su esencia por sí solos no van a ningún sitio.

No hay mensaje alguno escondido detrás de la mierda de buey, de un perturbado fascista que mata niños, de las drogas, de nada...
Como remake de "Guerra y Paz" puede servir, pero como "la obra que mejor palsma el estado italiano moderno"... pues o en Italia tienen poco que contar o les han tomado el pelo (o más bien se lo dejan tomar).

La prosa y la forma impactan, sin duda y a fuego quedan en la retina, pero el alma de esta obra... creo que generaciones de italianos ( y españoles) lucharon y sufrieron, fueran del bando que fueran, por algo más cierto y digno de lo que" Novecento" nos es capaz de mostrar.