"Lo que el viento se llevó" es una de esas películas legendarias pero al contrario que muchas otras, no es intocable. Baste con señalar a la gran cantidad de espectadores que hoy día no soportarían este larguísimo melodrama cargado de altas y bajas pasiones, al que el paso del tiempo ha acabado convirtiendo casi en una rareza única en su género.
Tomando como referencia un novelón de Margaret Mitchell sobre los avatares de una niña rica sureña en plena guerra de Secesión, esta película es, por encima de todo, la crónica de un pérdida. Al principio, contemplamos la fastuosa vida sureña, con sus barbacoas, sus esclavos, sus eternos bailes, su complejo entramado social, su brutal esnobismo. De la mano de Scarlett O'Hara, hija de un terrateniente irlandés venido a más por su provechoso matrimonio, entrevemos el deslumbrante artificio de un mundo que pronto entrará en decadencia a causa del estallido de la guerra. Después, vendrá la posguerra con todas sus miserias y la reconstrucción, pero sabemos que el Sur, tal y como era conocido hasta entonces, se ha perdido irremediablemente. La vergüenza de la esclavitud ha sido eliminada, pero en cambio, ha dejado a una gran cantidad de antiguos esclavos que no tienen a donde ir, ni nadie, ya sea del Norte o del Sur, que acceda a ayudarles o a darles un trabajo. Algunos de ellos son ancianos, como Mammy (Hattie McDaniel), criada en la finca O'Hara y nunca abandonarán a sus antiguos amos. La convulsión política y económica resultante de la guerra está reflejada de manera constante: no sólo la miseria y la pobreza, la corrupción y el saqueo, sino también los problemáticos inicios de los Estados Unidos tal y como los conocemos.
La figura central cuyos vaivenes sentimentales, económicos y sociales conoceremos a lo largo y ancho de toda la película, Scarlett O'Hara (magnífica Vivien Leigh), supone uno de los caracteres femeninos más poliédricos y fascinantes de la historia del cine. Es egoísta y leal, infantil y emprendedora, obstinada y voluntariosa, cruel y apasionada. Despierta odios y amores igual de intensos en todos los que la rodean, incluidos los espectadores porque es un personaje de fuerza incomparable, alejado de cualquier estereotipo. Ella y su relación de amor-odio con Rhett Butler (Clark Gable) sostienen el filme durante las cuatro horas que éste dura, culminando en un final ya emblemático.