Esta es una de esas películas que yo defino como festivalera. O sea, no es lo mismo verla en casa o en un cine con una docena de personas, que en una sala abarrotada con 500 personas o mas entregadas a la causa.
El original argumento inicial nos cuenta como los padres, debido a una extraña epidemia, tienen el irrefrenable impulso de agredir hasta la muerte a sus propios hijos. Si a esta animalada le agregamos el histrionismo de Nicolas Cage llevado hasta el extremo nos promete hacernos disfrutar un rato, siempre y cuando no nos tomemos el film demasiado en serio. Selma Blair es la que da un punto de calidad a una gamberrada que proporciona momentos de diversión pero que se ve lastrada por una torpe dirección y por un montaje adrenalítico que no favorece a la película.
Una cult bad-movie de manual.