Yo que estoy a escasos tres meses de llegar al medio siglo, puedo considerarme un privilegiado de los que siguió la carrera de Hombres G desde el principio hasta nuestros días. Y reconozco, es de mis grupos preferidos, donde me hicieron pasar una adolescencia muy llevadera. Sus canciones con una letras que no pretendían que las tomáramos en serio, sino simplemente divertir, aunque programas como Pasapalabra no pillen el concepto del grupo, marcaron una época en chavales de mi quinta.

Cuando hace unos meses me enteré de ésta película, la marque en rojo en el calendario porque yo sabía que...iba a pasármelo bien. Hay muchas cosas que me han gustado y otras un poco menos. Vayamos por parte.

Para mi funciona perfectamente la trama, esa doble historia paralela con una diferencia de 30 años es un acierto total, donde se nos irá contando como es la relación entre los chavales que irán desarrollando la historia y como vivieron esos primeros años que marcaron su amistad para toda la vida. Pero claro, falta el ingrediente más interesante, Layla. Aunque entre como personaje secundario, se convertirá en la razón principal de la historia. La chica de la que David se enamore y se transforme en el primer amor de su vida. En el tiempo que pasan juntos, vivirán intensamente esos sentimientos desconocidos que dejarán en pausa, como apretando una tecla del walkman que le suelen quitar y lo volverá a activar tres décadas después cuando Layla convertida ya en una mujer de éxito, visite la ciudad para un homenaje.

¿Conseguirá David continuar esa historia de amor o llega ya demasiado tarde?

La localización para contar la historia es perfecta, están cuidados muy bien todos los detalles, me han hecho rememorar los años 80, los coches, la vestimenta, los relojes, el walkman, las cabinas de teléfono, el colegio, hasta la cámara de vídeo. Una delicia de antaño.

Reconozco que trabajar con niños según ciertos directores es un coñazo, a mi personalmente me han gustado algunos, otros no tanto, pero tendrán tiempo de aprender. Sobretodo el Luis de niño, sonaba todo muy sobreactuado, al chaval le encomendaron el papel de pasarse toda la película usando expresiones de aquella época, que está bien que algunas te hagan gracia, pero cuando cuentas el chiste tantas veces...ya cansa majete. Tenía más pinta de un mini Gypsy King que de un futuro presidente de fútbol.

Los números musicales la verdad que los esperaba más al estilo de recordar conciertos o vídeos de hombres G, no a ellos cantando sus temas con esos bailes que a mi personalmente no me gustan y me aburren. Me quedo contento por todo lo que he recordado, por las canciones que he escuchado y por el mensaje que deja la peli sobre el amor.