¡Quién lo diría!, que otra película sobre una despedida de solteros en Las Vegas y sobre los desmadres que allí se producen, con toda la relación de tópicos a los que estamos acostumbrados, sería una pequeña sorpresa. Que conste que no hablamos de una gran película, le falta mucho, pero tampoco del clásico hazmerreír para cerebros mal equipados de neuronas o de neuronas por desarrollar.

En primer lugar destaca el dibujo de los personajes; son pocos y corresponden a protipos bien conocidos y bien diferenciados los unos de los otros, de los que todos tenemos (o hemos tenido) un amigo como ejemplo, siendo nosotros el protagonista, claro está; pero precisamente esta simplicidad en los personajes ayuda mucho a armar la película de una sólida estructura, básica, eso sí, pero que no tiembla a medida que avanza el peso y el paso del minutaje, como ocurre en otros muchos films.

El argumento es hasta cierto punto original, lo que ya es difícil teniendo en cuenta lo manido que está el tema, se presenta como una película de intriga e investigación, de saber aquello que pasó y que no presenciamos o recordamos, pero con muchos toques de comedia no gruesa, lo que es de agradecer, y mantiene el ritmo y el interés hasta el último minuto: ¿qué más queremos en estas fechas veraniegas, con la filmografía del director, y con ese título tan poco prometedor, tanto en castellano como en inglés (resaca)?