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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Fantástico. Acción. Comedia. Ciencia ficción Peter Parker (Tom Holland) comienza a experimentar su recién descubierta identidad como el superhéroe Spider-Man. Después de la experiencia vivida con los Vengadores, Peter regresa a casa, donde vive con su tía (Marisa Tomei). Bajo la atenta mirada de su mentor Tony Stark (Robert Downey Jr.), Peter intenta mantener una vida normal como cualquier joven de su edad, pero interrumpe en su rutina diaria el nuevo villano Vulture (Michael ... [+]
30 de julio de 2017
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La introducción ya nos avisa: esto es la vida de un chaval, vista desde una perspectiva adolescente, lidiando con poderes e ídolos para los que quizá no tiene edad suficiente.
El largo vídeo de YouTube, sin embargo, revela una interpretación sorprendente al espectador, que probablemente ya ha visto los mismos hechos, solo que en forma seria, acompañados de cierta gravedad y profundidad dramática.
Nunca fue así para el chico que los grababa: aquello fue un enfrentamiento épico, que le abría la puerta a un mundo de maravillas donde podía jugar en las ligas mayores, y dejar de ser el inmaduro escolar que todos hemos sido en algún momento.

Desde el comienzo, 'Spiderman: Homecoming' juega con la aceptación de la maravilla, y al mismo tiempo se pregunta cómo vive la gente a su sombra: cómo te relacionas, con qué sueñas o cómo percibes el mundo cuando naves y alienígenas caen del cielo haciendo posible lo imposible.
A una gran mayoría no le queda otra que aceptar que nadie es extraordinario, pero... ¿qué pasaría si sintieras que también podrías serlo, si tan solo te dieran la oportunidad?
Esa es la pregunta que Peter Parker se hace todos los días en su aburrido instituto de Queens, soñando con otra llamada del omnipresente hombre de hierro, y creyendo que está destinado a mejores cosas que ser otro alumno más, tan solo porque su traje ultra-tecnológico parece decirle que lo está.

Este Spiderman es alegremente diferente, no lucha contra grandiosos supervillanos, señala direcciones a viejecitas despistadas, se aburre haciendo acrobacias en las azoteas, y finalmente se viste rápido y mal solo para acabar recibiendo indiferencia de los vecinos.
El impacto de los Vengadores ha disminuido la admiración por los fenómenos enmascarados, y casi podría decirse que la Marvel empresaria ha tenido que buscarle un hueco a su arácnido como ha podido, pero también eligen hacer de su aparente debilidad su mayor virtud: los sinsabores de Peter Parker reflejan mejor que nadie ese indeterminado lugar donde todos hemos estado, queriendo dar el salto a un mundo adulto que se nos hace grande, donde todos parecen haberse llevado la mejor parte menos tú.
No faltan tampoco los vistazos a esa responsabilidad que es ser Spiderman: a veces, Peter desearía poder ser otro chico de su edad, disfrutar de las nulas preocupaciones y las bajas expectativas... pero el traje llama, y el adolescente que es no tiene cabida dentro de él.
(Aunque tras muchísimos "lo siento" que debería explicar Spiderman cabe plantearse si merece la pena perderse diversiones con los amigos o atenciones de esa chica especial... ¿pero quién en su sano juicio dejaría pasar su oportunidad de ser extraordinario, de estar ahí arriba con los grandes?)

Algo parecido le sucede a Adrian Toomes, el Buitre: un hombre corriente que vió su modo de vida amenazado cuando los superhéroes empezaron a surcar los cielos, y entonces construyó un traje volador para seguir ganándose la vida, invisible a los Vengadores, siendo temible depredador de su pequeña parcela criminal.
De algún modo, Peter y Adrian no han podido o querido quitarse de encima la influencia de un mundo donde no se les ha permitido ser extraordinarios, y han tenido que saltar a la primera oportunidad que han tenido para serlo, ya sea con buenas (pero no honestas) intenciones en el caso del primero, o egoístas en el segundo.
Claro que quién se queda sentado esperando a que le pasen por encima: como Adrian dice, son ellos quienes construyen las carreteras de los poderosos, y a cambio solo reciben desprecio o abandono; sentimientos que hasta Peter ha experimentado por parte de un inalcanzable Iron Man, que le echa en cara su falta de experiencia y poca preparación, cuando él solo quería ser un superhéroe como los que tanto admiraba (y de los que creyó poder formar parte).
Por un segundo, dos generaciones se tocan en sus frustraciones, y experimentamos con ellos la cara más amarga de vivir bajo lo extraordinario.

Peter emprendió un viaje de madurez cuando se puso el traje rojiazul por primera vez, y la sorpresa no llega porque el hábito no hace al monje: a veces, ni siquiera el traje importa, si quien lo lleva se hace responsable de la carga que le ha tocado llevar.
Los poderes de Spiderman nunca fueron una bendición a través de la cual sentirse adulto, sino una maldición, una que a veces hace sufrir y llorar como un niño pequeño, pero que en el fondo son la parte menos dura de ese extraño período que se llama adolescencia.
Peter intenta cumplir con su tía May, intenta ser mejor alumno y persona, intenta llevar con naturalidad algo tan típico como atreverse a pedir a Liz que le acompañe al baile de instituto... y es probable que en el camino se escapen muchos "lo siento", pero no será porque no haya aprendido a ser quien quiere ser.
Dejar ir, aceptar, perdonar, saber que algo no se va a evitar: cosas que hacen un superhéroe, aunque, como todas las primeras veces, dejan una huella difícil de borrar.

Las luchas ya no son molones vídeos de YouTube y dejan importantes consecuencias, porque por suerte o por desgracia la vida sigue, aunque sea con gigantes verdes y dioses del trueno.
Pero eso ya es algo de lo que aquel amistoso vecino se ha dado cuenta, y ha superado de la mejor manera, abrazando su maldición sin que nadie haya tenido que endulzársela.
Y si algo bueno de esta versión hay que celebrar, es que este "Spider" por fin se ha ganado su "Man".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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