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Voto de Antonio Morales:
7
Cine negro. Drama Eddie Spanier (Robert Stack) llega a Tokio en el momento en que dos asesinatos mantienen en vilo a la policía local. Una de las víctimas es su amigo Webber, quien, al parecer, murió acribillado por sus propios compañeros. Webber era miembro de una organización criminal encabezada por Sandy Dawson (Robert Ryan). Con el fin de infiltrarse en la banda, Eddie intenta ganarse la confianza de Dawson. Para ello cuenta con la ayuda de Mariko ... [+]
19 de agosto de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definido por François Truffaut como primitivo, que no primario; como rudo, que no rudimentario; como simple, que no simplista, el cine de Sam Fuller ha provocado tanta controversia desde mitad de los años 50 como contradicciones alberga. Siendo un cine directo, escasamente reflexivo, a poco que queramos ver, nos daremos cuenta de que plasma una de las más sugerentes y ricas visiones que el cine ha deparado sobre la idiosincrasia norteamericana. Autor de un puñado de obras maestras del cine negro, así como el género bélico, Fuller aborda un tema peliagudo en “La casa de Bambú”: la del individuo que se gana la confianza de un gángster, infiltrándose en la banda para mejor deshacerse de él. En otras palabras, el tema del traidor como héroe.

Pero para Fuller – y para mí también –, no hay traición cuando el sujeto traicionado es un asesino despiadado y el héroe es un agente del FBI (encarnado por el duro de rostro granítico, Robert Stack antes de ser Elliot Ness para la serie de TV “Los intocables”, y enfrentado nada menos que a un villano perverso y fascinante como Robert Ryan). El cambio de escenario, pasando de Norteamérica al Japón post-bélico no hace sino acentuar que, en la simbiosis Oriente/Occidente que la película propugna, el papel protagonista es el de los americanos, que habrán de aceptar el modelo nipón, preñado de la simbolización que los occidentales han perdido y sin la cual entrarían en un periodo de decadencia: ya se sabe, lo de la falta de creencias. Una vez más en Fuller, el choque de culturas se disuelve en la armonía de la integración. La violencia como inevitable vía crucis.

“La casa de bambú” es un thriller exótico, un excelente trabajo de Fuller para la Fox, filmada en un estupendo Cinemascope y un gran trabajo con el color del operador Joseph MacDonald, excelentemente editada en DVD. Un thriller negro recreado en una colorista y luminosa ciudad de Tokio, un remake de “La calle sin nombre” de William Keighley, trasladado al país del sol naciente. Lo que Fuller acentuó fue el componente de atracción física, el elemento sexual en abstracto entre el hampón y el agente policial, sobre el engaño de seducción para delatarle, jugando con la ambigua naturaleza de los hombres para construir el relato. Hay tensión en las miradas de ellos y también de su mano derecha (Cameron Mitchel), es el favorito ahora celoso por ser relegado en su confianza.

El amor del agente Eddie (Stack) con la japonesa Mariko (Shirley Yamaguchi) parece muy superficial y más que impuesto por la censura moral de entonces. Sandy (Ryan) fue un soldado de los que se quedaron al finalizar la guerra para formar una sociedad criminal de extorsión y robo. El hampón parece aprisionado entre una marea dubitativa de celos, rechazos, confidencias y sentimientos encontrados, el propio cineasta años más tarde confesó que se trataba de una soterrada historia homosexual. El film goza de una puesta en escena vigorosa, aprovechando muy bien los encuadres que brinda el formato panorámico.
Continúa en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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