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Voto de Vivoleyendo:
7
Western. Aventuras Dos viejos amigos se asocian para escoltar un cargamento de oro desde las minas de Alta Sierra hasta un banco. Uno de ellos (Joel McCrea) es un hombre honrado que sólo se propone hacer bien su trabajo; el otro (Randolph Scott), en cambio, carece de escrúpulos y proyecta robar la valiosa mercancía. (FILMAFFINITY)
5 de diciembre de 2008
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién no se cegaría ante el brillo del oro? ¿Quién no mandaría todo al diablo para fugarse con el futuro asegurado?
Stephen Judd no lo haría, porque ha aprendido a ser un hombre de honor que valora la paz de su conciencia. Se contenta con su paga de veinte dólares al día por realizar una tentadora y arriesgada empresa: transportar un cargamento de oro desde las minas de Alta Sierra hasta el banco para el que trabaja.
No es un cometido que se le encomiende a cualquiera. Pero Judd ha demostrado ser un hombre fiable que no se deja arrastrar por la codicia. Para él tienen importancia otras cosas que no guardan relación con el dinero.
Judd se reencuentra con un viejo amigo y, confiando en su antigua y estrecha amistad, le propone participar en la peligrosa tarea, y éste a su vez le presenta a su joven socio. Los tres acuerdan llevar el oro hasta su destino.
Pero la avaricia suele corromper a las almas débiles y hacer olvidar incluso el valor de la amistad y de los lazos afectivos…Mientras Judd predica la honradez y la dignidad con el ejemplo, sus dos compañeros maquinan a sus espaldas…
En su trayecto se cruza una joven que vive sola con un padre demasiado rígido y severo, y que está sedienta de amor y libertad… Y decide escaparse, unirse al grupo protagonista y dejarse escoltar hasta la Alta Sierra, donde la aguarda su prometido, un minero…
Un western clásico sobre los grandes valores que se ven enfrentados a la corrupción, sobre la invaluable amistad que a veces flaquea, sobre el respeto que despierta la dignidad, sobre la compasión y el sentido del deber que impiden dejar a una mujer indefensa entre bestias inmundas, sobre la capacidad de vencer y superar ciertas tentaciones, sobre los errores, sobre las rectificaciones y sobre el perdón.
En unas tierras en las que la ley era más una palabra que un hecho, en las que muchos se vendían y mataban por el sonido de las monedas, en las que el honor era un concepto absurdo digno de libros románticos para soñadores… Aún queda un hombre de honor, un hombre de conciencia, un hombre de palabra.
Esa es la verdadera valentía en un lugar en el que cualquiera puede empuñar un revólver o un rifle.
Vivoleyendo
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