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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama. Romance Retrato de la vida cotidiana de un matrimonio burgués que atraviesa una crisis de pareja. En Milán, tras visitar a un amigo enfermo terminal en un hospital, el escritor Giovanni Pontano (Marcello Mastroianni) acude a una fiesta por la publicación de su último libro. Mientras, su mujer Lidia (Jeane Moreau) visita el lugar donde vivió muchos años atrás. Luego, durante la noche, ambos acuden a una fiesta en la mansión del Sr. Gherardini, ... [+]
3 de diciembre de 2014
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antonioni era un gran admirador de Fellini. Recién estrenada "La dolce vita", muy poco tiempo después salió este homenaje a dicha película. En efecto, "La noche" (que cuenta con el mismo protagonista, Marcello Mastroianni) recuerda en ciertos pasajes a aquella Roma nocturna de juergas y excesos sin fin en los que la evasión no conseguía ocultar, o más bien ponía claramente de manifiesto, el vacío existencial de las clases altas.
Aquí no estamos en Roma, sino en Milán, y Marcello da vida a un escritor famoso, casado con una eternamente sensual Jeanne Moreau. Pero ambos dramas urbanos comparten objetivos similares: deambular por el hastío vital de quienes aparentemente tienen todo lo que puedan desear, en el agobio de una gran ciudad que marcha demasiado deprisa, con demasiada indiferencia.
En los créditos de apertura de "La noche", la cámara realiza un largo travelling descendente desde lo alto de un rascacielos, mostrando una panorámica de edificios y verticalidad, abarrotamiento del espacio, la impresión de sentirse minúsculo y perdido en un progreso al que es difícil adaptarse si a uno le cuesta seguir su ritmo frenético.
Antonioni solía filmar las calles con cierto aire de hostilidad o, al menos, de soledad. Nadie que pasee por ellas encontrará solaz ni compañía; caminará entre completos extraños, entre monumentos fríos de esta era de cemento, hormigón y cristal, y ni aún la vista más bonita logrará desprenderse de una melancolía perenne.
Por esas calles vaga sin rumbo fijo Lidia, cansada de un matrimonio aburrido y rutinario, buscando no sabe qué, observando a otros que a menudo parecen tener algún propósito, algo divertido que hacer, algo auténtico por lo que abrazar sus días. Ella se ha reducido a una mera espectadora de vestido de diseño que ignora cuál es su sitio, si es que hay alguno en el que pueda encajar. La rica señora que vive en un cómodo apartamento con un marido atractivo y exitoso no tiene todo lo que pueda desear. O más bien no es feliz con lo que tiene. Porque nadie puede poseer todo lo que quiere, pero la diferencia está entre quienes son felices tal como están, y los que no.
Al volver a casa, se da un baño y Giovanni ni siquiera se fija en su cuerpo desnudo, que la cámara no se recata en mostrar un poquito. Lidia se asfixia y quiere que salgan juntos hacia la vida noctámbula de Milán. Primero acuden a un cabaret donde una bailarina-contorsionista hace un espléndido número de baile al son lánguido de las notas de un jazz. Después se dirigen a la mansión de un magnate donde la noche se desliza en esas horas etílicas de frivolidades y encuentros sociales en los que los ricos, snobs, trepas, vividores, donjuanes y demás fauna de las juergas milanesas elegantes se reúnen para demostrar por qué se tiene dinero o se hace como que se tiene: para no hacer nada, beber a destajo y trasnochar hasta el amanecer escuchando música incesante, sin pensar en un futuro que probablemente no empezará nunca.
Entre tentaciones y los coletazos de la cuerda casi rota de su matrimonio, Giovanni y Lidia pasarán por las pruebas más duras de su quebradiza unión, tal vez a punto de morir al igual que Tommasso, el pobre amigo leal que agoniza casi solo en una habitación de hospital con hermosas vistas a la aspereza vertical de Milán.
Vivoleyendo
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