Cine de aventuras. Cuando se habla de cine de aventuras pensamos en El arca perdida, en Las minas del Rey Salomón. Películas que nos evaden y nos alejan de la realidad. No pensamos que el cine de aventuras también es La selva esmeralda, Las montañas de la luna o, esta, Z. Películas donde la aventura está tratada de manera más real, más cercana a una crónica didáctica que a la búsqueda de unas emociones en el espectador para que este se vea implicado en dicha aventura.

Aquí vemos la historia de Percy Fawcett, explorador de principios del siglo XX, obsesionado con encontrar la ciudad de Z, después de que en un primer viaje al que va para hacer un mapa sobre el Amazonas, encuentre cerámica en esa zona.

La película se divide en tres expediciones al Amazonas, con unos tiempos muertos en sus respectivos regresos a casa, y un capítulo a mayores donde los personajes principales luchan en la primera guerra mundial. Capítulo que, para mí, sobraba pues hace que la acción se ralentice y que la película se alargue por encima de las dos horas. A esto hay que añadir el poco carisma de su protagonista principal, quién construye un personaje demasiado plano, cuando lo ideal sería alguien más complejo. Hay momentos que parece insinuar cierta complejidad; por ejemplo en el trato con el acompañante gordo, donde parece querer mostrarnos que su obsesión por encontrar esa ciudad está por encima de sus compañeros, pero luego todo se reduce a una historia de buenos y malos.

En los capítulos de las expediciones brilla, por encima del resto de sus compañeros, Robert Pattison. Probablemente la gente siga viendo en él al vampiro descamisado de Crepúsculo, pero no se puede negar que es de lo mejor de la película y que su fama de héroe de adolescentes, por la que la gran mayoría reniega de él, quedó atrás y que estamos ante uno de los mejores actores jóvenes de la actualidad.

La fotografía, como no, es otro de los puntos fuertes de la película.