Un consejero (Dillon) de un instituto es acusado por una alumna (Richards) de violación. Gracias a su abogado (Murray) éste sale indemne del caso y la sentencia obliga a la madre (Russell) de la chica a pagarle una gran indemnización. Todo parece claro, pero un policía (Bacon) comienza a investigar por su cuenta el caso pensando que todo forma parte de una trama a varias bandas...
Una película que despista por doquier y con un guión de Stephen Peters que es una auténtica tomadura de pelo. Más que una intriga o un thriller erótico/morboso (es su apariencia y casi hasta el final se lo cree uno, para bien o para mal), se trata de una comedia picaresca, de una broma de película para con el espectador, pues la historia va acumulando alegremente mentira tras mentira, dónde absolutamente nada es lo que parece, hasta el punto de que ni siquiera lo que realmente es parece tener el propósito último de sonar a serio.
Entrando en estos juegos, poco salvajes, la película entretiene y despista, es capaz de "engañar", contiene diálogos de constantes segundas lecturas y parece una aceptable parodia o ironía del thriller actual. Hay además unos apetecibles juegos lésbicos entre la siniestra Neve Campbell y la "barbie" Denise Richards.
Eso sí, nada tiene que ver ni por nada se pudiera emparentar con la corrosiva, incómoda y sólida película que diera fama a su director, esto es, "Henry, retrato de un asesino". Esta película es más que otra cosa un cachondo videoclip veraniego para pasar un rato en una caja de falsedad que contiene morbo, sexo, erotismo, intriga, frustración sexual, caimanes, un picha brava, colegialas llenas de picores y así podemos seguir con el refrán..."Vamos a contar mentiras, tra la rá...".