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España España · ciudadano del mundo (palencia)
Voto de kafka:
9
Western Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés, vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros los ha asesinado a todos. (FILMAFFINITY)
20 de noviembre de 2009
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya reinventado el western personificado en una trilogía inolvidable ("Por un puñado de dólares", "El bueno, el feo y el malo" y "La muerte tenía un precio"), "Hasta que llegó su hora" fue para Leone un desafío extremo: llegar a las entrañas del género, capturar hasta la última gota de su esencia, apurar el vaso de su talento para, rizando el rizo, lograr una obra liberrima, redonda, fin e inicio de toda una manera de entender el cine y la vida. Vista hoy, no estamos ante una película magistral (creo yo) pero sí ante otra obra inolvidable, fascinante y autoconcluyente.
En un ejercicio íntimo insobornable e impagable con su propio arte y siempre con las geniales baladas de Morricone de fondo, Leone une aquí épica y romanticismo de manera nostálgica, decadentemente, crepuscularmente, a través de una clásica historia de venganza. Leone se recrea en su estilo con un ritmo lentísimo dónde los ruidos más insignificantes, la escenografía elegante dentro del paisaje y paisanaje rudo y descarnado, se hace un auténtico ritual, una ceremonia de fe dónde éste sublima sus constantes obsesiones y temática, su mística, ética y estética. Leone escruta hasta el límite los rostros barbudos, sucios, ajados, impasibles e implacables, feos, malos, polvorientos. Y en medio de ese contexto en el que hasta Fonda es un malo malísimo sobresaliente, Bronson rompe sus barreras interpretativas, Claudia Cardinale se muestra con una belleza desarmante y congeladora, en una interpretación maravillosa de un personaje fabuloso -verla insinuante y sucia, escotada, es algo de una hermosura que traspasa la pantalla-, y Jason Robards roza la perfección con su solo rostro, compone Leone un poema hermoso, un Oeste melancólico y pleno, dónde se aprende a ser, a vivir, a luchar, a pelear, a crear, a autosuperarse, con un ritmo exasperante, a fuego lentísimo dónde bastarían la llegada de Cardinale al pueblo (spoiler) o el duelo final Bronson/Fonda (nadie ha rodado nunca mejor los duelos que Leone, digan lo que digan: y no me olvido de John Ford ni de Anthony Mann) o el símbolo de la armónica o la última secuencia para justificar la indiscutible grandeza de este imperfecto edificio cinematográfico, perfecto ejemplo del cine de un autor de tan parca como excitante filmografía, luego cerrada con la mastodóntica "Érase una vez en América".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kafka
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