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El discurso del Rey

Drama El duque de York se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Jorge VI (1936-1952), tras la abdicación de su hermano mayor, Eduardo VIII. Su tartamudez, que constituía un gran inconveniente para el ejercicio de sus funciones, lo llevó a buscar la ayuda de Lionel Logue, un experto logopeda que intentó, empleando una serie de técnicas poco ortodoxas, eliminar este defecto en el habla del monarca. (FILMAFFINITY)
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Críticas 343
Críticas ordenadas por utilidad
10 de febrero de 2011
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada cual tiene sus fobias ocultas. Hay quien tiene fobia a las alturas, a la oscuridad, a los espacios cerrados y reducidos, a volar en avión, a los perros, a las ratas, a las cucarachas, a las serpientes, a conducir vehículos motorizados, a las enfermedades mortales, a las muchedumbres, a hablar en público, a hacer el ridículo… Miedos desproporcionados, a menudo inconfesables, que son más frecuentes de lo que imaginamos.
Las fobias, según aventuran las hipótesis psicoanalíticas, tienen su origen en experiencias que han sido traumáticas para el individuo. O también puede ser suficiente con que se observe, en alguien sentimentalmente próximo, una reacción de pánico ante un estímulo o agente que le resulta amenazador. Las fobias se adquieren tanto por exposición directa a un peligro real o imaginario, como por asimilación de las conductas de las figuras con las que se mantiene un estrecho contacto.
Lo realmente malo llega cuando las fobias afectan al desarrollo de la vida normal. Unas se pueden paliar y disimular; otras no. En cuanto el individuo en cuestión es sometido a la situación desencadenante del temor irracional, los niveles de estrés se disparan y pueden llegar a bloquear la capacidad de respuesta mental y/o física, o incluso desencadenar agudas crisis de angustia.
Quien padece de estas disfunciones psicoemocionales, sufre una tortura constante cuando lo que más teme es algo con lo que no tiene más remedio que apencar cada día.
Por ello, para un rey debe de ser muy mortificante tener verdadero terror a hablar.
Jorge VI de Inglaterra lo tenía. Criado en las rígidas costumbres de la etiqueta real británica por un padre severo, algo hizo que la lengua se le trabara. Tal vez el sentirse empequeñecido, poca cosa ante la imponente efigie de un hombre al que probablemente veía más como rey que como padre.
La tartamudez es un problema mental en numerosos casos. El aparato fonador del afectado no suele presentar anomalías. Pero el obstáculo se halla en pasar del pensamiento a su articulación oral. Una inseguridad aplastante tira por los suelos la autoestima y origina que uno no confíe en su propia valía. De modo que las palabras se atascan en la boca, no queriendo salir porque uno no se valora y cree que va a decir algo estúpido de lo que los demás se van a burlar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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16 de febrero de 2011
31 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de mucho tiempo sin pisar un cine -veo las pelis en casa- pasé por uno y justo estaba por comenzar El discurso del rey. Me interesaba ver algunos de los candidatos al Oscar. No podría haber elegido peor film para mi vuelta a los cines. Reconsideraré mi error. Pésima peliculita académica, formal, sin ninguna vitalidad cinematográfica, como les gusta decir a los críticos, totalmente previsible, aburrida, con peleítas 1, 2, 3, colocadas en los lugares correctos que parecen determinados por computadora. Buena actuación de Colin Firth, aunque reiterativa y cansadora -estaba mucho mejor en A Single Man-, actuaciones maquietísticas de todos los demás, Rush incluido, una Helena Botham C. llena de mohines y un espantoso Derek Jacobi componiendo el malo de la película, ridículo y vacío. Muchos grises, azules y verdes horribles en la fotografía, siempre igual, como si en los salones de la realeza no existieran los tonos cálidos... de vez en cuando... Y para colmo de males un final enjundioso, horrendo, en el que pareciera que es más importante no tartamudear que la declaración de guerra que se anuncia. En fin, pobrísimo cine, del peor. Recuerdo con mucho más placer a Shirley Mc Laine y su Madame Sushatzka, que sí emocionaba, en la misma línea de las películas con redención final etc. etc.
Roberto
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21 de enero de 2011
22 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin he podido ver una de las películas que más esperaba de este año 2010, tanto por los comentarios que vas leyendo, paso por Festivales, premios...

Pues bien, era una de las más esperadas y la que más me ha decepcionado. En la película todo parece perfecto: actores notables (que no sobresalientes, no se si por la planeidad de algunos personajes o porque la decepcionante Dirección de Hooper, con primeros planos, desenfoques constantes...), diseño de vestuario magnífico, dirección artística impecable, ... todo perfecto... menos la Dirección: simplista, sosa, intentando dar retazos de modernidad a una historia que no los requiere.

En cuanto a Colin F. el actor ante el cual todo el mundo se quita el sombrero... yo no me lo quito para nada, me lo quito ante Javier Barden (la mejor interpretación másculina de este año con diferencia). Colin F. esta muy solvente, es muy buen actor no lo discuto, pero acaba cansando en el film. Dicen que es el papel de su vida, para nada, el papel de su vida fue el maravilloso personaje interpretado en A Single Man, donde borda una interpretación contenida, milimétrica, mediante la cual podemos conocer al personaje que interpreta solo con una mirada y un movimiento de cuerpo, sin que tenga que tartamudear para que le digan que bien modulas la voz. El Oscar se lo deben por la anterior no por esta fallida película que nos acupa.

Lo Mejor: Una uníca escena, la discursión paseando por Hyde Park del futuro Jorge VI y su "doctor del habla". Sólo en ese momento es donde Hooper demuestra tener algo de mano izquierda para dirigir.
Lo Peor: Que se haga creer que este es un buen film digno de todos los honores.

Tal vez no soy del todo justo pero salí del cine muy decepcionado, por ello le doy un 5, por la Dirección Artística, Vestuario y el buen hacer de los actores.
Juan L
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13 de febrero de 2011
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el mundo se pregunta cómo es posible que a Tom Hopper se le ocurriera una historia tan extravagante sobre un rey al que le enseñan a hablar. Bueno, todo tiene una explicación. Poca gente sabe que el director es un fiel seguidor de los discursos del rey Juan Carlos, los cuales ve cada dia de navidad sin falta reunido con su familia en Valdetranquillo. He aquí, en exclusiva, un extracto de lo que pasó las navidades previas a la creación de esta película:

(el rey empieza el discurso)
Me congdatula edtar una nadidad mad con vodotdod y decoddadod que don fechad de pad y fdatednidad entde nodotdod. Edtamod ante (blablabla)

(la abuela se desespera): ¡Que alguien le enseñe a hablar, coño!

Y así surge El Discurso del Rey, que acabó tratando sobre un rey tartaja británico para que el gran público pudiera apreciar en inglés los lapsus linguísticos del monarca de marras.
Pero atentos.
Si de un incidente en apariencia insignificante salió una peli tan buena, no me quiero ni imaginar la segunda parte (ya está confirmado: El Discurso del Rey 2 se estrena a finales de año), la cual se centra en las singulares aventuras de cierto presidente durante su comparecencia conjunta con cierto primer ministro ruso. No hay nada confirmado, aunque se rumorea que quieren a Rowan Atkinsson para el papel protagonista, y yo no puedo más que relamerme esperando a verle diciendo aquello de "para estimular, para favorecer, para FOLLAR..."

Como supervillano se dice que habrá cierto adversario político algo pasadillo y beligerante que dijo aquello de "pues si se ponen tontos les metemos un cañonazo". Sin olvidarnos, por supuesto, del momento cumbre de la diplomacia española en los últimos tiempos:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Herr Jasper
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25 de enero de 2011
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Repita conmigo: a, e, i, o, u, bla, ble, bli, blo, blu. ¿Fácil, no? Pues para los que padecen problemas de dicción no tanto y menos si su vida laboral se ve irremisiblemente encauzada al discurso público. Imagínense ustedes si además la audiencia son los tropecientos millones de habitantes del país en el que usted reinará como legítimo soberano. Pues este hecho verídico, la tartamudez de Jorge VI, padre de la actual reina Isabel II, y su relación con el peculiar logopeda Lionel Logue, es el centro neurálgico del film de Tom Hooper.

Tras un intento frustrado de comunicarse con las masas en el estadio de Wembley y después de acudir en vano a multitud de médicos para tratar su disfunción, el futuro monarca se da por vencido en su empeño por hablar correctamente; no así su esposa, que contacta con un profesional de métodos estrambóticos pero efectividad constatada. Del encuentro entre Logue y el atribulado Jorge VI (Georgie para los amigos) surgirá una relación doctor-paciente inaudita y sin precedentes en la historia de la familia real británica.

Lo curioso del caso es ver cómo un hecho tan globalmente pequeño, la tartamudez de un hombre, puede tener tanta importancia en el curso de la historia por su posición como representante del país y el contexto histórico previo a la II Guerra Mundial. Curiosidad que se traslada al cine de manera muy académicamente correcta, con mordacidad controlada (ver los cómicos ejercicios de insultos al respecto) y sin subvertir demasiado los órdenes sociales, no vayamos a cuestionar el papel de las monarquías de occidente… Coñas sediciosas aparte, el film es bueno pero quizás le falte una pátina de intensidad dramática algo más profunda para llegar a entusiasmar, por esa contención tan típicamente británica y ese aire de qualité que suele rodear a las producciones “de prestigio” de la Gran Bretaña.

Lógicamente lo que destaca es la impresionante labor de sus excelentes protagonistas, Geoffrey Rush y Colin Firth, que demuestran sobradamente porqué son dos de los mejores actores británicos de los últimos tiempos; su recital interpretativo está fuera de todo cuestionamiento, lástima del efectivo pero meramente funcional trabajo de Tom Hooper tras las cámaras. Aún así, una notable historia de corte clásico digna de ver, bien hecha y mejor interpretada.
RandolphCarter
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