Un mundo sin fin (Miniserie de TV)

No hagáis caso a los exigentes. Ken Follett aseguró que le costó mucho escribir "Un mundo sin fin" porque quería que estuviera a la altura de "Los pilares de la tierra". Sin embargo, hay cotas imposibles ya de alcanzar como es este caso. El libro de esta segunda parte es muy bueno, pero no una obra maestra como el bestseller histórico por excelencia. Y con la serie ocurre igual. La primera novela adaptada para la televisión estuvo bastante lograda, pero la secuela es ligeramente inferior. Ojo, esto no quiere decir que sea una serie a menospreciar, pues resumir de nuevo en 8 capítulos un ejemplar de casi 1.000 páginas y de un modo entretenido su mérito tiene.
El problema de estas versiones "follettnianas" con entregas por capítulos es que se toman licencias libres - el reinado de Eduardo III, por ejemplo, y sobre todo el capítulo final bastante desconcertante con respecto al libro - y modifican algo la trama, pero lo importante es que la esencia no se pierde. En el caso de "Un mundo sin fin" tenemos además decentes interpretaciones de los personajes como los de Rupert Evans (un magnífico Godwyn, ya que lo llegas a odiar), Charlotte Riley (sí, Caris podría ser ella) y quizá el que coincide más con la descripción literaria: El Merthin al que da vida Tom Weston-Jones. Tampoco está mal la recreación del hermano Thomas a cargo de Ben Chaplin, así como Cynthia Nixon en el papel de la pérfida Petranilla (que no Petronila, como se pronuncia en el doblaje al castellano, el cual deja bastante que desear en cuanto a las formas de tratamiento entre los personajes, a veces incluso con cambios en una misma escena).
Por último decir que el título de mi crítica hace alusión a la contradicción de los habitantes de Kingsbridge que luchan por progresar y florecer económicamente para no estancarse en los privilegios medievales, y otros que tratan de preservar ese antiguo régimen que tanto les favorece con la excusa de que Dios está con ellos.
Como curiosidad sobre los actores apuntaré que el rostro del que da vida a Eduardo III (Blake Ritson) me recordó en varios momentos al de Al Pacino. Y si no, fijaos bien.
Mi nota: 7,6