El octavo día

Espero no ofender a nadie, pero ésta pelicula no me ha gustado en absoluto, tiene una formula del tipo Rain Man, Intouchables, Rosso come il cielo, o Philadelphia. Un tipo "normal"(pero que durante la pelicula nos damos cuenta que le las apariencias engañan) que conoce a otro con una diferencia de algun tipo, y pum! el tipo "normal" cambia y se le abren la mente a una forma de pensar contraria a lo que habia vivido todo el tiempo previo, para terminar con un final tragico o despedida, que acompañado de música de violin te hace ...hasta quisieras tener un amigo o ser tu la persona que tiene esa diferencia o enfermedad.
Se rescata la fotografia que me parecio muy buena, la actuaciones creo que tambien son sorprendentes.

Que me disculpe quién se sienta ofendido por el título que le he puesto a la crítica, pero creo que es bastante descriptivo del mensaje de moralina que nos pretende lanzar la película, historia que mezcla ingredientes de "rain man" y de "La mascara", pero más empalagosa aunque sin llegar a la indigestión; en parte gracias a las actuaciones incluída la del intérprete del disminuído, y en parte por el intento del director de “Las vidas posibles de Mr. Nodody” de darle a la película un enfoque distinto. En realidad tan distinto que el consejo que acaba dándonos es “pon un ejecutivo materialista en tu vida”. De lo que no se libra es de poseer una gran ingenuidad típica de interpretar la realidad desde posiciones maniqueístas, en la que las personas se dividen en dos grupos según su forma de ver la vida, y que según cuál escojas alcanzarás o no la felicidad.

Dos visiones sobre las cosas de la vida, pero tierna, tierna y muy bonita. Hay muchas pelis de estas, pero esta es Belga (o francesa, no lo tengo claro). Deben verla y reflexionar.

Hay películas que deberían darse en el colegio, en la universidad.... Para concienciar un poquito a la sociedad. Sólo un poquito. Y más a las generaciones que nos vienen ahora... Igual la mayoría ni la entenderían, pero habrá unos pocos chavales que podrán sentir lo que hemos sentido los que la hemos visto. Aunque sólo fuera a uno.
Sentimiento. Con una sóla palabra se puede definir esta película. A cada uno le habrá aportado algo. A mí sentimiento. Poco más se puede decir de esta película. Animar a la gente a hablar de ella para que no quede en el olvido ya que es una pena que apenas nadie la conozca y eso que hace años se dió en una televisión autonómica. Y si son profesores o educadores.... a qué esperan a enseñarla a sus alumnos, den la asignatura que den. Esto sí es educación para la ciudadanía.

Me faltaba ésta del peculiar Jaco Van Dormael, en la que abrigaba esperanzas de topar al fin condimentos tangibles y por ello más alejados de la metafísica característica de las otras obras del director belga. Y vaya si he encontrado concreción y palpabilidad, incluso en dosis alarmantes. Se trata de un alegato bastante excesivo y sensiblero en favor de los disminuidos psíquicos, con la obsesiva intención de mostrarnos su enorme generosidad de cariño y el encanto especial del que son poseedores que, desgraciadamente, pasa demasiado desapercibido para la mayoría, a causa de los prejuicios que ostentan nuestras evolucionadas sociedades.
El problema entonces, no se encuentra en el fondo sino en la forma de tratarlo, tras un primer cuarto de película que presagia un resultado cuando menos digno, su continuación no se corresponde, a mi juicio, con las expectativas creadas, utilizando de forma repetida recursos fáciles al lagrimeo, así como giros ridículos y en demasía inverosímiles. Se le va la mano en el martillo que golpea nuestras cabezas, con intención de que unos descubran y otros entiendan lo que algunos ya sabíamos de sobra, sin que la sangre resultante me haya acarreado ninguna nueva aportación o descubrimiento y sí un mustio dolor de decepción.
Por otro lado, el todo no se me ha venido abajo, principalmente por la estupenda interpretación de Pascal Duquenne, que absorbe la atención con especial y auténtica brillantez, acompañado en importancia por un insípido pero aceptable Daniel Auteuil que cumple con cierta sobriedad con lo que se le pide.

Tierra excesivamente trillada, que recuerda más a un vídeo extra-largo, subvencionado por el ministerio de educación de turno, que al producto solvente del ingenioso director que me esperaba.