Calibre

Dos tercios de la película son interesantes. El final resulta intenso, no porque su trama contenga elementos para ello; más bien flojea en la violencia empleada y un montón de minutos agregados, vacíos de contenido, más allá de diálogos mal resueltos que poco añaden.

Tomar o no las decisiones correctas, en ocasiones no depende tanto de uno. Amistad a prueba y pequeños giros en forma de ruedas, para encontrar una solución que se ofrece esquiva.

En ciertos juegos, lleva la mano la persona a la que le corresponde jugar. Un hecho fortuito desencadena una partida en la que todos los participantes juegan sus manos a su criterio, sin reflexión alguna y lejos continuamente de la sensatez, de lo que sería justo. No hay pausa. A cada lance, el enredo es mayor, las jugadas más complejas, más irreflexivas, más desatinadas. No hay criterio. Cada cual atiende y entiende su juego, que es ajeno al de los demás y sigue siéndolo incluso cuando todo se aclara y aún continúan jugando sin oportunidad alguna para la sensatez, para lo que debería ser justo.

Muy buena película.

“Calibre” es la opera primera de su director y guionista Matt Palmer, fue estrenada en el Festival Internacional de Cine de Edimburgo y ha sido nominada a los BIFA (British Independent Film Awards) en diversas categorías. Marcus es un agresivo hombre de negocios que tiene ganas de quedar con Vaughn, su compañero de toda la vida cuya pareja está embarazada. Hace tiempo que no se ven y los dos amigos tienen ganas de volver a pasar tiempo juntos antes de que nazca el hijo de Vaughn. El plan es dirigirse a las tierras altas de Escocia donde juntos se irán de caza. Al llegar al pueblo donde se van a alojar, deciden pasar la noche en el pub local en el que conocen a algunos aldeanos un poco hostiles con los forasteros y donde se acaban propasando con las cervezas y alargando la noche en exceso. Al día siguiente toca ir a cazar, así que la resaca les acompaña en su día en el bosque en búsqueda de una buena presa. Después de mucho caminar, un ciervo se cruza en su camino. Vaughn apunta con su rifle, y cuando parece que la presa va a ser suya, algo horrible sucederá. “Calibre” es un thriller en toda regla, en el que los dilemas morales se ponen sobre la mesa y la tragedia y las malas decisiones se van sucediendo una detrás de otra, aumentando la tensión hasta llegar a su terrible desenlace. Una correcta y fría dirección en la que los bellos paisajes abiertos ceden el paso rápidamente a los oscuros bosques y a las hostiles localizaciones interiores del pueblo, en las que una comunidad pequeña pero compacta sobrevive y sigue adelante. Un sobrio thriller de tensión creciente al que hay que perdonarle algunos excesos de casualidades en su guion pero que igualmente resulta tremendamente disfrutable. El que la hace, ¿la paga?

Más críticas de cine y series (y algún que otro monigote): https://unhombresinpiedad.com

Pues sí señores, una película con la que me topé de casualidad y que afortunadamente disfruté como un niño sin siquiera saber su argumento.

Y es que a todo el mundo que le interese verla, le recomendaría que simplemente apriete el botón de play y se deje llevar por la experiencia tan gratificante, tensa e incómoda que te hace sentir la película en poco más de hora y cuarenta minutos, con unas actuaciones sobresalientes (hay que decirlo porque los actores son bastantes desconocidos), situaciones tan realistas como incómodas de ver y sentir a la vez (no por la violencia, que algo tiene, sino por lo que hace cada personaje durante la historia) y un nivel de tensión tan alto como cualquier gran película a la que estamos más acostumbrados.

En resúmen, GRAN PELÍCULA, de esas que te dejas llevar e incluso empatizas y reflexionas sobre lo que harías en cada en situación que deben afrontar los protagonistas.

Perturbadora y angustiosa. Gran creación de una atmósfera asfixiante a través del realismo más creíble. Sin artificios. Sin añadidos escéntricos, estrambóticos o pintorescos. Llena de oscuridad los problemas mundanos. Llena de tristeza la cruda realidad. Llena de aflicción la débil realidad que nos rodea. La gran baza escondida se sustenta en unos personajes tan cercanos y tremendamente racionales que la contraposición de los caracteres o personalidades son un claro reflejo de cómo enfrentarse a los problemas. Esa racional y por momentos visceral actuación de sus protagonistas hace que la empatía sea creciente en el espectador. El guion bebe de la lógica más aplastante para jugar con la trama. Acrecienta paso a paso, minuto a minuto, la necesidad de terminar con la angustia, sin excentricidades ni rarezas que rompan con la ambientación, base de la tensión argumental. La fotografía, bella y lograda, añade valor al drama personal de sus personajes. El camino por el purgatorio de sus protagonistas no tiene reglas, pero tampoco un posible final feliz...