El vicepresidente: Más allá del poder

Ya le pasó con su anterior película, la también sobrevalorada La gran apuesta, y es que Adam McKay parece incapaz de hacer una película sin pensar que lo que está ofreciéndole al espectador es caviar cuando en realidad no llega a sardina.

El vicio del poder vuelve a ser otra sátira política que trata de explicarle a los tontos cómo funciona el mundo según la versión de sus creadores. El problema es que como documentales cortitos a lo Michael Moore, y sabiendo como se sabe que Moore va a lo que va y de qué pies cojea, todavía tienen un pase, pero como pelis de ficción de más de dos horas todo es aburrida y encima ni siquiera da la sensación de que lo que te están contando sea tan bueno como su creador cree.

Vuelvo a lo mismo que en La gran apuesta, sin sus interpretaciones no sería nada, sin los magníficos nombres de su cartel nadie la habría tenido en cuenta y todo el mundo habría pasado de ella porque es una sátira aburrida y que no llega a conectar con el espectador ni en fondo ni en forma, y aquí pasa igual. Geniales las imitaciones de Bale, Rockwell y Carell, pero ya está, sin esas interpretaciones esta peli quizá ni se estrenase en cines. Se deja ver si te interesa la política, como es mi caso, si no fuese así pues ni eso. Eso sí, Bale se merece otro Oscar, esta vez como principal, es un actor de época, quizá el mejor camaleón que he visto desde De Niro.

Infumable y sectario bodrio patrocinado por la progresía estadounidense. Parece un mitin del partido Democrata. La unica finalidad es poner de ridiculos, corruptos y malvados a los politicos republicanos. Fox News es según la pelicula una cadena de noticias sectaria (no la prensa democrata) y los votantes republicanos tienen un coeficiente intelectual muy mejorable. La película por lo demás está salpicada de pretendidas gracias que en mi opinión son bastante pueriles. Aunque está basada en hechos reales no quiere decir que lo que cuente es verdad, es bastante obvio el sectarismo por lo que me para mi desvirtua lo de hechos "reales". Aceptables las interpretaciones de Bale y Carell sobre todo. Creo que peliculas así hacen un flaco favor al CINE.

Por favor, que alguien me explique ahora mismo el interés que puede generar en director Adam McKay en el stablishement de Hollywood. Lo digo por el número de nominaciones a los Oscar 2019 que tiene su nueva película, El vicio del poder.

Tiene un montaje tan caótico que llega a resultar cargante, cuando no aburrido. La primera hora se digiere más o menos con cierto interés pero en la segunda se pasa al modo documental y es cuando la pifia pero bien. Su obsesión por resultar moderno nos lleva al límite de los nervios y sus muchas escenas superpuestas nos vuelve locos definitivamente.

Si en La gran apuesta ya apostó por este delirio aquí se le va completamente de las manos y destruye completamente cualquier buena actuación que pueda haber, principalmente de Amy Adams.

Lo que está claro es que si esta película triunfa es porque le dan hasta en el carnet de identidad al Partido Republicano y eso en Hollywood pone mucho. ¿Habría pasado lo mismo si el atacado fuera Bill Clinton u Obama? Será difícil que algún día lo sepamos porque el poder del cine americano está de ese mismo lado.

(Bill de Caledonia)

Locura absoluta de Adam McKay, que le echa un par y les pone nombre, apellidos y fecha a todos los que forzaron la segunda guerra de Irak mientras un presidente con las neuronas justas para pasar el día decía a todo que sí.

Muy inteligente, con un excelente montaje, un guión magnífico y sobre todo con unos actores que se salen desde el primero hasta el último, la cinta te absorbe durante todo el metraje y te hace interesante lo que a priori sólo debería interesar a los americanos. A todo ello ayuda (y no poco), un trabajo de maquillaje y caracterización de los que pasan a la Historia, es alucinante lo que se parecen los actores a los personajes reales.

Probablemente sea una película demasiado atrevida para el público norteamericano (producen Will Ferrer y Brad Pitt, qué extraños compañeros de viaje), sobre todo teniendo en cuenta los pocos años que han pasado desde que sucedió lo que cuenta, pero nos tenemos que quitar el sombrero ante una cinta provocadora, valiente, muy inteligente y, sobre todo, muy loca, en la que vemos extravagancias como que los actores se pongan a hablar a cámara, que te planten un falso final en mitad de la peli, o que los extras de repente se pongan a discutir sobre el “izquierdismo” de la película (para eso hay que esperar a que pasen los títulos de crédito finales).

El punto de vista elegido es buenísimo, un personaje que no tenemos ni idea de quién es (y no lo sabremos casi hasta el final), nos va contando los tejemanejes que llevaron a Estados Unidos a aquella injusta guerra que sólo apoyaban Reino Unido y España. Cuando te cuentan quién es ese personaje no sabes si reírte a carcajadas, echarte a llorar o ponerte de pie y empezar a aplaudir.

Una película de temática puramente yanqui pero absolutamente recomendable.

Dick Cheney fue Vicepresidente de EEUU desde 2001 hasta 2009 y, muy posiblemente, tuvo más poder decisorio que el Presidente de aquel período, George W. Bush. Sus inicios en política y su diversa trayectoria hasta ostentar ese cargo se describe en esta película.

El director y guionista Adam McKay, autor de la más que correcta La gran apuesta, lleva a la gran pantalla de una forma casi documental (y lo que no sabe se lo inventa) la trayectoria de uno de los peces gordos de la política norteamericana de los últimos años, siempre a la sombra pero con un poder infinito. A los que estamos a este otro lado del charco nos pilla un poco lejano todo esto, pero siempre es interesante saber y tener acceso a este tipo de historias, todo suma. Da vida al protagonista Christian Bale, el gran especialista de los cambios físicos de Hollywood, en este caso coge unos cuantos kilos para meterse en el orondo cuerpo del Vicepresidente. En indudable que gracias a su trabajo puede optar al Oscar en la categoría de mejor actor (tal vez sea el premio más cantado de este año, salvo que el efecto Queen lo evite) pero ni sus otras 7 nominaciones a los premios más mediáticos de la galaxia cinematográfica evitan que la película me parezca en la mayoría de su metraje un rollo supino que es en contado de forma lenta y plana (a pesar de la forma de dirigir siempre tan peculiar y ácida de Mckay) solo salvado por la gran interpretación de sus actores, ya hemos hablado de Bale, pero es que los papeles de Steve Carell y, sobre todo, de Sam Rockwell dando vida a Bush y en constante estado de gracia, hacen que la película tenga un pase y no vaya directamente a la trituradora. Que esta cinta esté entre las nominadas a mejor película habla muy a las claras del poco nivel de cine de todo el 2018, que solo llena salas con superhéroes musculados y con remakes poco innovadores. Los despachos están llenos de hombres grises con pocas ganas de arriesgar…como el que se describe en esta película. Y no hay nada más peligroso en esta vida que un tonto con poder.

Sacapuntas de oro: El gran trabajo actoral de muchos kilates. Que al acabar te hagas preguntas, una de ellas que cómo alguien tan poco brillante y con perfil bajo vaya subiendo escalones en la política de forma exponencial. El cara a cara en el rancho de Texas. El cachondo final feliz a mitad de película.

Sacapuntas de madera: Pretende de forma irónica desmontar al poderoso pero bajo mi punto de vista le da más galones y le valida. Pasa muy de puntillas por los períodos en que el protagonista estaba alejado de la primera línea, que son quizás los más interesantes porque solo así se entendería el modus operandi del Vice.

Nota: 4,5 Sacapuntas.