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El silencio de los inocentes

Thriller. Intriga. Terror El FBI busca a "Buffalo Bill", un asesino en serie que mata a sus víctimas, todas adolescentes, después de prepararlas minuciosamente y arrancarles la piel. Para poder atraparlo recurren a Clarice Starling, una brillante licenciada universitaria, experta en conductas psicópatas, que aspira a formar parte del FBI. Siguiendo las instrucciones de su jefe, Jack Crawford, Clarice visita la cárcel de alta seguridad donde el gobierno mantiene ... [+]
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Críticas 234
Críticas ordenadas por utilidad
14 de octubre de 2009
48 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto que se habla de maravillosas películas (que no pasan de ser mediocres), acá señoras y señores si tuviese sombrero me lo sacaría, porque estamos ante una obra casi maestra, que mereció todos los premios que se le otorgaron. Es la combinación perfecta de suspenso, acción, horror, actuaciones magistrales, una dirección perfecta y película comercial del mayor nivel. Creo que casi todo el mundo la vió porque era la de visión obligada cuando la estrenaron. Asesino serial de jovencitas robustas, una bella policía que comienza a investigar el caso, homosexualidad, juegos de seducción y en medio de todos, el villano más amado y querible por su elegancia y misterio, que se llama Dr. Lecter. El detalle por el cuál no logra un 10 lo voy a comentar en el spoiler, pero es sólo una tontería que no empaña a una de las mayores películas de la histotia del cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Srita davidlynch
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4 de enero de 2009
29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que, en manos de cualquiera, habría sido otro thriller truculento sobre un psychokiller, aquí obró el milagro y se convirtió en todo un referente del género y, por demás, en un clásico. ¿Los culpables? Una espléndida Jodie Foster interpretando a una frágil, pero a la vez poseedora de una hermética y extraña fortaleza, Clarice Starling, un Jonathan Demme en plena forma y, sobre todo, un actor, un personaje, un rostro, una voz y una mirada que han calado en el imaginario colectivo como pocas veces en la historia del Séptimo Arte. Hablo, claro, de Anthony Hopkins y su Hanibal Lecter, toda una magistral (y terrorífica) recreación que provoca fascinación, amor, odio, repulsión, admiración y miedo, mucho miedo, todo ello junto aunque pueda parecer una locura. Pues su Hanibal "el caníbal" (impagable rima) nace de la propia locura, se introduce en tu mente (como hace con Clarice) y te seduce con sus palabras, cuando en realidad te está aterrorizando con los miedos más oscuros y profundos y que él conoce tan bien. Hopkins se convierte, como por arte de magia, en todo un hito del cine con la figura del psicópata más inquietante, inteligente, elegante y turbador que se haya visto jamás, un virtuoso de la palabra y del horror con un gusto exquisito (aunque, bien mirado, según de lo que estemos hablando...).

Por supuesto, no sería la gran película que es sin su afilado guión, lleno de suspense, sin su sobria dirección y sin esa atmósfera opresora que la envuelve a cada instante. No resultaría tan notable, también, de no ser por su seco y elegante uso de la violencia (nunca gratuita), por su estupenda narración y por esos brillantes diálogos que están presentes en las demoledoras sesiones entre dos personas a merced de una especie de relación psicólogo-paciente, aunque ésta es mucho más íntima y abrupta, siendo imposible discernir realmente quién interpreta qué papel.

Así se desarrolla la película, a través de tétricos pasadizos repletos de oscuros recovecos y horribles sorpresas. Y el resultado es el siguiente: un peliculón que llegó a ser (y es) uno de los mejores thrillers de los 90. De los 90, y de siempre.



"¿Han parado ya de chillar los corderos, Clarice?".



Puntuación: ****/5



PD: desde luego, Hanibal está hecho todo un sibartia y, sin embargo, invitarle a casa a cenar sería un auténtico ahorro económico, ¿no creen?
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Pableras
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4 de octubre de 2006
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, junto con Psicosis o El Coleccionista el recorrido más claustrofóbico y apasionante de la mente enferma de un psicópata. Con "El silencio de los corderos" se abrió paso a una fórmula que utilizarían todos los thrillers hasta ahora pero que todavía no ha sido superada.
Lo brillante de la historia no sólo es un guión fantástico que alterna el más puro terror (las escenas de Buffalo Bill, claramente inspirado en el asesino real Ed Gein) con momentos pura tensión emocional (los diálogos entre Hannibal y Clarice). Además, establece una especie de triángulo criminal entre los tres protagonistas, inevitablemente unidos por una historia altamente inquietante.
Sin duda, una de las películas más emblemáticas de los noventa.
Neathara
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9 de febrero de 2013
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Increíblemente un director (Demme) y un guionista (Tally) que no me gustan hicieron un enorme y gran trabajo para crear uno de los mejores thrillers policiales de la historia del cine, y que además está muy aderezado con toques magistrales de terror. Haciendo un poco de memoria Tally es guionista de basuras como "La jurado" (Brian Gibson, 1996). Y Demme pese a ser más conocido reconozco que no soy fanática de sus trabajos ("Philadeplphia", 1993; o "El casamiento de Rachel", 2008).

Centrándonos en el guión digamos que funciona gracias a que brinda los detalles justos en el momento indicado, regalando pistas de a poco y ayudado por el buen montaje, del que hablaremos luego. Además tiene diálogos geniales, sobre todo los que comparten Foster y Hopkins.

Un truco muy bien jugado tanto por Tally como por Demme es la debilidad del personaje de Foster. Siempre genera inseguridad y miedo ver la desventaja en la que se encuentra la Foster, muy bien remarcado en escenas como la del ascensor donde hay varios hombres altos y entra Foster con 1 metro 60; o la escena en el velatorio donde el Jefe le dice a uno de los alguaciles que no quiere mostrar determinadas cosas delante de una mujer. Si bien estas escenas pueden tener en un principio otro significado, subliminalmente nos están invadiendo de dudas y miedos sobre las posibilidades de Foster al enfrentarse a Hopkins o a Levine.

Las actuaciones son uno de los grandes pilares del film. Yo destaco la escena donde Foster actúa "a lo oscuro" mientras Levine la mira por los prismáticos infrarrojos. Hopkins, por su parte, tiene la oportunidad de interpretar a uno de los villanos más significativos del séptimo arte y lo deja a la altura de Norman Bates ("Psicosis", Alfred Hitchcock, 1960) o de Jack Torrance (El resplandor, Stanley Kubrick, 1980). Y aunque el rol de Brooke Smith sea menor creo que tiene méritos sobre todo por la escena donde canta el temazo "American girl" de Tom Petty.

Como dije antes el montaje es un gran cómplice, no sólo porque alterna muy bien las circunstancias intercalando escenas de Bill con las de Lecter, sino porque además tiene grandes momentos como la escena donde van a ingresar a la casa de Levine, ese paralelismo está logradísimo y genera un suspenso insuperable.

Para terminar contaré que mi escena favorita, y eso que hay muchas para elegir, es la secuencia en la nueva prisión (la aclaro en SPÓILER).

Lo mejor: el reparto, sobre todo Foster, claro está que por más que lo intentó Moore no le rozó ni los talones en la secuela.
Lo peor: hay poco para criticar negativamente, pero sin lugar a dudas lo "menos" creíble es que Foster sepa más que el resto de la policía junta.
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Ketty Analfer D
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31 de mayo de 2007
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una crítica superficial diría en primer lugar que se trata de una película "comercial", pero identificar lo "comercial" con lo "malo" es uno de esos clichés de los que se alimenta la crítica "culta" para desprestigiar determinadas creaciones. Así dirían que el filme se basa exclusivamente en el efectismo "psicótico" que hace que las escenas macabras, escabrosas, necrofílicas o caníbales estén dirigidas al "espectador - hembra" que las capta, las digiere, y luego las vomita a amigos o conocidos, contribuyendo con ello al éxito sistemático del "producto". Otra crítica nos podría hablar de la inverosimilitud del guión. A mí me da la impresión que quien dice esto ignora que el arte es una pura "convención" y que su objetivo primordial es estimular la imaginación y la fantasía, y no dar fe notarial de los hechos de la vida corriente. En este sentido, el protagonista, que no es otro sino Hannibal Lecter, es tan verosímil como pueda serlo Jack el Destripador o Treblinka.
Otra sutileza: ¿por qué no considerar al protagonista como una imagen, un símbolo tal vez un "iluminado"? Al fin y al cabo, han existido pueblos caníbales. ¿Por qué no podría proceder el "horror" del error de considerar a nuestra cultura como el "patrón indiscutible" de cualquier cultura? En ese sentido, el personaje es perfectamente lúcido y verosímil: la lucidez del individuo que se enfrenta al entramado social con una única arma, su "psicosis". Y naturalmente, como en la trama se trata de atrapar a un psicótico, nada mejor que recurrir a otro psicótico. La relación Clarice - Hannibal va también un poco más lejos de la simple evidencia, de nuevo recurrimos al símbolo. Precedentes los hay: King Kong, La bella y la bestia, las dos caras del Dr. Jeckill etc etc. Tal relación, profusamente ilustrada en toda la historia del Arte Narrativo, incluso de todas las Artes, tal vez no tenga otra justificación más que la de enfrentar al Bien y al Mal para ver las dos caras de una misma moneda. Otra conclusión: la fascinación mutua entre Clarice y Hannibal no puede perderse de vista, porque a la postre es la fascinación que sufre el espectador.
Y por último, ¿no podemos ver al protagonista como símbolo asimismo de la "libertad", la libertad sin condiciones, lo que también provoca fascinación y miedo al miedo al mismo tiempo?
¿Acaso no es Hannibal Lecter uno de los personajes más carismáticos del cine de todos los tiempos precisamente por escenificar al hombre libre, auténticamente libre, sin presión social alguna? Claro está que esta libertad es simbólica, utópica, de ahí que esté preso, amordazado, y en ese sentido preciso, el absoluto "control" que ejerce la policía y las instituciones manicomiales no son más que el reverso de la absoluta libertad a la que aspira. Ultima conclusión: ver más allá de la subtrama secundaria es absolutamente necesario para valorar este filme. Y el final abierto no deja de ser otro símbolo inquietante.
rosbar
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