WALL·E

4/8/07 acudo a las 22.30 a ver Ratatouille por primera vez. La primera impresión es muy buena, una película bien hecha y bonita. Según la vas pensando y repasando en tu cabeza, descubres que te ha dejado huella, la vas cogiendo cariño. Decides volver a verla.
7/8/08 esta vez a las 20.20 vuelvo al cine y salgo extasiado. Definitivamente se convierte en especial para mí e incluso le subo un punto en FA.
Aún el 25/08 volvería una tercera vez para disfrutarla como se merece en la gran pantalla.
En todas ellas ya anunciaban su próximo trabajo... un robot apilando cajas y que de repente se quedaba mirando al cielo... no me llamó la atención.

06/08/08 voy al cine a ver WALL•E. Los pasos descritos con Ratatouille vuelven a producirse y seguramente la vuelva a ver. La experiencia vivida no puede expresarse en palabras, al igual que WALL•E no las utiliza para expresar sus sentimientos. De hecho la mejor parte, como ya se ha comentado es cuando acompañados de la excelente música de Thomas Newman vamos con WALL•E por esas áridas y desiertas tierras, en su colección de "artilugios curiosos" como él pensaría, en su encuentro con la cucaracha, en su espionaje de EVE... todos esos momentos dejan de ser celuloide fictíceo para convertirse en sentimientos reales.
Desde luego crear tales sensaciones hasta traspasar la barrera de lo racional a lo emocional a través de un ordenador debe ser cosa de magia.
Llega un momento que cuando tu mismo te ves pensando, deseando con ahínco que sus manos metálicas encuentren las de EVE, en ese mismo momento estás atrapado. Ya no puedes escapar a la genialidad de este maravilloso (en sus dos significados) largometraje.
Hablar de su apartado técnico y demás sería reducirla a un simple rollo de 35mm, así que prefiero que eso lo juzguen vuestros ojos.
Para mí desde luego, cuando estrenen el remake de Cortocircuito, ya nada será lo mismo, en mi corazón ya sólo existe un robot que sueña con ovejas eléctricas, bailes chispeantes y amores magnéticos.

Aunque lo firme la Disney, esto no es una película para niños. Lo sé porque a mí me gustó, y yo soy un señor con el corazón ennegrecido al que no le gustan los niños ni las películas para niños. Además, plagihomenajea 2001 no sólo en el diseño del ordenador rebelde sino también en el abuso de los opresivos silencios. Durante la mayor parte de la peli no dicen ni pío y el robotillo mono tiene que limitarse a hacer monerías en mímica y a poner carita de pena sin más recursos expresivos que unos ojos que se inclinan.

Y el mensaje es bonito: progre, anticonsumista, ecologista. A simple vista podría parecer hipócrita que este mensaje llegue a través de una corporación estadounidense que no es más que una eficaz y poderosa máquina de hacer dinero y vender moñacos y macmenús... pero oigan, el anticonsumismo mola, ergo el anticonsumismo vende. Yo hacía tiempo que me resistí a los cantos de sirena Disney-Pixar y esta vez ahí estuve, gastándome mis 7 leuracos para pasar horitas rodeado de mocosos que lloriqueaban y comentaban las escenas en voz alta.

Las imágenes y la ambientación son geniales, eso sí. Sobretodo durante la primera hora es difícil cerrar la boca. Uno se queda embobado ante la belleza de una tierra desolada, desértica, cubierta de mierda, y un prota tenaz que va recogiendo y clasificando y amontonando la basura con la dedicación obsesivo-compulsiva de los buenos robots.

Pero luego resulta que el robot ve una película ñoña por la tele y se pone cachondo y se enamora de la primera robotita que pasa y todo se complica. He leído ambiciosas reseñas sobre esta película que afirman que el robot protagonista simboliza la humanidad perdida. Menuda visión del género humano, simbolizarlo por un robot idiota que lo único que hace es trabajar y ver la tele y volverse loco por imitar las cosas que salen en las películas. Porque lo que ve es un músical en cuyo clímax el chico y la chica se agarran las manos y luego lo único que aspira es pues a agarrarse las manos con una robotita sexy, pero si hubiese visto El silencio de los corderos seguramente aspiraría a comérsela viva, y si hubiese visto El último tango en París aspiraría a untarle de mantequilla los conectores traseros y si hubiese visto Salò aspiraría a torturarla y violarla durante horas y comerse una caca.

Wall-E es la película con la que Pixar comienza a distanciarse del público infantil sin que estos lo noten.

La profundidad que tiene esta película en los temas que toca son tales, que harían falta varios coloquios de 'Que grande es el cine' para debatirlos.

Recuerdo cuando la vi en el cine. Abarrotado de niños. Los niños en el cine son unos pequeños delincuentes, unos rebeldes sin causa que no callan en toda la película. Te preguntan, te la cuentan y se la cuentan a ellos mismos. Toman palomitas, chocolate, caramelos y todo lo que se puedan llevar a la boca. Quieren ir al baño 2 veces mínimo y como se te ocurra decir la palabra 'no', se ponen a llorar y ya la hemos liado. Un coñazo vaya.

Jamás olvidaré el silencio que se vivió en aquella sala de cine llena de niños que ni comían, ni bebían. Boquiabiertos miraban la pantalla en silencio durante media hora. Pero no media hora cualquiera, media hora de cine mudo. Insólito.

Y mientras el niño disfruta con un pequeño robot abandonado en un mundo de chatarra, el adulto reflexiona. Y no precisamente sobre los peligros de la contaminación.

Porque la historia va mucho más allá. Veamos. Con el objetivo de quitarse a los seres humanos de en medio, las maquinas les introducen en unas naves espaciales tipo Marina d'Or – Ciudad de vacaciones pero a lo bestia. Mientras tanto se limpia el planeta tierra para que no quede rastro alguno de vida humana.

Y para que todo el mundo esté contento en la nave, no proteste, no pregunte y se le olvide todo, nada mejor que un lugar donde te lo den todo hecho y no tengas que esforzarte por nada, ni siquiera pensar. Y con las neuronas anestesiadas y sin capacidad para pensar por ti mismo, el ser humano se convierte en el ser más fácil de manejar del planeta.

Y mientras el niño ríe, a ti no te hace ni puñetera gracia verte reflejado en la pantalla.

Un ejemplo más de por qué Pixar ha revolucionado la historia del cine, elevando el género de animación a lo más alto. Películas como Wall-E debían haber tenido el reconocimiento de, por lo menos, ser nominada a Mejor Película en los Oscar. Quizás algún día el cine de animación comience a ser visto y valorado simplemente como CINE.

Esta película tenía todas las papeletas para ser la gran incomprendida, por el tema que trata y, sobre todo, por no tener prácticamente diálogo. Afortunadamente no ha sido así y podemos afirmar que a Disney le salió barato comprar los estudios Pixar.

Yo no sé si es el mejor film de Pixar, pero, desde luego, es el más completo y el que mayor número de emociones desprende. Andrew Stanton logra que nos sumergamos por completo en el universo "WALL-E", que seamos cómplices de las andanzas de los robots, de lo que dicen y, lo más importante, de lo que no dicen.

Técnicamente no hay nada que reprochar a esta obra maestra, es otro hito en cuanto a animación se refiere. En cada nueva escena la pantalla se llena de detalles. En múltiples ocasiones asistimos a varias acciones que transcurren simultáneas en pantalla, con lo cual es díficil seguir (en un sólo visionado) todo lo que desfila ante nuestros ojos, en otras solamente asistimos a fabulosas e íntimas escenas entre los dos robots, para mí, lo mejor de la cinta.

Hacía tiempo que no salía del cine con la sensación de haber visto una obra maestra, el regocijo del trabajo bien hecho y del dinero bien invertido. Para rizar el rizo, aparte de ser una delicia visual, es un film muy educativo y ecológico, que todos los niños deberían ver (pues ponerles "Una verdad incómoda" o "El incidente" me parecería algo excesivo).

Sería injusto no decir que estamos ante la mejor película del año por tratarse de cine de animación. El Oscar a mejor film de animación ya lo tiene asegurado, ahora le falta competir en otra liga y conseguir ser nominada a mejor película (como ya lo hizo en 1991 "La Bella y la Bestia", claro que, por aquel entonces, no se había creado una categoría específica a mejor película de animación).

Yo no sé que nos depara el futuro, pero si sé que este 2008 hemos sido testigos del nacimiento de un clásico "WALL-E"

Lo mejor: el entusiasmo general con el que ha sido recibida.
Lo peor: no verla en pantalla grande.

Un día cualquiera de verano. 4 de la tarde. Un amigo y yo nos metimos en la sala del cine local, dispuestos no sólo a refugiarnos del calor, si no a satisfacer nuestra curiosidad por la última joya de Pixar, seguramente lanzados gracias a la fenomenal "Ratatoui" hacia la aventura de descubrir que se escondía detrás de tan excelentes críticas del filme en cuestión.
Sinceramente, no teníamos ni idea del argumento (tan sólo algunos detalles) y únicamente sabíamos que se trataba de una cosa distinta a lo antes creado por un estudio de animación. Nosotros bromeábamos: "no será para tanto" , y nuestra mente estaba fijada para una semana después, destinada a descubrir la esperada segunda parte del Batman de Nolan. Bendita ignorancia...
Para empezar, el típico corto de animación que arrancaría muchas carcajadas tanto a mayores como a niños. En mi opinión, magnífico comienzo. Pero esas semejanzas de sentimientos tanto de adultos como de niños acabaría con el fin de dicho corto. En cuanto el castillo Disney salió a escena todo se dispuso a dar comienzo a la magia.
No podíamos creer lo que veíamos. Solamente habían pasado 15 minutos y ya estábamos estremecidos, y las primeras lagrimitas caían de nuestros ojos. Ambos nos mirábamos , y nos faltó únicamente el frotarnos los ojos. A medida que transcurría la película esa sensación se adueñaba de cada espectador de la sala, y se multiplicó por 10 en cuanto apareció por primera vez la robot (si se puede considerar "la", pero las circunstancias lo afirman) Eva. Sé que es típico, pero que un robot logre transmitir más sensaciones que cualquier humano, y es más, solamente utilizando sus ojos y sus gestos, es lo más difícil que se podría imaginar cualquier espectador.
Más o menos a la mitad del filme aparecen los humanos. Aquí empieza la otra grandiosa baza de la película. Que en un largometraje "destinado para niños" se trate el tema del apocalipsis tan abiertamente, y de la autodestrucción de la Tierra gracias a nuestro afán de poseerlo todo y sin preocuparnos de cómo lo hemos conseguido, es demasiado increíble para creerlo.
No entraré en la disputa sobre el aspecto de los humanos, porque el apartado técnico enamora por su belleza, y un detalle así no me sirve para rebajar su calidad.

Cuando salimos del cine, todos los adultos de la sala caminábamos en silencio, muchos aún enjuagándose las lágrimas, otros sonriendo recordando a ése robot tan entrañable que nos había robado algo de nosotros. Yo y mi amigo ,sencillamente, íbamos silenciosos asimilando lo que habíamos visto, asimilando que acabábamos de ver el próximo Oscar a la mejor Película de Animación, y seguramente me atrevo a pronosticar que con alguno más se hará.

Nadie se acordaba de Batman aquella tarde...tan sólo de el robot de ojos tristes llamado WALL•E.