Padre nuestro

Estricto internado católico irlandés de 1939, es el que sirve de base para la denuncia de religiosos que abusan de menores, y otra gente cerrada que por mantener su autoridad es capaz hasta de matar, e intentar así perpetuar sus retrógrados pensamientos, cosa que finalmente nunca ocurre.
Dolor sería la palabra que mejor definiría esta historia. odio hacia lo nuevo, y frivolidad de los responsables, que no se atreven a cambiar la situación sino cuando ya es insostenible.
Fuerte critica al mundo católico, que quizá en alguna época pretérita fuera así, hoy ciertamente no, y hacia esas mentes enfermas (que las hay), y que podemos encontrar en cualquier sitio de nuestra sociedad actual con poco que investiguemos.
Película exclusivamente para mayores de 18 años por su crudeza y realismo.
Bajo mi criterio merece un 6.9 sobre 10.

Supongo que es una bonita declaración de intenciones. En San Judas los niños tragan con todo... ¿qué van a hacer? Son pegados, humillados, adoctrinados, violados... y ellos obedecen y cargan con sus castigos porque son niños, indefensos ante el abuso de los curas. Y vemos la película y nos parece triste y cruel. Es incómoda de ver en muchas escenas, por lo duro del trato hacia los críos. Algunos de nosotros, cuando el pequeño Marcier lee esos versos de rebeldía, algunos nos emocionamos por un momento. Sólo por un momento, pues ya hemos visto muchas películas y hemos leído muchas historias sobre héroes que se rebelan y que no ceden y que saben que es mejor morir de pie que vivir arrodillados o que han aprendido que una cosa es morirse de dolor, y otra es morirse de vergüenza.

Y termina la peli y yo me siento como uno de esos niños de San Judas, junto a todos los de mi clase, que estamos siendo sometidos a todo tipo de humillaciones por un puesto de trabajo, a todo tipo de agresiones hacia nuestros derechos como ciudadanos y como trabajdores, sometidos a todo tipo de abusos de poder de los que mandan sobre los que no tenemos dinero ni poder. Y como los niños, por miedo, o por creernos indefensos, o qué se yo, tragamos, y tragamos... Y a veces, como los niños de la peli, nos atrevemos a dar la espalda a los castigadores, y gritamos que no está bien eso que hacen... supongo que estaría bien que, también como en la peli, tuviéramos un profesor bueno y valiente al que recurrir para que nos salve cuando se comete una injusticia. Mientras, algunos procuramos leer los versos del principio para recordarnos que si no somos héroes, si no somos el profesor Franklin capaces de cambiar las cosas, al menos seremos como el pequeño Delaney, y viviremos con la mayor dignidad posible lo que nos ha tocado vivir.

Me gusta mucho esta película, pero creo que sus debilidades vienen precisamente de sus puntos fuertes. La historia no es nueva, pero es buena. El tema, desgraciadamente, no ha perdido vigencia y sigue latente en nuestra sociedad. El guión, la realización, la fotografía me parecen, a ojos no expertos más que aceptables. La música es soberbia. Las interpretaciones, maravillosas; los personajes, perfectos.

¿Entonces? Creo que el desarrollar tanto todos los personajes - absolutamente todos son diferentes y aunque no sean de transcendencia en la película así nos lo hacen ver -, provoca que el acercamiento y la empatía del espectador con los personajes claves no sea total. Abarcar tantos matices en tantos personajes no permite profundizar lo suficiente en alguno de ellos, lo que hace que la película pierda capacidad para emocionar, si bien es cierto que es imposible mantenerse al margen. Sí, uno siente cosas, pero no las suficientes, hasta el punto de preguntarse cómo es posible no desgañitarse desde el sofá.

Eso y el final es lo que menos me gusta. Una película así se merecía un final a la altura, y no un final tan fácil para todos. El último mensaje podría ser el mismo, pero no tan explícito y películero.

Esta historia narra la vida en un colegio de Irlanda en los años 40. Es un colegio religioso como tantos hay en el mundo, pero que cuenta con unos feligreses un poco especiales.
Algunos de ellos deciden maltratar y violar a jóvenes que se encuentran internos ahí por problemas que han tenido con la justicia. Esos niños cumplen una condena moral, e intentan formarse en diversas materias para tener un futuro próspero.
Algunos profesores se esfuerzan en darles una segunda oportunidad, pero algunos curas solo ven pecado, y los someten a unas normas estrictas e inhumanas que son capaz de sobrepasar cualquier límite de cordura y piedad.
La película cuenta con algunas escenas realmente brutales. Uno no puede hacer otra cosa que cabrearse mientras ve esas escenas en las que los niños sufren, gritan y lloran pidiendo auxilio. Un auxilio que no siempre es oído, o solo es escuchado cuando las heridas son demasiado profundas, o la vergüenza de las violaciones no se pueden ocultar.
En fin, nos encontramos ante un film duro que narra una historia real que por desgracia se ha repetido en muchas épocas y diversos países. La iglesia siempre ha mirado hacia otro lado antes estos abusos que hacían sus feligreses con unos niños que perdieron su inocencia en un aseo, o mientras los azotaban hasta caer desmayados del dolor sobre el suelo húmedo y frío.

Notable película, muy dura, aún más sabiendo que es algo que ha ocurrido en la vida real y no hace tanto tiempo de ello, espeluznante. Es una película muy discreta técnicamente, pero más que correcta a la hora de disfrutarla, sobre todo por las interpretaciones tan buenas de sus protagonistas. Me encanta Aidan Quinn, está sublime como el profesor, e increíble Iain Glen, actor al que descubro en esta peli y cuya actuación me ha impactado. Consigue hacer de su personaje, el prefecto John, un ser despreciable para el espectador. Los niños están todos más que correctos.
Merece la pena su visionado.