Street Dance (Step Up 2 the Streets)

El cine comercial, hueco y coyuntural no solo no es una lacra, sino que es imprescindible para mantener la industria, dar trabajo a actores y técnicos, y hacer posible que de vez en cuando se hagan películas memorables. Por tanto, no debe verse esta crítica como un ataque a este tipo de cine (de hecho, he visto mucho en otros géneros), pero eso no es óbice, ni cortapisa, para decir que es básicamente un videoclip de dos horas de duración repleto de gentes GUAYS, haciendo bailes increibles y denigrando el concepto de tópico. Imáginese una mezcla entre Fama y 8 millas, un mundo en el que los blancos anglosajones solo pueden hacer ballet clásico, y los negros al borde de la marginalidad solo pueden menearse al ritmo del Hip Hop; hasta que llegan una chica guapísima, que quiere a un chico estupendísimo, y junto a sus amigos supuestamente al margen del sistema pero a la postre GUAYS a rabiar, cambian el festival de tópicos en el que habian estado chapoteando para acabar generando un gigantesco...topicazo. Abreviando, es una película que se puede ver perfectamente pero que yo recomendaría solo a aficionados al baile y al cine muy Teen.

Desde la sobrevalorada Flashdance, la ridículamente cursi Dirty Dancing, la aceptable Shall we dance?, pasando por la inolvidable Fama y su plagio español UPA Dance, el cine siempre ha intentado transmitir un mensaje de superación personal a través de los más variados ritmos que estuviesen en ese momento de moda. Y cuando ya parecía que ya no quedaba música que mereciera tenerse propia película, llego el hip-hop.
El hip-hop tiene un innegable espíritu batallador. Sus rimas descarnadas y suponer para concitar desahogo con rebelión han hecho de este movimiento musical uno de los más seguidos en la última década. Dado estos antecedentes no es de extrañar que el cine se fijara en él para comenzar una nueva serie de películas en las que sus protagonistas consiguiesen encauzar su vida a través de unos pasos y mucho esfuerzo.

Sin embargo, la tendencia de Hollywood a repetir tópicos más que vistos, especialmente en esta segunda parte, echa a perder una primera que ya tenía su pequeño lugar en este género (pequeño, pero bueno). Como siempre, al poner a una chica como protagonista, toda su existencia gira en torno a gustar al chico guapo, a ponerse ella guapa, a mostrar cuerpo escultural, realizar una interpretación mediocre… Incluso el propio director se da cuenta de esta carencia y necesita recuperar a Tyler para conseguir que el público no abandone la sala antes del primer cuarto de hora de la película. Quizás ese sea el principal inconveniente de coger bailarines para que actúen, en vez de coger actores para que bailen. Afortunadamente, ahí están los actores secundarios, quiénes salvan en última instancia a un barco que ya se hundía sin remedio alguno en la mediocridad. También contribuyen las asombrosas coreografías, dignas de ser recordadas, especialmente la última de cinco minutos de duración y que suponen un espectáculo visual asombroso solo por el cual ya vale la pena ir a ver esta película.

En conclusión: Segundas partes nunca fueron buenas.

La segunda parte de la saga ‘Step Up’ nos trae la calle y la colchoneta-disco a nuestros maltrechos músculos y espaldas. “Street Dance (Step Up 2 the Streets)” trata de madres muertas y de gente que se quedó muerta ya con la primera parte (ya sea por imitar sus coreografías y romperse el cuello o del susto en sí). También de ser uno mismo… y nos devuelve y vomita durante los primeros compases a Channing Tatum para unir universos zapatilleros. La película se ve a sí misma como un culebrón y un reality show y el popurrí referencial es obvio y previsible. Tan previsible que es la típica-película-que-uno-ha-visto-desde-que-era-pequeño-hasta-en-el-asilo… pero aquí se añaden muchos momentos «nlo sablemos bailal».

Llega el inconformismo y las bandas callejeras de baile, pero el filme será recordado por los fans de la saga como la presentación de Robert Alexander III AKA Moose. Aunque se ríe de “High School Musical” el guión, con tana cursilería, parece sacado de un episodio de la serie de Disney y encima la película fue distribuida por la propia compañía en EEUU y Canadá… ¿Ironía o hipocresía? Tal vez… madurez dentro de la inmadurez: en esta película se acaba con las bragas y los mocasines mojados.

Street Dance es la típica película de baile cargada de topicazos y moralejas sobre la vida y sus misterios; y de cómo estos se superan gracias a la perseverancia de conseguir aquello con lo que soñamos.
A su favor: las coreografías y la banda sonora, que harán las delicias de los aficionados a este tipo de música y baile. En contra: lo previsible que resulta.
De todas formas, lo que parecía que iba a ser la historia de un motón de chavales de insufribles egos, se convierte en un film ameno y entretenido, que consigue un buen desarrollo en la evolución personal del personaje protagonista.
Bien llevada por parte del director podría, no obstante, haber logrado mucho más si el argumento no hubiera sido una mera excusa para intercalar bailes a diestro y siniestro. Se que este es su principal objetivo, pero es una lastima que no se le haya sacado más partido.

El filme da lo que pide, ¿qué pide? Pues una coreografías alucinantes, efectos especiales estupendos y un final arrollador. En mi opinión, cumple todos estos requisitos, y por eso, tal vez esté sobrevalorando la película, pero me he divertido, he tenido ganas de bailar cada vez que oía un pegadizo tema de Busta Rhymes, y me ha entretenido bastante. Claro que, no es perfecta ni muchísimo menos, tiene unas actuaciones no muy brillantes (a excepción de Adam G. Sevani, "Moose", cuyo trabajo en el filme es razonable), un argumento flojillo y muy visto, unos personajes que intentan parecer profundos con metáforas de la vida en plan "sigue tus sueños cueste lo que cueste" y todo ese rollo (pero que no lo consiguen), y el típico romance entre los dos protagonistas (que al principio no se llevan demasiado bien pero luego se enamoran de un día para otro, como SIEMPRE), que "sorprendenmente" (nótese el sarcasmo) son los dos de muy buen ver. También es incómodo el hecho de que la historia gire en torno a éstos dos, cuando el resto de los bailarines, como por ejemplo Mari Koda, la china, y Harry Shum, el otro chino (XD) son terriblemente sensacionales y mucho mejores bailarines que los protagonistas. ¿Pero qué pasa? Que no están tan buenos como ellos. Y si los productores no hubieran sido tan estereotipados como para que les importase que los protagonistas tuvieran un buen cuerpo, sino que fueran buenos actores y streetdancers, yo le habría puesto más puntuación a esta película.