Grupo 7

Que cada año nos quedemos con una o dos (no muchas más) películas españolas destacables es, desgraciadamente, un problema al que estamos (mal) acostumbrados. Pero siempre salta alguna sorpresa muy destacable y este año ha sido "Grupo 7". Muy buena ambientación, con unas imágenes ásperas, cámara al hombro que esta vez no molesta y dota a la acción de mayor frescura y unas interpretaciones sobresalientes. Quién lo iba a decir...pero sí, Mario Casas está mayúsculo en su papel y le quita protagonismo al mismísimo Antonio de la Torre, uno de los mejores actores del mundo. Es una pelicula vibrante y esperemos que no sea una anécdota en la trayectoria fílmica de su realizador.

La razón de la puntuación es sencilla. Por un lado, la película no aporta nada nuevo a otros filmes policíacos, personajes prototípicos (todos ellos, prácticamente sin excepción), un argumento previsible, y demás. Sin embargo, el espectador realmente logra meterse en la piel y apretar los dientes al mismo tiempo que el protagonista expresa su ira, los secundarios no tienen demasiada profundidad pero resultan verosímiles y con actividad relevante (es decir, lo que es un buen secundario), la trama esta bien hilada y fluye con razonable compás, sin decaer en ningún momento. Es más de lo mismo, pero en esta ocasión, donde generalmente se hacen "recuerdos de segovia" , ha salido toda una pieza de orfebrería, de la mano del artesano Alberto Rodríguez.

No sé dónde lo escuché o lo pensé, pero en vez de tanto fantoche intentando hacer cine de autor,llegar a la crítica metafísica, destapar las esencias de la vida, denme buenos artesanos. Un producto que no te cambiará la vida ni pasará como obra maestra, pero sin duda cumple su función de manera notable, pulcro y resultón.

Los puntos clave:

- La banda sonora me encantó. Su sencillez adrenalínica (cuando debe serlo únicamente) encaja como anillo al dedo un filme sin mayores pretensiones.

- El argumento, a pesar de fluir con razonable suavidad, en ocasiones resulta ligeramente abrupto, como si para ganar en rapidez se hubiera metido demasiado la tijera en alguna transición.

-No soy fan de Mario Casas, verle me resultó una decepción, pero hay que reconocer que cumple. Antonio de La Torre clava el papel. La relación entre ambos personajes es probablemente lo mejor del film.

-La alquimia de director y guionista, reciclar de donde ya se ha sacado todo lo sacable, y depurar todo un resultado a reconocer.

-El casting para escoger a la gente de la calle fue, a mi parecer, impecable.

A falta de decimales, mi puntuación final sería de 7.5

Definitivamente, quien se siga atreviendo a decir aquello de "el cine español es muy malo, siempre es igual, sólo hay violencia, tetas y cosas raras"... no sabe de lo que habla, no se entera de la misa la mitad... o no se quiere enterar, que es peor.
Alberto Rodríguez tiene la respuesta a los absurdos complejos del cine español, y sobre todo de espectador español.
Sólo hay que fijarse en ese comienzo trepidante, esa persecución por los tejados sevillanos, en la que Rodríguez no sabe si quiere ser Tom Tykwer, Tony Scott o Christopher Nolan en aquella persecución memorable en Mombasa, para darse cuenta de que Grupo 7 es una rara avis de nuestra filmografía, una película valiente y arriesgada.
Sorprende la pericia del realizador con la cámara, por esas escenas de acción que nada tienen que envidiar a Bond o Bourne, por muchas imágenes poderosísimas que rueda Rodríguez (ver el plano rotatorio de Ángel, pistola en mano, en el patio), y por ese sabor de cine de autor que sigue manteniendo. no es una película mainstream, no es un encargo de un gran estudio. Es Alberto Rodríguez haciendo la película que quiere hacer...
... y bien que puede, porque el guión, aunque comienza flojeando y sufre de altibajos en el interés de las escenas, madura poco a poco, dorando la píldora sin prisa pero sin pausa, para que nos la traguemos al final con sumo gusto. No hay más que ver la perfección que se alcanza en la última media hora, y muy especialmente en esa secuencia que no detallaré en la que al Grupo 7 le hacen... lo que le hacen.
Qué decir a estas alturas de Antonio de la Torre, uno de esos actores totales, todoterreno, que igual te hace un hombre encantador que un cabrón corrupto y violento como aquí, pero siempre con su corazón, con sus sentimientos, humano. Y qué maravilloso es comprobar que Mario Casas es un actor al que se juzga (juzgamos) injustamente muchas veces por su condición de sex-symbol de adolescentes. Aquí demuestra a base de carisma y talento (qué miradas intercambia con Inma Cuesta en la escena en que discuten) que puede llevar el peso de una película sin despeinarse, y continuar cayendo simpático incluso cuando su personaje es un trepa.
Una cinta brillante, de las que dejan con ganas de más, valiente, arrojada y muy bien hecha.

Lo mejor: La realización de Alberto Rodríguez, la madurez del guión, Mario Casas y Antonio de la Torre.
Lo peor: El personaje de Inma Cuesta es bastante pegote, y el interés por las diversas escenas es muy irregular.

Ya está todo dicho sobre la película, pero hay que recalcar que por fin se va viendo un cambio de tendencia en el cine español.

Durante muchísimos años hemos visto la misma película una y otra vez, sin cambios aparentes en la trama y en el supuesto que fuera cine de 'humor' siempre eran las mismas bromas fáciles.

Con esta película se retrata la verdad de la calle y desde una nueva óptica, no tanto para el cine en general como para el cine español. Una película valiente comparada con el resto del cine patrio.

A destacar las localizaciones, y en cuanto a los actores vemos a Mario Casas en una película 'seria' y no en el típico papel para poner locas a las adolescentes. Si sigue por este camino podrá llegar a ser un buen actor, si bien en esta película tiene las frases más 'chulas' hechas bastante a medida del papel de tipo duro-gamberro que se ha hecho en el cine.

En resumen, película en la que se hacen cortos sus 90 minutos y no es el típico pastelón de policías como "Los hombres de Paco" y derivados.

Tras la mediocre "7 vírgenes" y la pequeña y aceptable "El traje", Alberto Rodríguez se enfrasca aquí en el policiaco puro, para contar la historia de un grupo de policías que "limpiaron" la ciudad de Sevilla de delincuentes, prostitutas y drogas en las fechas previas a la Expo del 92. Entre la realidad y la ficción convenientemente maquillada, se logra un film de género que resulta áspero, rudo y sin concesiones, que en todo momento tiene ritmo y fuerza, con un sólido retrato de una realidad social: sus amagues no son para fintar sino para acabar golpeando.
Se mueve bien en la ambigüedad y logra una atmósfera tensa, turbia, creíble. Es crítica, sin cortapisas, contra el poder y la siempre ignominiosa e interesada corrupción. Los métodos violentos de los policías son especialmente llamativos. Buen reparto.