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Obsesión

Drama. Romance Peligrosa aventura de amor y sexo entre un hombre maduro y la prometida de su hijo. Él es un respetable miembro del Parlamento, pero está dispuesto a dejarlo todo por ella; ella, calculadora y pragmática, está decidida a casarse con su novio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
25 de agosto de 2008
87 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Louis Malle consiguió plasmar en la pantalla uno de los grandes dramas románticos de los noventa, surgido a partir de la novela homónima de Josephine Hart.
Rezumando un tórrido erotismo y una sensualidad desbordante, una tristeza ilimitada, una aplastante culpa y una desolación abrasadora, este drama acerca de lo inevitable arrastra, abofetea y golpea.
Nos coloca delante de los ojos una verdad que tanto nos cuesta asumir: no podemos controlar casi nada. Nos empeñamos en organizarnos, en planificar el futuro, en fabricar nuestro mundo propio, y creemos ilusoriamente que ejercemos el control de las variables. A menudo vivimos en un castillo de cristal construido en el aire, confiados y seguros del porvenir. No queremos percatarnos de que todo eso no es más que humo atrapado en una botella, y es una botella muy frágil. Basta un leve golpe para romperla y dejar escapar el humo que hay dentro.
Y ese humo somos nosotros. Todo lo que somos y lo que que construimos.
Nunca deberíamos olvidarlo.
Pero lo olvidamos continuamente.
Stephen Fleming es un político de prestigio, tiene una familia adorable, vive confortablemente en una casa magnífica. Su vida está perfectamente encauzada. Marido y padre atento (pero un poco distante y demasiado formal), brillante en su carrera política. Ordenado e intachable.
Hasta que aparece la novia de su hijo Martyn. Una Juliette Binoche que derretiría hasta las piedras. Hermosa, sensual, con un magnetismo animal que atrae sin remedio al hasta entonces comedido Stephen.
Ella es oscura y porta heridas incurables. Melancólica, silenciosa, enigmática. Ardiente e insaciable. Entre ella y Stephen el calor se puede cortar. En Martyn, ella busca un hogar, amor duradero, estabilidad. Stephen es su lado más primitivo y salvaje, es la sexualidad extrema y desenfrenada, su desfogue, como ella lo es también para él. Con Martyn, Anna trata de huir de sus fantasmas. Con Stephen, se los encuentra cara a cara y disfruta dolorosamente del placer prohibido.
Porque nadie puede huir de sus fantasmas.
Para Stephen, Anna es la pasión desbocada que descubre por primera vez. Es obsesión, enfermedad, contagio, veneno, placer infinito, culpa y condena. Como la marea contra la que no se puede luchar. Incluso aunque lo intente. No puede.
Una inexorable caída repleta de tensión sexual, de actos culpables, de sufrimiento y de disimulos, en la que se huelen y se palpan la amenaza y la fatalidad.
Tremenda, desgarradora, impactante e inolvidable historia de una pasión desgraciada, que se cobra su elevado precio.
Porque a veces perdemos la cabeza y los sentidos por completo y lo arriesgamos todo a la carta prohibida.
Incluso aunque sepamos que podríamos perderlo todo. O quizás no queremos ser conscientes de ello. Cerramos los ojos por un instante de placer supremo y olvidamos todo lo demás.
Sin querer pensar en lo que viene después.
Vivoleyendo
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26 de julio de 2008
43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Penúltimo film de Louis Malle. Escrito por David Hare, adapta la novela "Damage" (1991), de la irlandesa Josephine Hart. Se rueda en exteriores de Londres y París y en los Shepperton Studios (Surrey, RU). Gana un BAFTA (actriz reparto, Richardson) y es nominado a un Oscar (actriz reparto). Producido por Louis y Vincent Malle y Simon Relph, se estrena el 2-XII-1992 (Francia).

La acción principal tiene lugar en Londres, Bruselas y París, en un tiempo de entre 4 a 6 semanas, en 1990, con un epílogo situado aproximadamente un año más tarde (1991). Stepehn Fleming (Irons) y su esposa Ingrid (Richardson), felizmente casados, son padres de Martyn (Graves). En una fiesta se le presenta Anne Barton (Binoche), novia reciente de Martyn. Stephen, de unos 45 años, es médico y parlamentario conservador de prestigio. Ingrid, rica heredera, cuida con devoción de la casa, los hijos y el marido. Martín es un periodista junior con futuro. Anne, joven, experta en arte y antigüedades, apasionada y calculadora, oculta heridas de un pasado traumático.

El film desarrolla un drama pasional, que brinda al realizador la oportunidad de explorar uno de sus temas preferidos: las relaciones humanas poco convencionales de sexo, amor y pasión. En "Los amantes" trata el tema del amor extraconyugal y la infidelidad, en "La pequeña" la explotación de la mujer y el amor de pago, en "El soplo al corazón" el incesto. En "La herida" analiza el amor entre un hombre maduro y una mujer joven, de la que podría ser el padre. La interacción entre los dos personajes da lugar a una situación potencialmente destructiva que afecta al hombre y a la mujer. Con acierto explora la figura controvertida de la mujer destructora de hombres o, visto alternativamente, de hombres con pocas habilidades (por razones culturales o innatas) para afrontar incidencias amorosas imprevistas.

La narración es de formato clasicista. El guión usa expresiones concisas y estilizadas. El relato adopta formas contenidas, equilibradas y sobrias, apoyadas en elipsis y sobrentendidos. El foco de atención se centra en problemas humanos: drama interior, pasiones irrefrenables, reacciones instintivas. Critica la estrechez de miras de los valores convencionales, considerados por Malle como causa frecuente de desolación y devastaciones emocionales. Se posiciona a favor de la igualdad de la mujer, la libertad sexual, la tolerancia, etc.

La música, de Zbigniew Preiner, colaborador habitual de Kieslowski, consta de 21 cortes, de aires clasicistas, pausados y profundos. La melodía principal se inicia con un solo de piano, que pasa a piano y cuerdas, a cuerdas y a guitarra, para volver a comenzar. La fotografía, de Peter Biziou, ofrece colores matizados, encuadres equilibrados, composiciones armónicas y movimientos de cámara suaves. No faltan encuadres singulares (hueco de escalera). Excelente reparto y actuaciones brillantes de Irons, Binoche y Richardson. Drama apasionado, intenso y vigoroso.
Miquel
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3 de noviembre de 2018
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juliette Binoche esta sencillamente fantástica, en una actuación sobreactuada (riesgosa maniobra, corrió el riesgo de haber hecho un papelón), le sale perfecta. Sensual, hermética, intrigadora, melancólica y enigmática, simplemente se roba toda la atención para hacer un papel maravilloso, lleno de seducción, una mujer fatale real, no exuberante o exorbitante, simplemente delicada y perfecta.

Una película llena de tristeza ilimitada y desoladora. Un drama sobre el descontrol, todo aquello que no podemos someter ni organizar. Jeremy Irons interpreta a Stephen Fleming, un político en ascenso, con una vida confortablemente ordenada y perfectamente encauzada, eso sí es un padre distante y formal, poco cariñoso con sus hijos y su esposa. Hasta que conoce a la novia de su hijo Martyn: Anna (Juliette Binoche). Este es en el momento más débil de la película, la escena en que se conocen y la del primer llamado telefónico están como fuera de tono, resultan poco creíbles, excesivamente fantasiosas. Pero la película rápidamente recupera el tono, en base a la excepcional Juliette Binoche, una mujer que resulta excesivamente atractiva, tanto por lo hermosa, pero sobre todo por lo enigmática, misterio que ejerce un magnetismo total. Anna atrapa y descontrola al hasta entonces comedido Stephen.

Anna es una mujer oscura y ardiente. Con Stephen vive la locura del descontrol, con Martyn, busca un hogar y estabilidad. Para Stephen, Anna es todo lo que nunca ha tenido: una pasión desbocada por la cual está dispuesto a renunciar a todo.

Una película con actuaciones memorables, una historia ágil y entretenida, que, si bien tiene algunos momentos más débiles, o bien con momentos de desarrollo más flojos, sin duda se convierte en una película muy, pero muy sobre la media
Jinx_888
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17 de marzo de 2009
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entrada parece una película fría, muy gélida. Pero a medida que va avanzando se percibe que ahí va a suceder un drama tremendo. El gran Jeremy Irons como un diplomático que parece tenerlo todo. Prestígio, dinero, una esposa adorable, hijos preciosos, una vida perfecta. Pero (y siempre hay un pero) su hijo mayor decide casarse con una joven bonita y misteriosa; y el desastre comienza cuando suegro y futura nuera se conocen. La atracción es inevitable y ninguno puede percatarse del cataclismo que se avecina, por que están ciegos de pasión. Acá se plantean diversos cuestionamientos morales y la pregunta és ¿podemos ser felíces a costa del dolor de quienes más amamos? ¿Una traición tan terrible se puede sostener sin herir a nadie? Filmada con una perfección absoluta, las actuaciones son memorables y el desenlace es aterrador. Juliette Binoche presta cuerpo y alma en su actuación y Miranda Richardson en un papel intensísimo, el mejor de su carrera. Pocas son las películas que considero merezcan un 10. Esta es una de ellas.
Srita davidlynch
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5 de febrero de 2008
26 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imposible ser objetivo con una película en la que aparece Juliette Binoche, para mi la mujer de rostro más fascinante que ha aparecido (por lo menos en los últimos 20 años) en una pantalla de cine. Cualquier realizador que le haga un primer plano ya conseguirá de salida una película notable.
Coincido, de todas formas, en que esta es una película fría, en que la historia es una sobrada y en que la actuación de la Binoche está muy pasada de rosca. Pero a mi me impresiona, me fascina, me turba, me excita. No es desde luego una obra redonda, es extrema y desequilibrada. Y, desde luego, con otros actores seguramente habría resultado totalmente ridícula. Pero ahí están:
Jeremy Irons es el mejor actor de su generación (vergüenza le tendrían que dar las mierdas que se dedica a hacer últimamente), Miranda Richardson hace un magnífico papel y Juliette Binoche… ay Juliette Binoche…
Lanegan
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