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La rueda

Drama La película se abre con un espectacular choque de trenes montado a partir de cortes muy rápidos, tan revolucionario en su tiempo como la llegada del tren a la estación filmada por Lumière en 1895. El ferroviario Sisif salva a Norma del choque y la educa como si fuera hija suya. Pero tanto él como su hijo Elie se enamoran de ella. Entonces Sisif decide casarla con un hombre rico, pero ella está enamorada de Elie. Son claras las ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
23 de abril de 2009
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Monumental. Una película brillante, poética e increíblemente avanzada para su época, como esa otra gran obra maestra de Gance que es Napoleón. Kurosawa, admirador confeso de la película, se inspiró en el plano de Norma en el columpio para el fotograma más conocido de Vivir.
La escena inicial es impresionante: el fabuloso montaje acentúa la angustia del momento anterior al choque de trenes y las tomas cortas contribuyen a hacer partícipe al espectador de la tensión. A partir de aquí, y como una alegoría del ciclo vital, se desarrolla una historia en clave de tragedia sobre los celos, la envidia, el amor... girando entorno a un ferroviario que se enamora de una muchacha que salva del choque y cría como su propia hija. La forma del director de aludir a las pasiones humanas me recuerda mucho a Avaricia de Von Stroheim, también truncada en su momento, como lo es la versión que yo he visto de esta (180 min. frente a los desorbitados 273 originales).
Lo peor es sin duda que esta versión carece de música acoplada, al contrario que Napoleón, lo cual requiere de la paciencia del espectador y de que este sea capaz de ser atraído por la historia. Méritos le sobran e interés también.
Un ejercicio de arqueología cinematográfica excelente para curiosos y amantes del buen cine. Por cierto, el montaje a base de tomas muy cortas no lo inventaron los soviéticos, sino que fue Gance en esta película el pionero en usarlo.
tantra
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21 de octubre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece ser que el director parisiense consagró su vida al arte cinematográfico con una larga carrera de 60 años que comenzó como actor y guionista cuando apenas cumplia los 20.
Tuvo la suerte de contar con su propia compañía y obtener un gran éxito internacional con su quinta película "Yo acuso" (1919) que le permitió embarcarse en el ambicioso proyecto de "La rueda" de 9 horas de duración que al final se quedaron en 4 y 21 minutos, en dos partes y exhibida en tres sesiones.
A falta de mayor documentación uno intuye que con la treintena cumplida, una amplia cultura, apasionado por su profesión y su arte y aupado por la crítica internacional, echó el resto en este melodrama plagado de citas literarias, referencias al mundo clásico y con una gran carga poética, consciente de que estaba o quería hacer algo grande. Y lo hizo.

Tachado de pedante, grandilocuente y melodramático, lo era en la misma medida que genial, ambicioso, apasionado y perfeccionista. Lo del melodrama va implícito en la historia en la que a veces es cierto que se le va la mano y en otras sublima la tragedia con escenas de gran impacto emocional.
No sé si llegó a innovar o nada más y nada menos que perfeccionar y experimentar con los recurso relativamente limitados que técnicamente existían, pero los exprime al máximo consiguiendo clímax trepidantes, atmósferas envolventes, mucha fuerza visual en sus personajes, y un lenguaje fílmico al servicio de sus intereses, poéticos, narrativos o metafóricos, apabullante. Tan apabullante que no se corta en repetirlos cuantas veces considera necesario.
Su equipo de fotografía lo borda y la abundancia de primeros planos de los personajes así como el tratamiento de los entornos resaltan la dureza o la belleza que sean necesarios.
Y además es una historia pasional, trágica, costumbrista, plagada de trenes que van y vienen movidos por sus ruedas que giran sin parar por las vías de un destino predeterminado que hay que aceptar con resignación.

La película tiene recursos para dar y tomar con una gran gama de escenas y posibilidades sugerentes. No es de extrañar que influyera en otros cineastas destacados posteriores como Kurosawa o Coppola y seguro que muchos más.
Desde los cuidados y estudiados encuadres hasta la utilización de los intertitulos como parte activa de la dramatización, modificando las letras o haciéndolas aparecer según la intensidad de lo que quieren transmitir, todo es de una ambición artística desbordante, dando un resultado brillante a pesar de sus imperfecciones.
A Gance se le recuerda por su obra posterior "Napoleón", otro proyecto monumental que no pudo terminarse como a él le hubiera gustado y es que el hambre de cine de Gance parecía no tener limites.
ELZIETE
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31 de julio de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoicamente pude llegar al final de las 4 hs. y 21 minutos que tiene hoy "La Rueda" de Gance. Lamentablemente su excesiva duración impedirá que esta película sea visionada por más gente. Y digo esto porque tiene una banda sonora, una fotografía, un montaje, unos primeros planos, y unos contrastes de luz, realmente asombrosos. Creo no haber visto otra película hasta esa fecha (1923) con semejante virtuosismo visual. Incluso la historia es entretenida. Pero la morosidad del relato lastra excesivamente a la película y hay muchos momentos en que uno mira el reloj. Sin embargo, insisto, tiene una calidad técnica tan elevada para la época que creo que si justifica su visionado. Las actuaciones de los protagonistas me gustaron sobre todo la de Séverin-Mars.
HUSTON
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10 de abril de 2012
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de su mastodóntica "Napoleón", Abel Gance ya se hizo un nombre en la historia del cine con "La rueda", cuya duración inicial era de 7 horas (hoy en día podemos disfrutar de una versión restaurada de 4 horas y media con una maravillosa banda sonora de Robert Israel).

Es cierto que la película es excesiva, no solo por su duración sino por el contenido. Por ejemplo, el film se recrea muchísimo en sus aspectos más poéticos (algo patente en su final, en que muestra sin cesar planos de la montaña y los personajes) y en multitud de simbolismos o referencias culturales (el nombre del protagonista hace referencia al mito de Sisifo, condenado a mover una piedra eternamente, y su ceguera trae a la mente el castigo que se autoinflinge Edipo al descubrir el incesto que ha cometido; eso sin tener en cuenta las citas directas a escritores clásicos sobre el tema de la rueda). Pero aun así, aun pecando de este aspecto, "La rueda" es una película que destaca por tener una pureza visual que solo se podía conseguir en el cine mudo.

Puede que a Gance se le vaya la mano en algunas ocasiones y que "Napoleón" sea más perfecta objetivamente, pero este film (que dedicó a su mujer recién fallecida) destila sentimiento y belleza. Pese a que el tema de "la rueda que nunca para de girar" pueda parecer demasiado filosófico, en realidad no deja de ser una historia de amor (amor en el sentido fraternal o en el sentido romántico, al final apenas se hace distinción) entre unos personajes que por unas circunstancias u otras se ven condenados a estar separados y ser infelices.

Incluso el tramo final, que en un primer visionado desconcierta porque parece que ya no hay conflicto y puede hacerse algo lento, resulta igualmente imprescindible y de una belleza sobrecogedora.

Por supuesto, luego están los aspectos técnicos que hacen de este uno de los films más importantes de la época: algunas secuencias de montaje son apabullantes y se adelantan a los vanguardistas soviéticos y visualmente está llena de planos muy atrevidos e innovadores para la época. Solo por eso sería una película imprescindible, pero yo prefiero reivindicarla por ser, pese a sus pequeños excesos, una de las obras más bonitas de la historia del cine.
Monsieur Hulot
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17 de abril de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
96/41(23/02/08) Extensísimo melodrama francés del reputado director Abel Gance. La historia no da para tanto metraje, tengo la impresión que los cineastas del mudo no tenían mesura a la hora de alargar y alargar su trabajo, como si cuanto más dure más calidad, esto lastra en exceso su trágico relato de amor, un amor imposible. La cinta está estructurada en dos partes claramente diferenciadas por sus escenarios, uno se desarrolla en una estación de trenes, en ella un maquinista enamorado de su trabajo, durante un accidente de trenes toma a una bebe y se lo lleva a su casa, donde tiene otro bebe, los dos crecen creyéndose hermanos pero teniéndose bastante cariño, el padre decide entregarla en matrimonio a un hombre mayor de mucho dinero y a partir de esto se empieza a desencadenar la tragedia, en la que tiene bastante importancia el paisaje montañosos de los Alpes. La película es una reflexión sobre el amor y el dolor sobre la tentación y el deseo, rodada de modo brillante, realizando unos fundidos preciosos, creando una atmósfera turbadora, donde el dolor se traspasa la pantalla, haciéndose insoportable en su maravilloso tramo Alpino, con unas secuencias de una belleza sublime, donde el sufrimiento interior se hace patente, donde los sentimientos afloran como un rio. Este es un film recomendable a los que gusten de melodramas duros y mudos. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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