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Pasto de tiburones

Aventuras. Drama Mike es un pescador atunero de origen portugués que en una ocasión perdió una mano, cuando intentaba salvar a su amigo Pipes Boley. Ahora Mike está felizmente casado con Quita, hija de un marinero que sirvió de pasto a los tiburones, y no se da cuenta de que su mujer y Pipes están enamorados. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
21 de julio de 2009
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinco años antes de "Capitanes intrépidos" Howard Hawks ya hizo un film sobre un pescador portugués, aunque sin niño de por medio.

Desconocía en absoluto la existencia de esta película, pero una recomendación de un crítico de esta página vía buzoneo me ha llevado a conseguirla y echarle un vistazo. Gracias General Mola, la película mola.

Edward G. Robinson es el príncipe de los actores. Después de Charles Laughton probablemente no hay actor más grande que él. La interpretación que hace de Mike Mascarenhas es antológica. Recomiendo verla en versión original, porque pone un acento portugueis parlando en english nada afectado y muy natural.

La película en sí es muy buena. Hora y cuarto de una historia tal vez previsible porque nos la han contado cientos de veces... después. Y qué puñetas, la dirige Howard Hawks el mismo año que hizo "Scarface".

Las escenas de pesca y las luchas con los tiburones, sin truquitos, están muy conseguidas. No extraña nada que si agrandan el poster de la ficha de la película puedan leer "50 hombres desafiaron la muerte durante 5 semanas para hacer esta película de suspense". Ya tardáis en verla.

"Los tiburones lo resuelven todo."
Gilbert
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5 de septiembre de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué pedazo director, dios mío! Ya podía ser western, que aventuras, que comedia, que cine negro...a él le daba igual, siempre conseguía hacer peliculones entretenidísimos.
Esta es una de sus cintas menos conocidas, pero no por ello deja de ser excepcional.
Primero, por la actuación de Edward G. Robinson, que como bien comenta Gilbert, se sale en su interpretación de charlatán portugués. Y con un acento que no da vergüenza ajena.
Segundo, porque la película es una excelente muestra para comprobar por qué Estados Unidos era ya una potencia mundial en lo que se refiere a la industria. Uno que se dedica a esto del pescado, alucina al ver el sistema de descarga y evisceración del atún que poseían en los años 30, con cintas transportadoras desde el mismo barco hasta la planta donde se procesaba, duchas de agua para limpiar el pescado y evisceradores en cadena. Un sistema que se sigue utilizando hoy en día, 77 años después.
También es una muestra estupenda para observar los métodos de pesca al currican, los indicios de la cercanía de atunes (con las gaviotas revoloteando) y la peligrosidad de las zonas de captura, con los tiburones rondando.
Vamos, que Hawks conocía el tema y no se dedicaba a rodar escenitas de acción sin informarse de lo que se cocía en alta mar.
Estoy seguro de que si Hawks hubiera conocido a los atuneros de Barbate, hubiera sido capaz de crear otro peliculón rodando cómo pescan con almadraba. Un auténtico espectáculo.
Y como en toda peli de aventuras que se precie, no faltan momentos de romance, de tensión y momentos de emoción como en ese final que todos intuimos.

Y es que el Galeocerdo es muy traicionero.
tantra
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3 de mayo de 2010
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duodécima película del camaleónico Howard Hawks, rodada en 1932, un prolífico año para él, ya que a parte de esta, rodó otras tres películas en ese mismo año, "Le Foule Hurle", "Avidez de Tragedia" y la increíble "Scarface".

Sobre el guión es una historia de aventuras marinas, sobre un pescador de atún que se juega la vida frente a los tiburones, pero su principal exponente es la historia de amor y desamor entre sus tres protagonistas. Recuerda a novelas como "Moby Dick", pero con una historia de amor bastante común.

La interpretacíón de Edward G. Robinson es una vez más, memorable. En el guión el personaje de Mike Marcarenas era un tipo amargado y triste, pero tras el primer día de rodaje Hawks decidió cambiar el tono general y reinventarlo como una especie de Capitán Ahab, pero charlatán y alegre cuya mayor virtud es la elocuencia y creer tener siempre la razón. A partir de ahí Robinson realizó un papel inolvidable mostrando un repertorio de recursos interpretativos casi infinito. Desde ese acento portugués tan convincente (merece la pena verla en versión original), hasta su forma de tratar la voz, los gestos y su habilidad para aprender las nuevas frases que le daba Hawks cambiando el guión original, conforman una más, de las clases magistrales de Robinson. El personaje daba de sí para investigar y forzarle hasta casi un registro de comedia, sin caer jamás en el ridículo. Robinson es sin duda uno de los mejores actores de la historia del cine, es curioso comparar por ejemplo este personaje con el de "La mujer del Cuadro", la amplitud de registro y la cantidad de recursos es como digo digna de todos los elogios.

Richard Arlen es convincente con su papel y Zita Johann interpreta con lucidez a esa joven objeto del deseo y el delito. Ese mismo año fué co-protagonista junto a Boris Karloff, en "La Momia" de Karl Freund. Es curioso que coincidieran dos actores nacidos en la actual Rumania como son Johann y Robinson.

El guión mezcla una historia de amor bien escrita con el tema del mar y los pescadores, donde cabe destacar la artesanía de la época en cuanto a los efectos especiales, sin trucos que desvíen la atención de la historia y una previa investigación del tema, en cuanto a cómo se pescaba en realidad, se transportaba el pescado a las lonjas y se trataba para su venta.

Una película de aventuras corta, divertida, con un drama interesante y con actuaciones memorables, a parte de ser una curiosidad poco conocida dentro de la filmografía de Howard Hawks.
Juanjo Iglesias
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9 de septiembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película sobre la vida de unos pescadores de atún, centrándose en tres personajes principales: El capitán del barco excelentemente interpretado por Edward G. Robinson, su mujer y el mejor amigo de este, al cual salva de morir devorado por tiburones, los cuales comen su mano.
La película, además de una excelente muestra de como vivían y trabajaban los pescadores, es además un triangulo amoroso entre esos tres personajes: el capitán está enamoradísimo de su mujer aunque esta no lo quiere pero sigue con él porque la ayudó y la sacó de una mala vida, aunque la que tenga ahora no sea tampoco nada de otro mundo, pero ella está enamorada del mejor amigo del capitán, el cual la corresponde pero no quiere traicionar a su amigo.
La interpretación que hace Edward G. Robinson como capitán del barco, un capitán portugués es absolutamente genial y vista en V.O. es doblemente buena pues se aprecia el trabajo de voz del actor.
jesus
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12 de marzo de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film casi desconocido de Hawks, rodado el mismo año que una de sus obras más reconocidas “Scarface”, y con un inconmensurable Edward G. Robinson (muy recomendable verla en versión original para captar el acento portugués de Robinson, si se ve doblada perderemos un trabajo fabuloso de dicción). La película es una adaptación de un relato de Hoston Branch y combina el melodrama, la aventura y algunos elementos de cine negro en un conjunto que, sin llegar a la excelencia de las grandes obras maestras de nuestro admirado Hawks, sí resulta muy atractivo.

La película presenta a Mike Mascarenhas (Edward G. Robinson), un experto pescador portugués, personaje pintoresco, bravucón, visceral, pero entrañable, que encuentra el amor en la figura de Quita Silva (Zita Johann, en el año que alcanzaría la fama con “La momia”, frente al legendario Boris Karloff), la hija de un anciano miembro de su tripulación fallecido en alta mar. Ambos son seres heridos, física o anímicamente, por el tiburón, verdadero instrumento del destino, que acaban por unirse en matrimonio por anhelo de superar sus heridas con una vida feliz junto a una bella mujer uno, y a modo de agradecimiento por el soporte en los momentos más bajos otra.

Hawks vuelve a demostrarnos lo grande que era, su pericia queda de manifiesto en un uso adecuado del plano (cuando quedan a la deriva y el plano se encierra tanto que el sonido del chapoteo en el agua ya nos inquieta), del ritmo (meticuloso en una película de escasos ochenta minutos) y las elipsis temporales donde observamos la evolución de Mike Mascarenhas. Hawks muestra un dominio del mundo marino en su acercamiento a los métodos de pesca al curricán, los indicios de la cercanía de los bancos de atunes (en el momento en que las gaviotas revolotean alrededor del barco) y como los tiburones aparecían en las zonas de pesca complicando una vida de por sí, llena de peligros. La espectacularidad de los momentos de pesca está a la altura de los minutos donde los escualos hacen su aparición. La artesanía en las escenas de acción, una época donde el ordenador no existía, ayudan a dotar a la película de un tangible realismo.

Un muy estimable film que nos vuelve a mostrar el buen hacer de un director incapaz de crear una cinta aburrida, y que además cuenta con unas notables interpretaciones, entre las que destaca el ya mencionado Edward G. Robinson, dotando de dignidad y sustancia a un personaje tragicómico que en otras manos estaría abocado a ser la caricatura del estúpido extranjero exótico.
Juan Marey
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