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El marqués del Grillo

Comedia En la Roma de principios del XIX, el noble Onofrio del Grillo dedica su vida a los placeres mundanos ignorando sus obligaciones con el Papa Pío VII. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
17 de diciembre de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Irreverente, sarcástica, divertida, ligera y profunda; mordaz y alegre, compleja y resuelta; una comedia redonda, donde todo es tomado a la ligera, a chanza y a broma, sin tapujos ni complejos, mediterránea, italiana, pura y dura. Un sentido del vodevil maravilloso y unos actores... bueno, qué actores, qué maravilla de Paolo Stoppa y qué grande Alberto Sordi, socarrón, irónico, sublime. Me ha encantado.
angel
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29 de diciembre de 2011
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez muchos espectadores piensen, tras ver esta película, que se trata de una sucesión más o menos afortunada de gags y chanzas protagonizadas por un marqués irreverente, vago y disoluto, y lo cierto es que no andarán desencaminados; efectivamente, no existe un argumento definido, sino una suma de situaciones que, eso sí, tratan de ilustrar una feroz crítica de la decadente sociedad del Antiguo Régimen, y que logra este objetivo a través del mejor de los medios, que siempre es el ridículo, la broma, la comedia en suma.

Aunque esto sea aplicable a otras manifestaciones artísticas, el cine ha dado gloriosas muestras de su capacidad desmitificadora y crítica sirviéndose de la comedia; ahí están, por citar algunos ejemplos, "El Gran Dictador" de Chaplin, "Dr. Strangelove" de Kubrick, o en el caso español, retratando también una sociedad decadente, corrupta y aristocrática, "La Escopeta Nacional" de Berlanga. Este tipo de obras, bajo su aparente tono cómico y exagerado, alcanzan una virulencia muy considerable, y resultan con frecuencia mucho más críticas e hirientes que otros filmes mucho más "serios" y trascendentes.

En el presente caso, Monicelli aprovecha libremente acontecimientos y figuras históricos para levantar un variado y divertido fresco de la Roma de principios del siglo XIX, bajo ocupación francesa, y lo hace de manera inmisericorde, sirviéndose de un personaje estrambótico y corrosivo, como el Marqués del Grillo, empeñado en hacer notar las injusticias, abusos, vanidades y estupideces características de la época, de las cuales él mismo es un ejemplo palmario, como bien subrayan sus bromas constantes, y sus deliberados equívocos identitarios con el carbonero. Así, a lo largo del filme, vemos cuestionados todos los valores e instituciones de la sociedad, ya sean el papado, los franceses, la aristocracia, el honor o el deber, todos ellos puestos en solfa por los desmanes y chanzas del Marqués.

Ello es posible gracias a un acertado y muy ágil guión, con estupendos diálogos, y a unas interpretaciones estupendas y muy divertidas por parte de todo el reparto, aunque destaque inevitablemente un Alberto Sordi magnífico, que está en su salsa. No obstante debe señalarse que la película no ha descuidado otros aspectos formales, contando con excelentes decorados, vestuario y ambientación, además de adecuadas y hermosas localizaciones, bien fotografiadas.

Concluyendo, una muestra más, quizás la última de verdadera calidad, que nos dejó ese longevo cineasta que fue Monicelli, y en la que se reafirman las bases fundamentales de su obra: análisis crítico de la realidad y humor, mucho humor. No se puede pedir más.
Quatermain80
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12 de julio de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habrá quien no encaje bien este tipo de humor, que desfila hacia lo escatológico sin ninguna suavidad y con bastante frecuencia, a lo bruto. En ese caso, las más de dos horas de marqués para arriba y para abajo resultarán insufribles y por supuesto, los que apreciamos el trabajo de Monicelli, como es mi caso, se nos escapan carcajadas sinceras en más de un momento. No es fácil hacer reír, ya sabemos que resulta más eficaz y sencillo hacer dramas, de manera que encontrar un filón como la flmografía de Monicelli es un alivio para los que los que apreciamos el arte de saber sacar sonrisas. Hay que ir a Italia hace 25 años para ver el cine que hacían allí. Y yo encantado.

Así que más de dos horas de la vida de un marqués, que lleva con orgullo pertenecer a la nobleza, portador de cierta inmunidad policial, que trata al Papa como si fuera de la familia, irreverente cuando le da la gana y con quien quiere. Y lo que más me ha gustado, con una humanidad que destaca cuando justamente se ha pasado de rosca y somos cómplices del exceso de sus bromas. Con el judío ebanista, con la muchacha embarazada, finalmente se muestra benévolo y afectuoso.

Ay Alberto Sordi!!! ¿Qué decir de su soberbia interpretación? Una maravilla, la película funciona tan bien gracias a él y los secundarios. Monicelli trabaja con un guión que no se limita a una sucesión de gags y bromas del marqués, existe una continuidad y se agradece. Yo especialmente, no puedo dejar de decirlo, con el bandolero que es a la vez cura he acabado de convencerme de que este Monicelli es enorme. ¿Y el aliento a rata muerta de la hermana? Maravilloso, para no parar de reír...
Luisito
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27 de marzo de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insólita película sobre un sediario pontificio de la nobleza romana en las postrimerías del Antiguo Rëgimen, rodada en espléndios palacios y con vestuario que no repara en gastos. No he leído casi nada sobre el Onofrio del Grillo real, pero lo haré, porque en todas partes me prometen que era un personaje de los especiales. La estructura de la peli en forma de episodios, tan cara a los cineastas italianos de los años 60 y 70, no entorpece el conjunto, que cuenta, para dar cohesión, con los oportunos ritornelli (en forma de personajes que vuelven a aparecer); y, sobre todo, cuenta con el sempiterno nexo de unión de Onofrio del Grillo-Alberto Sordi. Este está como siempre, entre genial y cargante, con una verborrea que no se detiene ni un momento a lo largo de las dos horas de metraje. Digamos que, en general, como marqués está soberbio y como carbonero no hay quien le soporte. En medio de la descomposición social general, retratada sobre todo en unos personajes del lumpen maravillosos, (con la cuadrilla de bandidos en primer lugar), habría que haberle pedido a Monicelli un poco más de hincapié en cómo el personaje se mantiene a flote siempre precisamente por hacer gala de unos principios un tanto laxos, orgulloso de su estirpe pero aviniéndose perfectamente a los aires nuevos que llegan de Francia. Podría haber sido el marqués de esta película un arquetipo genial de la capacidad de adaptación de las élites que saben adoptar tácticas camaleónicas cuando todo cambia, en este caso el Ancient Règime, que aún deja muchos recovecos donde esconderse. Aunque haya muy buenas pinceladas en este sentido, el cineasta italiano ha preferido, en general, optar por el tono bufo, o muy bufo, con lo que el marqués demasiadas veces roza la caricatura. También hay que decirle a Monicelli que ha alargado el artefacto en demasía, y no siempre con buen ritmo. El interés va por tramos y de manera muy desigual. Y, por qué no, que la película pierde mucho desde el desdoble bromista con el carbonero.
Algunos episodios son magistrales, como el encuentro con los bandidos en las ruinas de la iglesia de San Buonaventura, con sus reminiscencias del Luigi Vampa del Conde de Montecristo dumasiano. Espléndidas también las escenas de la decrépita corte pontificia, (no sé si rodadas en el Palacio del Quirinal) siendo esta la única recreación que recuerdo en cine de la detención de Pio VII (a quien, por cierto, se le parece el actor Paolo Stoppa) por las tropas napoleónicas. Y atención al duelo del castrato (representante de lo que se extingue) contra la soprano (representante de los nuevos tiempos que llegan, con asombro del público que no está acostumbrado a ver papeles protagonistas cantados por mujeres). En esa escena, el después oscarizado Nicola Piovani (La vita é bella) adapta su espléndida y "otoccentística" marcha operística de la banda sonora y la convierte en un fragmento de verdadera ópera, con un sabio sabor de época. Me encantó también alguna escena nocturna entre las ruinas del foro, con el marqués y su amante eligiendo la ruina más gloriosa para hacer el amor. O aquella otra nocturna del marqués y su amigo francés en el viejo y mohoso caserón campestre familiar, ya vacío (otro símbolo), de genuino sabor romántico.
En suma, una película que dista de ser grandiosa pero que resulta interesantísima de ver. Sin duda. Mi nota estaría entre el 6 y el 7.
berenice
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15 de enero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me lo he pasado bien y se la he puesto a muchos amigos, que también se lo pasaron bien. En conclusión, es una obra maestra de primerísima calidad en todos sus componentes, una joya irrepetible.
Tras las risas queda un toque de melancolía, por las cosas perdidas, entre ellas este tipo de cine.
jotac
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