Lady Lou. Nacida para pecar

129/26/19/03/09) Cinta realizada a mayor gloria de uno de los mitos femeninos de los 30, Mae West. Resulta un vehículo para el lucimiento de la rubia interpreta a una cabaretera, una femme fatale, a la que los hombres se la disputan y que ella los maneja a su antojo, donde viste lujosos vestidos ajustados de lentejuelas con escandalosas joyas y soltando frases con doble sentido de marcado acento frívolo. El argumento es más simple que el mecanismo de un martillo, sin pizca de originalidad, que no sabe si decantarse por la comedia o el drama, naufragando en los dos géneros. La química entre Mae y Cary Grant es nula, no es creíble son dos parches. Recomendable a los que gusten de Mae West. Fuerza y honor!!!

Es una película que se queda a medias, pero no porque el desarrollo no sea el adecuado, sino porque desde un inicio mezcla churras con merinas; nos encontramos por un lado con Mae West en el papel que más fama la dio, interpretando a una mujer cantante de cabaret que se mueve entre hombres falsificadores de dinero y organizadores de clubs de prostitución infantil, pero de los que recibe cuantiosas joyas; su interpretación es brillante y su lenguaje picante; y por otro lado a un jovencísimo Cary Grant, que siendo una especie de policía local que simplemente pretende apartarla de ese mundo, pero sin querer arrestarla, ya que admira la fama de ella como cantante o como amante de hombres, -motivo de admiración que no explica la película-, al final acaba enamorado de ella y la consigue conquistar cuando otro policía mucho más importante que Cary Grant, apodado el Halcón, irrumpe en el cabaret y arresta a todos los hombres que hasta ese momento han rodeado y traducido seducir a Mae West. Pero entre la primera aparición de Cary Grant y la última, cuando se queda con la chica, en toda la parte central Cary Grant no aparece ni un momento, con lo cual es bastante incomprensible que se enamore y más aún que nosotros sepamos el por qué de su amor hacia ella.
Otro problema de la película es que no existe ninguna química entre ella y Cary Grant, que no hace el papel cómico al que nos tiene acostumbrados, ni tampoco el de hombre de mal vivir especialmente atraído por las curvas de la chica.
Y otro defecto de la película en mi opinión es que la muerte de otra mujer del cabaret, ocurrida en una riña con Mae West, pasa totalmente a un segundo plano porque pronto irrumpe el policía Halcón para arrestar a todos, pero teniendo la fallecida un amante de ese mundo del cabaret, me ha chocado que éste ni siquiera note la falta de su amante, simplemente porque también él ha empezado a sentirse atraído por Mae West.
Nota 5 sobre 10.

Tenía ganas de ver a Mae West, había leído mucho sobre ella y la había visto en fotos y documentales, pero nunca había visto una película suya. Como todas sean como "Lady Lou", no me había perdido nada. Este film no tiene más interés que el de apreciar a una actriz que con su desparpajo y frases de doble sentido provocó que toda la industria cinematográfica norteamericana se autoimpusiese una estricta censura. Desde luego, llama la atención ver una película de 1933 con unos diálogos con referencias sexuales tan explícitas. Pero nada más. Podría decirse que la película ha envejecido mal, y en cierto modo es cierto. Llama la atención cómo han cambiado los patrones de belleza femenina... Pero eso es sólo una anécdota. "Lady Lou" es, ante todo, una película mediocre. Da la impresión de que el único objetivo es el lucimiento de la estrella. Nada más. La historia es floja, muy floja, el argumento es deslavazado y poco creíble. Los números musicales son muy poco vistosos. Cary Grant haciendo de galán engominado no es un buen contrapunto para Mae West, y al final aún menos. La historia de mafia está tratada de manera naif. La trama es de opereta, y su desarrollo recuerda el de las comedias infantiles de colegio. El tiempo no es excusa. La película es insustancialmente mala. Una buena muestra de que la llegada del sonoro supuso un freno para el desarrollo del lenguaje cinematográfico.

Seamos breves con esta:

Supongo que en esos años los chistes tras chistes cultivaban una que otra carcajada entre el público de esa época, pero al verla en la actualidad notamos claramente que el film no se ha conservado.

Supongo que de la destreza que mostraba Mae West en los teatros, algo de eso se puede ver en esta película. ¿Su actuación? Nada del otro mundo, pero algo de dinámica tiene a la hora de contar aquellos chistes que para mí no hacen la mínima gracia.

No es una película mala (De la nota 4 para abajo considero a una película un bodrio), pero tampoco es una película en la que te reirás o disfrutes de su visionado.

Una película que podría volver a ver (Día inútil sería el día en que lo hiciera), porque aceptándolo todo no es una película que te deja con sentimientos de que has pasado un mal rato viéndola, simplemente no te entrega absolutamente nada.

En la historia del cine, por lo general, no han sido las obras de arte, las que han salvado la industria y esta o aquella productora. Casi siempre las comedias "más vulgares", cuando no los monstruos o la violencia han sido las que han reventado las taquillas y han permitido que el engranaje siga funcionando. A Torrentes me remito, por poner un ejemplo actual.
Mae Wests, se lo curró desde que era una niña "vamp", actuando y escribiendo sus propios espectáculos de fuerte carga erótica para la época, por los que llegó a visitar la prisión pero que a la postre la catapultaron al Hollywood de la Paramount a la que salva de ser vendida a la MGM con su primera cinta "Night after night" (Archie Mayo / 1932). Al año siguiente ya tiene el control absoluto y adapta el éxito obtenido sobre las tablas en el 28 con su obra "Diamond Lil".
Su enfoque es el de una diva y todos bailan alrededor, canta un par de temas, luce poderío físico y vestuario y se mueve por los platós como si fueran las tablas de los auténticos music-hall del barrio sur de Manhattan, Bowery, que seguro llegó a conocer en su juventud y que en los años 30 había quedado como símbolo de la depresión tardando muchas décadas en reponerse. Su genialidad son los diálogos picantes, llenos de doble sentido y su descaro para sentirse una mujer que tira de las riendas en una sociedad de hombres.
Elige, cosa que no todas podían hacer, a su partenaire, un Cary Grant que comenzaba y a la que ella echó una mano (literal probablemente) lanzando su posterior carrera.
Lowell Sherman, fallecido al año siguiente, puso la dirección a su servicio y apenas se lució con la conseguida atmósfera bulliciosa del local donde la West ejerce de reina araña. La cosa es más que previsible, en el fondo es una buena chica que, parafraseándola, cuando es mala es mucho mejor y que tiene un alma tan reluciente como sus diamantes.
Al Codigo Hays la cosa no le hizo gracia presionado por las fuerzas que siempre se preocupan por nuestra moral y salud espiritual y la West les vino como anillo al dedo para extremar sus norma y hacer de sus películas el punto de mira de sus iras. Al final y ya entrada en la cuarentena Mae tiró la toalla no sin antes ser inmortalizada por Dalí y dejarnos un buen ramillete de frases y diálogos inmortales:
-"¿Nunca encontró un hombre que la hiciera feliz?"
- "Sí. Muchos."
Genio y figura.