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La Navidad de las madres rebeldes

Comedia Amy, Kiki y Carla, madres poco valoradas y sobrecargadas de tareas, se rebelan contra los desafíos y las expectativas que genera lo que es una especie de Super Bowl para madres: la navidad. Como si crear las perfectas vacaciones para sus familias no fuera suficiente, recibirán la visita de sus respectivas madres. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
20 de diciembre de 2017
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante mucho tiempo, en la época clásica, el cine servía de evasión, de bonita ensoñación, un espejo en el que mirarse y salir favorecido, un ansia de superación, un cuento de hadas, un ideal de belleza y verdad, un mundo mejor. Quizás pueril y falso, sí, pero también hermoso y esmerado, como si la vida pudiera ser otra cosa, y no este pozo ponzoñoso.
Eso pasó. Llegó la televisión. Había que competir con un artefacto rival que te quitaba el público y el dinero. Había que acercarse a esa población renuente que se quedaba en casa, mirarles a la cara, contarles lo que pasa, montar historias más cercanas. Llegaron los "Marty" y otros animales de compañía para toda la familia.
Y siguieron pasando los años. Estados Unidos perdió la inocencia, se llevó un chasco. El espejito le decía que ya no era la más guapa del reino, que también era fea y de pecados estaba llena.
Miraron para otra parte. Hacia la vieja Europa. Copiaron sus formas. Hicieron un cine más concienzudo, rudo y veraz, más político, existencial y personal. Casi, casi, como si fueran de la Nouvelle Vague.
La rueda seguía girando (se me van a acabar las metáforas de transición temporal, tengo pocas), el polvo de los segundos cayendo, y esa generación dejó paso a la siguiente (o a la misma pero más aviesa), más infantil, conservadora y escapista, una vuelta a los orígenes fantasiosos, pero desde un punto de vista mucho más infantil y aventurero. El flujo y reflujo de la Historia, a grandes rebeldes o innovadores suelen sucederles otros mucho más prudentes, a los estilizados con ínfulas, los artesanos humildes, y así, sucesivamente, se repiten las modas y los ciclos en el eterno retorno del arte y el tiempo.
Bueno, y ya por fin, tras tanto viaje (somero, superficial y muy sesgado y lleno de agujeros), nos acercamos al ahora engorroso. Pero todavía hay que dar marcha atrás un poco más. Quizás a los noventa. Tal vez a los Farrelly (ellos no lo inventaron, venía de, por ejemplo, "Porky's", allá en los lejanos ochenta, aunque en realidad desde siempre, podemos rastrearla, esta pista o huella, en la literatura, salvando todas las distancias, desde los orígenes griegos en escritores como Aristófanes, pasando por los clásicos latinos como Apuleyo, siguiendo con Rabelais, Quevedo,... la veta de humor escatológico está incorporada a nuestra especie desde el comienzo, el caca culo pedo pis tiene el éxito asegurado, va con nuestros genes, es nuestro mínimo común denominador, todos lo compartimos y nos partimos de (la) risa, ¿a que sí?). Me refiero a que el espectador ya no va al cine a mirar al cielo como al principio (en los años dorados del clásico), al frente o hacia dentro como más adelante, en la era aquarius, sino que ahora tienen que echar la vista al suelo, incluso más abajo, al poco visitado alcantarillado, a esas aguas fecales llenas de todos nuestros líquidos y desechos. Y en esas estamos. Que vamos al cine a desahogarnos. A purificarnos. A practicar la ablución o la depilación (espiritual). A limpiarnos por dentro y a relajarnos (los esfínteres) por fuera. A echarlo todo. Desde la primera papilla hasta el último zurullo. El cine convertido en un urinario o estercolero, un váter o en el mejor de los casos un masaje (por supuesto, con final feliz).
Por otro lado, las mujeres al principio solían acompañar al héroe masculino en un recatado y discreto lugar. Eran santas o arpías, bellacas o diosas, vampiresas o monjas, pero, en cualquier caso, con un halo de grandeza. Idealizadas, soñadas, deseadas, admiradas, temidas, queridas. Quizás vaporosas, estilizadas y adoradas.
Con el tiempo, fueron perdiendo la magia, cayendo del pedestal, desapareciendo incluso, siendo invisibles o vulgares, atractivas o anodinas, casi iguales.
Hasta hoy mismo. En que ya completamente se han liberado (hay una regla fija que nunca falla, si aparece esa señal en cualquier tipo de representación, artística o no, es que hay liberación, reivindicación y felicidad aseguradas. Se trata de mostrar a decenas de mujeres en un espacio cerrado gritando enloquecidas, en estado de trance, ante la contemplación espeluznada, y paroxísticamente extasiada, de inefables cuerpos desnudos masculinos). Para copiar la versión más cafre y oligofrénica de sus pares varones. Para hacer y decir cosas que si las dijeran o hicieran ellos, se llenaría esta página de críticas seria y justamente indignadas, con las manos en la cabeza, y con una palabra recurrente siempre en las mientes, y que casualmente suele aparecer con tropical fertilidad, sí, el tan querido por todos... (aparece hasta en los telediarios) conjunto de letras y sílabas... que dice... (todos a una)... "machista" (minipunto para mí, ya estoy más cerca del paraíso. Es como la bandera yanqui en sus producciones nacionales). Serían tachados de trogloditas, patanes y lerdos (con razón). Denunciados y expulsados del reino de la sana moral y las buenas maneras (por nosotros los primeros). Pero son mujeres. Y con ellas todo vale. Se les puede hacer cosas que con los hombres ni se atreven. Se las puede convertir en gorrinas de charca chapoteando entre inmundicias y ordinarieces, entre grosería infinita y grotescas procacidades. Y no solo eso. Todavía peor. Además se las echa al barro de la sensiblería más vergonzosa y ridícula. Para que a las pobres no les falte de nada. Guarras, pedorras y, además, lacrimosas. Si este es el camino, se confirman los peores temores y ya es hora de echar el cierre.
Pobres mujeres.
Sí, lo habéis adivinado. Esta película es el resultado aberrante, gritón, barullero, bullanguero y pringoso asqueroso de la celebración de la zafiedad como triunfo de la comedia, la exaltación de la estupidez como signo de los tiempos y la recuperación de la sentimentalidad más gruesa como insulto al espectador que, se supone, que piensan que, además de cerdo, tiene su corazoncito lleno de mermelada.
Así nos va. Y es solo el principio. Negros augures. Estamos bajando por el tobogán y ya nadie nos detendrá.
Ferdydurke
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12 de septiembre de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente este film es un conjunto de situaciones estúpidas, de mal gusto y sin ningún valor. Realmente me pareció una real estupidez como tomando como eje la navidad se puede hacer semejante tontería en donde predomina el chiste fácil y procaz. La trama, si se puede decir así, es la de tres amigas que al aproximarse la navidad reciben la visitas de sus respectivas madres, con quienes les cuesta convivir lo que les dificulta mas la situación. Dentro de un elenco de actrices conocidas, no se destaca nadie, solo me cuesta entender como Susan Sarandon participó de esto y encima haciendo un papel totalmente ridículo. Extender esta critica en esto realmente no vale la pena, por supuesto mi consejo es que no perder el tiempo en ver esto ni siquiera un minuto.
gustavof42
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3 de mayo de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las chicas de la primera entrega vuelven a liarla, esta vez en Navidades. Esta película tiene algo de similar con la de “Padres por Desigual”, que en su secuela, además de padres también tenía abuelos. Pues aquí pasa lo mismo. El núcleo de esta historia es que las madres de las “Malas Madres” aparecen por la época de las nieves, los arbolitos y los regalos para intentar pasar con sus hijas una navidad perfecta. Algunas aparecen sin avisar y otras con preaviso, y todas desbaratan de alguna forma la vida de sus hijas. Una madre demasiado exigente con su hija, otra madre demasiado apegada a su hija y una tercera demasiado despegada de su hija.

No es un tema nuevo ni poco visto, son cientos las películas navideñas en las que la vida normal de una familia se ve alborotada, pero aquí tiene esas partes gamberras que son las que la salvan de ser una más, como frases del tipo “nadie se había separado la raja del culo por mí”, diálogos entre una madre y su hija tales como “no te toques los huevos” “no me los estoy tocando” “sí te los tocas” “no me los toco” “te los tocas a dos manos” “.... no me toco los huevos...”, o momentos de carácter erótico festivo que no pueden faltar en este tipo de comedias actuales.

Después de haberme metido un chute de mal rollo en las discográficas de los 70 con la serie “Vinyl”, necesitaba un alivio cómico, y “El Gran Desmadre” tiene lo que necesitaba. Comedieta apta para finales de diciembre pero perfectamente válida para el resto del año. Por otro lado, el reparto de mujeres protagonistas está bien representado y la comedia las envuelve a todas, especialmente a Christine Baranski, que muestra, tras una apariencia de mujer insoportable, a una gran cómica, como ya demostró haciendo de madre de Leonard Hofstadter en la serie “Big Bang Theory”, papel que repite aquí elevando el nivel de insoportabilidad un escalón más.

Pero como siempre, en estas comedias tiene que haber tiempo para la crisis y los lagrimones, y ya estoy cansado de la misma fórmula. No se salva ni una. Desearía que alguna de estas comedias fuese eso, comedia, desde el principio hasta el final, comedia gamberra, sin historietas familiares dramáticas ni lágrimas ni reconciliaciones y finales happy flower. Comedia gamberra. Todo el rato. A ver cuándo alguien se atreve.

Y sí, auguro una tercera entrega, espero que tan divertida como la primera, porque esta segunda ha bajado el nivel de risas, sin llegar a dejar de divertir, pero necesita más humor negro y cachondo. Con un poco de suerte, esa tercera vez quizá conozcamos a las bisabuelas.

LO MEJOR: Cuando las chicas se desmelenan y sueltan frases que te tumban de la risa.

LO PEOR: Los lagrimones, que no hacen falta, coño ya. Para eso ya están los dramas.
magoxulin
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13 de febrero de 2018
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia navideña bien yankee enfocada en las personalidades patológicas de las madres de 3 amigas. Situaciones desopilantes, picarescas, muy buenas actuaciones y un típico "Happy End" como telón de fondo. Cumple su objetivo.
Darío Lapicki
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29 de marzo de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más de uno se tuvo que quedar sorprendido al ver que “Malas madres”, una película bastante normalita, lograba enganchar con el público como para quedar contentos con su taquilla y con la crítica como para que no se cebaran demasiado con un conjunto de topicazos subidos de tono. Y la verdad es que la película se dejaba ver sin esfuerzo, las protagonistas (ninguna de las cuales está viviendo una época dorada, si es que alguna vez la han tenido) ponían su parte para generar química, los niños estaban correctamente adiestrados y el trabajo de coreografiar cada gag e hilvanar razonablemente cada scketch con el siguiente era claramente perceptible y daba sus frutos.

Así que no es de extrañar el intento de estirar el chicle con esta “Malas Madres 2, desmadre en Navidad” o algo por el estilo y tampoco es sorprendente que, como es habitual, el resultado sea decepcionante… lo que sí es llamativo es que se haya bajado tanto el nivel hasta llegar al terreno de los truños. Y es que lo único novedoso que han hecho ha sido meter más actrices (que en su día han tenido cierto caché) y soltarlas a decir guarradas o a restregarse en bailes ridículos dentro de un guión deslavazado donde la temática navideña es lo único que hace pensar que la sucesión de escenas se rodó con una idea común.

He visto comedias malas en mi vida. He visto algunas muy malas incluso, pero al menos tenían escenas con cierto trabajo en la que el chiste podía tener más o menos gracia o ser más o menos afortunado. Lo que no había visto nunca es el modus operandi de “Malas Madres 2” de que, sin más, los sketches consistan en poner a los actores hablando de coños, ojetes y felaciones y esperando que de alguna manera la gracia aparezca por sí misma o que el espectador se busque la vida para encontrarla. No funciona absolutamente nada. No he encontrado un solo motivo para reírme, ni siquiera esa típica escena en la que el protagonista se mete en una situación embarazosa y te terminas riendo con incomodidad. Ni de eso han sido capaces.

No funciona la parte cómica, no funciona la parte no humorística, no funcionan las nuevas incorporaciones, no funcionan las protagonistas originales… no funciona absolutamente nada, es una completa pérdida de tiempo, una tomadura de pelo. El premio Razzie de Susan Sarandon debió de haber sido para la producción en general.

Nivel de truño: zurullo de Navidad.
OsitoF
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