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La casa de Jack

Thriller. Drama Estados Unidos, década de 1970. Seguimos a Jack durante un período de 12 años, descubriendo los asesinatos que marcarán su evolución como asesino en serie. La historia se vive desde el punto de vista de Jack, quien considera que cada uno de sus asesinatos es una obra de arte en sí misma. (FILMAFFINITY)
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Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
18 de diciembre de 2018
289 de 310 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jack es un arquitecto fallido y un exitoso psicópata. La película comienza con Jack contando su trayectoria a un confesor que no vemos. El criminal narra a su oyente cinco crímenes al azar, cometidos a lo largo de su vida, para defender el asesinato como arte. Sin embargo, todos y cada uno de sus argumentos serán cuestionados y rebatidos por el misterioso acompañante, dejándole en total evidencia.

Cabe decir que es totalmente comprensible que la gente se marchase de la proyección. Es una película violenta, desagradable y antipática. Además, dura dos horas y media. Sin embargo, aquel que aguante verá su proeza recompensada, pues pasado el shock de los crímenes de los que tanto se ha escrito, la revelación final del film, la cuestión que quiere alcanzar von Trier con el despropósito inicial, es sin duda una de las más interesantes de su carrera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
harryhausenn
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25 de diciembre de 2018
134 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
El arte es un crimen, dijo alguien.
No existe eso de arte "apto para todas las edades" o políticamente correcto, porque está más allá de esos condicionantes.
Existe tal como es, se aprecia plenamente, o como buenamente se pueda, y luego ya se vomitará en algún medio digital que su responsable es un enfermo mental. Así se duerme tranquilo, pensando que los temas realmente jodidos no nos pueden tocar.

'La Casa de Jack' es una meditación al respecto, pero también un desenmascaramiento intencional por parte de Lars Von Trier.
Él, como su protagonista Jack, también se ha pasado la vida de incidente a incidente (en Cannes), profundamente metódico y perfeccionista, simplemente para mostrar esos lugares oscuros que nadie se atreve a transitar. No es una misión divina, no es ni siquiera una manera de mostrar una verdad suprema, simplemente es un punto de vista como otro cualquiera.
Porque es estupendo recrearse en los romances o dramas que gustarán a otros, pero también es sibilinamente cómico observar cómo una autoestopista con mirada cómplice de Uma Thurman puede dar tanta chapa sobre asesinos seriales, sin darse cuenta de que tiene uno delante a punto de abrirle su resabidilla cabeza.

Jack, al abrigo de la oscuridad, en un descenso al abismo que no vemos, desgrana su vida y no se disculpa por nada de lo que vamos viendo.
No tendría sentido, no hay una infancia traumática ni un comportamiento represivo, sino genuina curiosidad por el daño que puede soportar un cuerpo humano, la misma que tantos dictadores y monstruos ejemplares de la Historia han explorado: es un modo de vida, una lente a partir de la cual verlo todo, porque donde otros queremos la fotografía él se queda con el negativo de luces oscuras.
Durante el autorretrato dividido en varios incidentes, su confesor Verge le repite que ya se lo han contado de todo color y pelaje, que no hay ninguna obsesión que le pueda sorprender o ninguna justificación que se pueda aceptar, pero Jack, como todos, se empeña en que bajo su luz oscura el mundo realmente se aprecia diferente. Bonito paralelismo Von Trier así nos cuela hacia si mismo, esgrimiendo su habitual no saber hacer arte de otra manera y auto-homenajeando los aires de grandeza presentes en toda su filmografía.

Jack tiene razón, pese a que al principio te puedas resistir a verlo, o simplemente te rías con su perfeccionismo compulsivo (Von Trier tampoco es tonto, y sabe que hasta el más iluminado tiene patéticas fallas con gracioso resultado).
Es cierto, nunca se me habría ocurrido pensar en la matemática animal de una presa salvaguardando a sus crías, perfectamente aplicable a una mujer con hijos a la que le dicen que tiene bala ya reservada, haciéndonos evidentes como seres de costumbres genéticas. Tampoco imaginaba que fuimos tan retorcidos como para plantar sirenas innecesarias en aviones que desmoralizaban al enemigo, o que las balas de chaqueta metálica fueron desarrolladas en un alarde de inquina para ahorrar munición a cada matanza.
Aunque probablemente el detalle más cruel, el que inclina nuestro favor hacia la híper-cordura de Jack si no lo hemos hecho ya, es verle gritar junto a su víctima que hay un asesino en el edificio, solo para recibir el más aplastante silencio: a una gran mayoría de gente, en el fondo, se la sudan los demás y no se ensuciarían las manos si lo pueden evitar.

Algo muy parecido sucede siendo público de esta película, habiendo llegado tan lejos, y comprobando que pasados los minutos te conviertes en una especie de voyeur glorificado, progresivamente más desconectado de las atrocidades para soportar verlas, aunque con el suficiente interés en seguir viendo cuál será la siguiente.
Aquel policía incrédulo, aquel mecánico ausente, no hacen nada a la más leve sospecha porque gustan de ver como nosotros, no de meterse en problemas al ayudar: eso sería casi aceptar que visiones del mundo como la de Jack existen, y queremos blindarnos de ellas todo lo posible.
Y cuanto más miramos, más comprendemos su preocupación por dejar sin limpiar la más pequeñita manchita de sangre, o le compadecemos por las chapuzas amontonando cuerpos en su cámara frigorífica, esperando que supere cualquier obstáculo en su camino. Será proscrito, será brutal, será perverso... pero a su retorcida manera es un artista, que no puede dejar de crear a su paso, construyendo una casa cárnica en hueso que le representa mucho más que cualquier conjunto normalizado de madera y teja.

Habrá gente horrorizada al observar semejante cuerpo de trabajo, y está bien. Pero también habrá otra gente que sienta lo repulsivo, lo sobrecogedor y el sufrimiento, y sea capaz de ver cómo forma parte definitoria de este mundo.
Como Jack, Lars Von Trier también trabaja para que no nos olvidemos de que el infierno está presente, entretejido en las vísceras de todo lo que es bueno y divino.

El descenso a los infiernos que se muestra parecería entonces una redundancia, pero es necesario como reflexión silenciosa sobre lo que dejamos atrás, sobre lo que nos espera y sobre lo que nos hemos negado al avanzar, recordando lo humilde que es el recorrido de Jack, y por extensión el del adorado, multipremiado director Lars Von Trier.
Hay un ingeniero en cada uno de nosotros, asumiendo las órdenes de nuestro propio arquitecto. Siempre nos saldrá una casa distinta, pero casa a fin de cuentas: puerta de nuestro infierno particular, y maltrecho legado a todo lo que quisimos lograr.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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31 de diciembre de 2018
124 de 197 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cosa está compuesta por una serie de estratos:
- Bromas: aunque la cosa no es para bromas, Lars las hace, con un humor cavernoso y travieso. Una serie de bromas que hacen entretenido el arranque de la función.
- Repeluzno: cuando se le acaban las bromas, Lars se pone meramente desagradable, y aquí la cosa empieza a hacerse pesadita. No es que no dé en el clavo a la hora de asquear, que eso lo borda, es que el clavo cambia tanto el tono de repente que se oxida y chirría.
- Monserga: Lars aquí tampoco se priva de dar la tabarra, que le encanta. Así pues, volvemos a encontrarnos con las ya conocidas peroratas culturetas de pacotilla, que son una cosa estupenda para alargar inexorablemente el metraje, no vaya a quedar por debajo de las dos horas, que sería una desgracia.
- Arte: a mogollón, sobre todo en la escritura, llena de poesía y cosas de esas, si. Parece que el guión lo ha escrito el tonto del pueblo.
- Personajes: pura quincalla.
- Misoginia: cosa recurrente en las pelis de Lars y que no hay que tenérselo a mal. A mi entender, una de las pruebas irrefutables de que el pobre es imbécil.
- Narcisismo: hay que apreciarse a uno mismo, faltaría más. Me parece una cosa estupenda que Lars, en un momento dado, agregue un montaje de momentazos de sus hits, que viene muy a cuento y era muy necesario. Sin esto, faltaría algo.
- Epílogo: como en esta ocasión no hay prólogo, pues hay epílogo. Si me das a elegir prefiero prólogo, porque para cuando llega el epílogo has aguantado ya tantas sandeces durante tanto rato, que encuentras de un sadismo imperdonable que el buen Lars te regale el abigarrado ratito que aún te queda por delante para dar por concluido el visionado de su cosa.

Para mi gusto, una de las mejores pelis de Lars von Trier.
VALDEMAR
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8 de octubre de 2018
78 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
El danés se ha marcado una paja a cuatro manos mirándose en el espejo, y sin ningún tipo de complejo, ha realizado una película por y para el gusto de sí mismo. Y a quién no le agrade, a tomar por c***.

Con una curiosa mezcla entre la comedia negra(tirando a carbón) y un surtido de secuencias marca de la casa(desde escenas a cada cuál más retorcidas, hasta su característico estilo documental desarrollado en sus últimas obras), Lars Von Trier consigue que el público se descojone a mandíbula abierta mientras nos muestra a un protagonista (que en definitiva es su alterego) cometer las más absolutas de las barbaridades..

A estas alturas es ya difícil que este cineasta consiga sorprenderme, pero he de reconocer que esta obra, como punto de reflexión sobre su trayectoria artística, y por ende, su persona, es toda una revelación (ultra-onanista) sobre un artista que se confiesa abiertamente sin ningún tipo de reparo ni cohibición, y eso en definitiva, es lo que uno espera de este cineasta. Quizás no es de las más perturbadoras de sus obras, pero si es probablemente la película más sincera y de la marca "Trier" de toda su filmografía.
Troll
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24 de diciembre de 2018
35 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuestro mini review de:

La casa de Jack (2018)
Lars Von Trier
Dinamarca

Estados Unidos, década de 1970. Seguimos al brillante Jack durante un período de 12 años, descubriendo los asesinatos que marcarán su evolución como asesino en serie. La historia se vive desde el punto de vista de Jack, quien considera que cada uno de sus asesinatos es una obra de arte en sí misma.

Lo bueno

El regreso del cineasta danés es todo lo que se espera de él, es todo lo que anhelan ver los que lo siguen como un hijo prodigio del cine y también es todo lo que hablan los que no aguantan su discurso de Narciso y su filosofía en versada. Eso es Lars, el negro y el blanco a la vez, y La casa de Jack es una prueba más de eso, de la dualidad de un cineasta que es único y posiblemente será así por los tiempos de los tiempos.

Matt Dillon da su mejor actuación, o por lo menos la que mejor ha visto este servidor, su personaje es arcilla en manos de un cineasta que plasma sus manías y perversiones en él, y Dillon le cumple sin chistar, lo mejor en el caso del desarrollo del personaje es que nunca hay un juicio netamente moral desde el autor si no desde un némesis en off (maraviloso Ganz) que reflexiona y debate todo lo que el personaje central parece dejar en claro.
¿Quién es este segundo personaje?, la policía, la conciencia, el bien, la muerte o el diablo. A cada uno le tocara decidir.

Ya sabemos que Trier es un creador visual fascinante, y no particularmente porque le interese detenerse en crear una fotografía preciosista o un montaje que calze con los ejes o narrativa, posiblemente Trier es el único cineasta en el mundo capaz de componer y descomponer todas las “reglas del quehacer del cineasta” en una película y hacer que eso funcione.

Como siempre la música es punto alto en sus películas, ya sea como eje acompañante o factor distante de la parte visual.

Como suele suceder con el cineasta, la película está dividida en capítulos , y para este servidor la genialidad del último capítulo es lo que hace aguantarnos todo el tour sádico del protagonista. Ese capítulo final es tan genial y disperso como la mente creadora del danés.

Lo no tan bueno

Inocentadas fatales que quieren sumarse a un humor negro no tan funcional (tal vez por el tema que representa), la visible misoginia a sus personajes femeninos como carne de cañon y la facilidad de burla a un sistema legal que es un chiste. Claro entendemos que todo es parte de la broma cruel, pero es excesivo.

Aunque los diálogos son realmente interesantes y van crear todo el debate que podamos esperar de un filme de este calibre, aquí hay un exceso “verborrea filosófica” que si tal vez nos deja ver el pensar de un personaje atormentado no nos da grandes indicios o descubrimientos, digamos que es algo que ya se ha visto mejor en otros filmes o series.

8/10

Opinión Final: Moralmente inadecuado, enfermizo, sádico, no tan violento como se esperaba eso sí, porque la mayoría de lo incorrecto moralmente está en lo dicho no tanto en lo hecho. El filme es como aguantarse la cansina verborrea narcisista de su autor y raros afines para disfrutar de algunas secuencias visualmente mágnificas, casi escritas por Dante y Andréi Románovich, porque no hay nada de justificable en la atrocidad de algunas cosas contadas en el filme, pero de alguna manera ese capítulo final, remide y pone cinta a tanta palabra adornada, para saber que todos y a su modo tienen el final que merecen. Al final es Lars, para bien o para mal.
CINELOCURA
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