Doña Diabla

El sentido profundo y trágico de la vida salta a la pantalla con la voz quejumbrosa de una protagonista que cuenta desde muy adentro su vida de persona atormentada.
La retrospectiva es prolija en detalles y en algún momento resulta algo lenta pero, a cambio, ofrece al espectador una visión completa de los hechos.
Los ribetes del melodrama cuelgan sobre el celuloide en una narrativa fácil y sin complicaciones pero no exenta de brillantez y adornada siempre por una fotografía exquisita, por una dosis considerable de originalidad y un interés que no decae en ningún momento.
Nos encontramos ante una verdadera sorpresa en la filmografía mexicana de la mitad del siglo XX en la que M. Félix vuelve a ofrecer un auténtico recital de su personalidad y de sus tablas como actriz extraordinaria.