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Intento de asesinato

Drama. Romance La existencia de Sadako ha estado siempre regida por la humillación, el abuso y el castigo; descendiente de mujeres miserables y soportando un horrible matrimonio con el tiránico Koichi, su ya de por sí horrible vida da en apariencia un giro inesperado y su mundo se desestabiliza al ser asaltada y violada por un sádico ladrón. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
7 de abril de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces los resúmenes de las películas son como los rumores que se van desvirtuando a medida que pasan de boca en boca. En este caso, el hogar no lo forman un "marido infiel y severo" (porque el asunto va precisamente de la situación no consolidada de la "mujer regordeta"), ni tampoco "el hijo que éste tuvo con otra mujer" (porque el asunto nos sitúa en el conflicto que para la "mujer regordeta" supone volver a quedarse embarazada después de seis años: los que tiene el hijo), ni viven "con la madre de ella" (que viven los tres solos y ella es huérfana, que se nos dice al principio para subrayar su desamparo) ni "son muy pobres" (simplemente el marido es tacaño y mezquino).Y, desde luego, me niego a interpretar que "la mujer tratará de hallar la felicidad mientras huye junto a su agresor". La película que yo he visto va de opresión patriarcal y deseos reprimidos, con la presencia majestuosa del tren en todos sus niveles de significado: como máquina y como metáfora y unas imágenes potentes en blanco y negro que se ajustan perfectamente a la atmósfera, entre onírica y subconsciente, que alimenta los deseos ocultos. En mi opinión, una estupenda película.
Spectacula
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11 de octubre de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le sobra metraje, pero "Imitations of murder" ha supuesto un feliz hallazgo en mi cultura cinematográfica. Se trata de una película cuidadísima en las formas, llena de simbolismos y de planos memorables, pero cruda y visceral en su contenido. Imamura construye una crítica demoledora del Japón tradicional e inmovilista, a partir del relato de una mujer sumisa y sometida a las encorsetadas reglas que le vienen impuestas. Que la posibilidad de liberación surja a partir de una violación no sólo es paradójico, es más bien el signo más claro del desencanto que mueve a Imamura. Como un ratón blanco girando en su rueda hasta su muerte, la protagonista se ve abocada a una existencia miserable, lastrada de forma absurda por unos ancestros que la ahogan y condenada a un futuro incierto de criada-esposa. Estupenda crítica al convencionalismo burgués y a la estructura social patriarcal que imperaba en el Japón de la época. Sobrecogedora.
rober
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8 de junio de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así como los grandes del cine japonés, Ozu, Kurosawa, Mizoguchi tuvieron una trayectoria de alto nivel siempre, Imamura, de la siguiente generación, tiene grandes cosas, otras muy casi casi y otras que llegan a cansar.
Intento de asesinato está entre las segundas. Se podría haber llamado “ La desgracias de Sadako ”. Desde el principio a fin, y dura casi dos horas, asistimos a casi todo lo malo que se puede imaginar en esta pobre mujer, casada con un cretino (que además tiene una amante miope) y violada por un ladrón que se enamora de ella.
La parte central se hace pesada y reiterativa, pero cuando se desarrolla más la relación con el ladrón la película alza el vuelo. La intriga crece y se espera impaciente el final.
Así como hay películas en las que se va de más a menos, está va de menos a más. Además, con detalles y escenas de gran cine.
Una observación cultural: para machismo, el japonés, al menos en esa época.
yoparam
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11 de abril de 2021
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer nacida de la miseria, criada en la ruina y como un animal moribundo que no puede engendrar absolutamente nada bueno.
Pero entre la pobreza, el frío y la violencia puede resistir como mujer que es, sobre todo si es japonesa.

Mientras en 1.964 sorprenden con sus rompedoras propuestas directores de la talla de Teshigahara, Shindo, Masumura o Kobayashi (menuda cosecha la de aquel año), la vida de otros dos, figuras clave del movimiento que está surgiendo en Japón, va a cambiar para siempre: Yoshishige Yoshida y Shohei Imamura. El primero se irá de Shochiku tras ver manipulado su "Escape from Japan"; el otro se irá de Nikkatsu porque ya no aguanta exigencias ni limitaciones de presupuesto; su compañero Seijun Suzuki tardará más en irse, aunque no por voluntad propia.
Basándose en la novela "Akai Satsui" del famoso Shinji Fujiwara (posiblemente uno de los más versátiles autores de la literatura nipona, que escribía de relatos históricos o criminales a dramas románticos o poesía, y que fue muy adaptado al cine), el director va a concluir lo que podría denominarse su Trilogía de la Rebeldía, iniciada con la muy controvertida "Cerdos y Acorazados", considerada por él la primera obra auténtica de su carrera. En esta ocasión se trae a la mitad del equipo de "La Mujer Insecto" y se dispone a contarnos una desgarradora historia.

Pero antes de eso un ruidoso tren que corta como una cuchilla un silencioso paisaje devorado por la niebla, un Japón post-apocalíptico; si los trenes para Ozu simbolizan el constante movimiento de la vida, para Imamura son el progreso que irrumpe en el hastío de la perenne tradición (un pobre rezo en un altar improvisado y las carteles anunciando "Sin reglas no funciona un hogar" como perfecto ejemplo). En este ambiente negro y viscoso se mueve torpemente la protagonista, personaje-tipo del director, una mujer que arrastra tras de sí una herencia familiar miserable.
Nieta de una prostituta, hija de una camarera, ahora le toca asumir con resignación su papel de criada-esposa en la casa del hijo cuyo padre tenía como concubina a su abuela (así de intrincadas son las relaciones humanas...). Éste es Koichi, bibliotecario de mayor posición social, y modelo de los hombres que presenta Imamura; como él, todos serán cínicos, cobardes, infieles, brutales, abusivos y enfermos, física y psicológicamente. Pero no hace excepciones; tanto ellos como ellas están podridos hasta el tuétano, y hemos de aceptarlo. La parte más turbia del drama se desata a raíz del asalto y violación que sufre Sadako por parte de un sádico ladrón (Hiraoko).

Al contrario de lo que debería suceder, este acto horripilante no se divulga, se guarda en una esquina del hogar y la víctima, con la estoicidad de la tradición samurái, prefiere el suicidio a la vergüenza; pero la necesidad y la supervivencia (el estómago rugiente) dejan la tradición en segundo plano. La realidad se desestabiliza según el punto de vista de la mujer, pero sólo en apariencia. Abrasivo para muchos (sobre todo para una espectadora) es el aceptar con tan severo mutismo una violación, y más aún plantear un romance a partir de ella; sin embargo al universo de Imamura lo rigen la desesperación, la ruina y el masoquismo emocional, y aunque el ladrón cae presa del amor, Sadako en principio duda y se resiste.
Como la Oharu de Mizoguchi, ella es una víctima a todos los niveles, incluso por su naturaleza (que no físico) sensual, que le impide rechazar a los hombres; por esa razón se deja explotar, con o sin su consentimiento. Mientras Imamura nos hace partícipes de su dolor, nos sumerge en esa versión urbana del agujero de "Los Bajos Fondos", donde las ancianas chismorrean, los hijos insultan y los maridos abusan. La atmósfera, amparada por la sublime fotografía de Shinsaku Himeda, ahoga y repele con la misma fascinación.

A la doble infidelidad (la consentida de Koichi y Yoshiko, villana absoluta y de las féminas más repulsivas de Imamura, y la forzada de Sadako y Hiraoko), se unen la negativa del primero y su madre a aceptar a la protagonista en su círculo familiar (la vergüenza), un embarazo no deseado (la violencia), un supuesto viaje a Tokyo (la obsesión y la cobardía) y ráfagas de paranoia psicológica y "flashbacks" que atraviesan el film y lo elevan a registros casi oníricos, enlazando la forma y el estilo con los del cine europeo del momento. Pero a la pega del extensísimo metraje se une la protagonista.
Ésta, interpretada por una buena Masumi Harukawa, transmite lástima a un alto grado de irritación, por su sumiso carácter, su obstinado mutismo, su total rechazo a la realidad, su falta de autocompasión; el director la priva de todo eso y la convierte en una víctima torpe y detestable, por la cual es difícil sentir algo de empatía, pues sus decisiones, así como las de todos los que la rodean y aplastan, están condicionadas por su estupidez. La Tome de "La Mujer Insecto", pese a todo, avanzaba al mismo tiempo que su país, a base de pisar su tradición y sus hieráticas normas; Sadako se conforma con permanecer en un "impasse" existencial, del mismo modo que casi todo el film.

Los ratones girando sin parar en su rueda simbolizan esta resignación a lo permanente, y aunque se coman entre ellos continúan silenciosos en la jaula. Por eso mismo la historia, tan llena de callejones narrativos sin salida y situaciones innecesarias, parece avanzar, pero no lo hace; el poderoso tramo de la huida en tren y a través de la nieve (más próximo a Yoshida o Teshigahara) le insufla algo de intensidad, pero pronto se apaga...
Para rematar ni el personaje del magnífico Shigeru Tsuyuguchi (el más interesante) tiene el final que se merece ni la película acaba como debiera; aquí nada está en su sitio y el director disfruta regodeándose en ese caos. A efectos técnicos impresiona, pero su visionado es insatisfactorio y estomagante; sólo hay un instante digno del aplauso: ese que envuelve a Yuko Kusonoki (odiosa hasta la médula) y un camión...
Chris Jiménez
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8 de marzo de 2013
5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Akai Satsui", film conocido en España como "Intenciones de matar", "Deseos impuros", o, como se conoce aquí, "Intento de asesinato", es un largometraje interesante a priori, por su argumento y por lo que se puede esperar del mismo. Pero, en la práctica, es un film que se hace, más que lento, pesado, aburrido, sin ritmo, y al que posiblemente le sobran alguno de sus 150 minutos de duración. Los recursos empleados en el estilo narrativo, como las voces susurrantes en "off", algún "flashback", o alguna escena onírica, no consiguen animar un relato caracterizado por su falta de alma, por una precisión en los detalles que no confiere más intensidad al drama. La película no convence como drama, ni como melodrama, ni como el tipo de cine erótico y morboso en el que la Nikkatsu, la productora, sacaba ya bastante provecho por entonces, con Seijun Suzuki.

Las audacias en la realización, muy en consonancia con la imbricación cronológica y estilística del film dentro de la Nueva Ola japonesa (por ejemplo, la escena en la que vemos a Sadako en un plano cenital, con la cámara rodeándola en un movimiento circular de 360 grados) sitúan a esta obra dentro de un determinado momento histórico, aunque los entusiastas de este film de Imamura verán en estas destrezas técnicas, seguramente, la confirmación de la maestría temprana de este director.

Por otro lado, los actores no convencen en sus papeles. No me creo la pasión que siente el batería y ladrón ocasional, Hiraoka (Shigeru Tsuyuguchi) por la protagonista, Sadako (Masumi Harukawa), ni tampoco la pasión que siente la bibliotecaria, la Srta. Masuda (Yûko Kusunoki) por su amante, el bibliotecario que vive con Sadako, Riichi Takahashi (Kô Nishimura). La pasión, la obsesión amorosa, la encarnan personajes externos al núcleo familiar, que, así, lo desestabilizan, mientras que Sadako trata de ascender en su estatus (de criada a esposa oficial) y Riichi también asciende en su trabajo de bibliotecario.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Triguero_Lizana
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