Solo contra sí mismo
3,455
Drama
Erik, un joven de 16 años expulsado de su escuela por su comportamiento violento, recibe la última oportunidad cuando su madre la envía a un exclusivo colegio privado. Allí pronto descubrirá, sin embargo, que los alumnos mayores ejercen un cruel reinado del terror sobre los estudiantes más jóvenes. (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2007
55 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un capítulo de Los Simpsons, el doctor Hibbert decía que "sólo una persona entre un millón tiene lo que los cientificos llamamos el gen de la maldad. Hitler lo tenía. Walt Disney lo tenía. Y Freddy Quimby lo tiene". En Evil dicho gen de la maldad lo tiene Erik, el protagonista... claro, que también la tiene Silvian, y el resto de lacayos, y el propio padrastro de Erik. Si la cinta se hubiera llamado Una historia de violencia, no le habría venido nada mal. Y es curioso también destacar el ambiente totalmente totalitario, nazi, que desprende la película, mostrando un entorno totalmente anclado en el pasado, con normas totalmente primitivas, siempre en un marco completamente violenco y casi surrealista, donde la sangre es el precio que hay que pagar por sacar buenas notas.
Quizás el argumento pueda parecer trillado, el abuso y el maltrato a estudiantes es algo que siempre se trata del mismo modo, pero no desde el mismo rasero con el que el director envuelve la historia. Y es que se nota cuando está en manos de un cineasta europeo una historia que en América se habría convertido en un dramón ultraviolento sin el mensaje que transmite esta durísima historia. Pero sí deja cierto regusto a cine americano, y no sólo por el look a lo James Dean del protagonista durante toda la cinta. Una puesta en escena brillante, un manejo del suspense totalmente magistral, con algún encuadre que recuerda más a Welles que a Bergman, y con una tensión que se palpa constantemente durante todo el metraje. Como ya he dicho, una durísima crítica al totalitarismo y a la separación totalmente fascista de clases, tema tocado con repulsión por el director, aunque ciertamente todo con un toque bastante exagerado que hace que pensemos que estamos ante una durísima pesadilla vivida por el protagonista.
Y aún queda por hablar del dilema moral que supone colocar de protagonista a alguien que, dentro de las novatadas y maltratos, no hace más que recibir de su propia medicina, por mucho que pretenda resarcirse. Sin tener claro del todo si hace lo correcto o no en un mundo donde prima la fortaleza y donde, a modo de Esparta o la Alemania nazi, los débiles son sacrificados y humillados por las clases superiores, es imposible no permanecer atento y pegado al asiento. Unas interpretaciones notables, a pesar de lo difícil de creer que el protagonista tenga realmente 16 años. Pero lo más notable es la dirección, sobria aunque brillante, y un guión sencillo, aunque contando con la exageración como punto fuerte para impresionar aún más. La película retrata la violencia de una forma diferente a como lo harían Peckinpah o Leone, no es algo bello, casi un ballet, aquí es algo sucio y rápido, y a diferencia del cine americano, aquí los golpes duelen.
Quizás el argumento pueda parecer trillado, el abuso y el maltrato a estudiantes es algo que siempre se trata del mismo modo, pero no desde el mismo rasero con el que el director envuelve la historia. Y es que se nota cuando está en manos de un cineasta europeo una historia que en América se habría convertido en un dramón ultraviolento sin el mensaje que transmite esta durísima historia. Pero sí deja cierto regusto a cine americano, y no sólo por el look a lo James Dean del protagonista durante toda la cinta. Una puesta en escena brillante, un manejo del suspense totalmente magistral, con algún encuadre que recuerda más a Welles que a Bergman, y con una tensión que se palpa constantemente durante todo el metraje. Como ya he dicho, una durísima crítica al totalitarismo y a la separación totalmente fascista de clases, tema tocado con repulsión por el director, aunque ciertamente todo con un toque bastante exagerado que hace que pensemos que estamos ante una durísima pesadilla vivida por el protagonista.
Y aún queda por hablar del dilema moral que supone colocar de protagonista a alguien que, dentro de las novatadas y maltratos, no hace más que recibir de su propia medicina, por mucho que pretenda resarcirse. Sin tener claro del todo si hace lo correcto o no en un mundo donde prima la fortaleza y donde, a modo de Esparta o la Alemania nazi, los débiles son sacrificados y humillados por las clases superiores, es imposible no permanecer atento y pegado al asiento. Unas interpretaciones notables, a pesar de lo difícil de creer que el protagonista tenga realmente 16 años. Pero lo más notable es la dirección, sobria aunque brillante, y un guión sencillo, aunque contando con la exageración como punto fuerte para impresionar aún más. La película retrata la violencia de una forma diferente a como lo harían Peckinpah o Leone, no es algo bello, casi un ballet, aquí es algo sucio y rápido, y a diferencia del cine americano, aquí los golpes duelen.
30 de noviembre de 2009
37 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es dura. Reparte tanta violencia y golpes que parece como si el espectador tras verla quedara golpeado, tocado, casi noqueado, mucho más que si hubiese pasado por el "Club de la lucha" (David Fincher, USA 1999).
Es una historia que nos atrapa y no permite la perdida de atención casi su entero desarrollo. Y sobre todo es un filme que equivale a un chute de adrenalina, con momentos donde hasta el más pacifista grita: "¡dale, dale, toma cabrón!"
Sin lugar a dudas, la venganza es un plato estilizado, al estilo de Ferran Adriá, que gusta hasta al más indiferente, sobremanera si es la venganza de alguien que ha recibido atropellos incalificables. Y aquí de todo eso hay grandes dosis.
Es una historia que nos atrapa y no permite la perdida de atención casi su entero desarrollo. Y sobre todo es un filme que equivale a un chute de adrenalina, con momentos donde hasta el más pacifista grita: "¡dale, dale, toma cabrón!"
Sin lugar a dudas, la venganza es un plato estilizado, al estilo de Ferran Adriá, que gusta hasta al más indiferente, sobremanera si es la venganza de alguien que ha recibido atropellos incalificables. Y aquí de todo eso hay grandes dosis.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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27 de abril de 2010
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las principales sensaciones que acompañan a esta peli es la de sentir que, en cualquier momento, nuestra propia tolerancia va a encontrar su punto límite, entraremos por vía metafísica a través de la pantalla y haremos justicia por mano propia. O bien, dicho de forma más concisa: la empatía inevitable con el sufrido prota.
Y es que no hay lugar para las vueltas: cuando una peli, cuya temática es la injusticia desmedida a base de fuerzas totalitarias, está plasmada desde la mirada de la víctima...el espectador se transforma, más a la corta que a la larga, en una víctima más.
Desde luego, no sólo el prota se encarga de hacernos carne trémula de su sufrir, es también una fotografía nítida; unos travellings de acercamiento allí, donde no querés ver; un devenir argumental bien conocido, puesto que las torturas serán cada vez peores y se nota poco después de iniciado el conflicto, pero esto no es un error, tan sólo una decisión formal.
El asco que provoca la asepsia de los que tienen el poder, esos garabatos de traje y corbata que cenan como en otro plano junto a las desmesuras que plagan su propia institución. Ese asco es, quizás, el que realmente no se tolera.
Por otro lado, y considero a este el punto tanto más interesante como debatible de la peli, la postura del prota es de una blancura, una excelencia moral que lo ubica, casi sin querer/queriendo, en un terreno que está más allá de toda limitación humana: su manera de resolver el conflicto es una prueba palpable de ello, colocando a este sujeto en una dimensión heroica sólo comparable a las de, por ejemplo, el Mio Cid o el Conde de Montecristo. Aunque es cierto que desafía un poco los límites de la verosimilitud.
Una de esas pelis para ver con los dientes apretados, como masticando maldad...
Y es que no hay lugar para las vueltas: cuando una peli, cuya temática es la injusticia desmedida a base de fuerzas totalitarias, está plasmada desde la mirada de la víctima...el espectador se transforma, más a la corta que a la larga, en una víctima más.
Desde luego, no sólo el prota se encarga de hacernos carne trémula de su sufrir, es también una fotografía nítida; unos travellings de acercamiento allí, donde no querés ver; un devenir argumental bien conocido, puesto que las torturas serán cada vez peores y se nota poco después de iniciado el conflicto, pero esto no es un error, tan sólo una decisión formal.
El asco que provoca la asepsia de los que tienen el poder, esos garabatos de traje y corbata que cenan como en otro plano junto a las desmesuras que plagan su propia institución. Ese asco es, quizás, el que realmente no se tolera.
Por otro lado, y considero a este el punto tanto más interesante como debatible de la peli, la postura del prota es de una blancura, una excelencia moral que lo ubica, casi sin querer/queriendo, en un terreno que está más allá de toda limitación humana: su manera de resolver el conflicto es una prueba palpable de ello, colocando a este sujeto en una dimensión heroica sólo comparable a las de, por ejemplo, el Mio Cid o el Conde de Montecristo. Aunque es cierto que desafía un poco los límites de la verosimilitud.
Una de esas pelis para ver con los dientes apretados, como masticando maldad...
13 de julio de 2007
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una buena película (a mi entender) por varias razones:
- La primera y más importante, Andreas Wilson. Sé que una buena interpretación no convierte un film en bueno pero, debido a que acompañan otros factores, situaré la estupenda actuación de Wilson en el primer lugar. Su cara comunica fuerza y represión a la misma vez. Todo un guaperas al estilo James Dean mezclado con Gandhi. La cámara no esconde en ningún momento su baja estatura, se supone que para demostrar los 16 años (poco creíbles que tiene en la película). Hay que recordar que cuando Wilson hizo "Ondskan" tenía 22 en la vida real...
- El argumento es el típico que parece que ya has visto antes en numerosas ocasiones. Esto parece que sea un contraargumento pero en realidad no lo es. "Ondskan" habla de bullying al estilo "La revancha de los novatos" pero en clave dramática y lo hace como si fuera un tema nuevo, con frescura y humildad. Estan todos los tópicos: el guaperas rebelde que se solidariza con los pringados, su amigo feo pero inteligente, la chica joven que se enamora del guapo, los mayores que pegan a los pequeños, los profesores que no se atreven a meter baza...
- Si esta película hubiera caído en las garras de la todopoderosa Hollywood, hubiera sido o una comedia a lo American Pie o un drama con todavía más sangre y lágrimas. Sin embargo, desde las lejanas tierras suecas, Hafström escribe y dirige una obra como le da la gana, sin caer ni en la risa ni en la lágrima fácil. Y sobretodo sin la presión de la taquilla.
En definitiva, tal vez "Ondskan" se acerque más al cine convencional y comercial al que estamos acostumbrados. Pero no por ello deja de ser una más que correcta película. Hay quien la tacha de Pasable o Regular por el simple hecho de que Hafström sea sueco y no decidiera hacer una opera prima underground, personal e inaccesible. ¡No todo el mundo es Bergman o Moodysson!
- La primera y más importante, Andreas Wilson. Sé que una buena interpretación no convierte un film en bueno pero, debido a que acompañan otros factores, situaré la estupenda actuación de Wilson en el primer lugar. Su cara comunica fuerza y represión a la misma vez. Todo un guaperas al estilo James Dean mezclado con Gandhi. La cámara no esconde en ningún momento su baja estatura, se supone que para demostrar los 16 años (poco creíbles que tiene en la película). Hay que recordar que cuando Wilson hizo "Ondskan" tenía 22 en la vida real...
- El argumento es el típico que parece que ya has visto antes en numerosas ocasiones. Esto parece que sea un contraargumento pero en realidad no lo es. "Ondskan" habla de bullying al estilo "La revancha de los novatos" pero en clave dramática y lo hace como si fuera un tema nuevo, con frescura y humildad. Estan todos los tópicos: el guaperas rebelde que se solidariza con los pringados, su amigo feo pero inteligente, la chica joven que se enamora del guapo, los mayores que pegan a los pequeños, los profesores que no se atreven a meter baza...
- Si esta película hubiera caído en las garras de la todopoderosa Hollywood, hubiera sido o una comedia a lo American Pie o un drama con todavía más sangre y lágrimas. Sin embargo, desde las lejanas tierras suecas, Hafström escribe y dirige una obra como le da la gana, sin caer ni en la risa ni en la lágrima fácil. Y sobretodo sin la presión de la taquilla.
En definitiva, tal vez "Ondskan" se acerque más al cine convencional y comercial al que estamos acostumbrados. Pero no por ello deja de ser una más que correcta película. Hay quien la tacha de Pasable o Regular por el simple hecho de que Hafström sea sueco y no decidiera hacer una opera prima underground, personal e inaccesible. ¡No todo el mundo es Bergman o Moodysson!
12 de abril de 2020
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evil (Ondskan), es una película atípica dentro de lo común del género al que pertenece. Lo que la hace marginal, son las claves que emplea para acceder a unas peculiaridades que refleja acertadamente, desde un guión que se regodea en si mismo, como si del estribillo de una canción se tratase.
Los saberes de la cultura sueca, se encuentran muy lejos, de nuestra cálida sangre efervescente. Los comportamientos de ambas son diferentes, así como sus reacciones.
Hoy día la industria cinematográfica mundial, se halla influenciada por el mercado americano, y tal vez ahí se encuentre la causa por la que no consigue alejar esa cadencia que el cine nórdico ofrece, donde la conducta general se deja arrastrar por una manera distinta de reacción ante los conflictos.
Debo admitir que me ha entretenido, aunque es posible que también me haya dejado arrastrar más, por la incertidumbre y el desconcierto, que la gestión del propio argumento.
Los saberes de la cultura sueca, se encuentran muy lejos, de nuestra cálida sangre efervescente. Los comportamientos de ambas son diferentes, así como sus reacciones.
Hoy día la industria cinematográfica mundial, se halla influenciada por el mercado americano, y tal vez ahí se encuentre la causa por la que no consigue alejar esa cadencia que el cine nórdico ofrece, donde la conducta general se deja arrastrar por una manera distinta de reacción ante los conflictos.
Debo admitir que me ha entretenido, aunque es posible que también me haya dejado arrastrar más, por la incertidumbre y el desconcierto, que la gestión del propio argumento.
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