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Siete días de mayo

Thriller. Intriga En plena Guerra Fría, se sospecha que un enigmático general pretende derrocar al Presidente de EE.UU. por medio de un golpe de estado. El Presidente dispone sólo de siete días para encontrar pruebas que le permitan abortar el golpe. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
30 de agosto de 2009
118 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
(1) Es una de las cuatro películas míticas de Frankenheimer, cuyas revisiones son habituales en asignaturas de análisis fílmico (sobre todo en las planificadas por profesores de tendencias clásicas). Se trata de uno de sus trabajos más sobrios: sin alardes visuales —no los pedía el guión—, pero con abundantes muestras de su innata destreza en la composición del plano.

(2) La historia, una intriga política cercana a la distopía (la novela sitúa la acción doce años después de su publicación en 1962 y describe una cúpula gubernamental totalmente ficticia) en la que un tratado de desarme con el que el presidente estadounidense pretende poner fin a la Guerra Fría divide a la población hasta tal extremo que una facción militar estima necesario un golpe de Estado, parece escrita a la medida del director, y no sólo por sus cualidades como cineasta, sino porque conocía de primera mano el protocolo y la ética militares (llegó a teniente en las Fuerzas Aéreas durante la Guerra de Corea).

(3) Un guión con sus piezas perfectamente ensambladas. Uno de esos juegos geométricos precisos que rozan la perfección en los que parece oírse el tictac del metrónomo.

(4) ¡Kirk Douglas, Burt Lancaster y Ava Gardner juntos! ¡Casi na'! Pregúntale a cada espectador cuál de los tres lo hace mejor, a su juicio, en este película, y obtendrás respuestas dispares. ¿Y si te digo que los secundarios incluso les superan? Edmond O'Brien en el papel de senador de confianza y Fredric March en el de presidente acapararon la mayoría de reconocimientos, y se lo merecían.

(5) Fotografía y dirección artística tan perfectamente compenetrados que fueron nominados al Oscar.

(6) La música. Es de Goldsmith. Apenas refuerza un par de escenas (como siempre decía él que debía aplicarse), pero ahí está.

(7) Podría ser para ti una de esas obras maestras inesperadas, de ésas que nunca están en las listas de las 100 mejores películas según la crítica especializada, pero no por falta de méritos.

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Las siete excusas que justificarían no verla:

(1) Haberla visto ya.
(2) Estar ciego, en estado vegetativo o haber perdido el sentido del (buen) gusto.
(3) Ser víctima de un complot a nivel mundial cuyo más firme propósito sea ocultar la existencia de esta película.
(4) Haber naufragado en una isla desierta.
(5) Ser víctima de un secuestro o de una abducción alienígena.
(6) Ser padre de octillizos.
(7) Estar muerto.
jastarloa
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3 de abril de 2006
54 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
La firma de un tratato antinuclear con los soviéticos agita las calmadas aguas de Washington, enfureciendo a los grupos conservadores y la élite militar. La democracia más antigua de mundo puede estar en peligro de extinción.

En un mundo polarizado en dos grandes bloques cada gesto de acercamiento es una muestra de fragilidad para quienes quieren alimentar el autoritarismo como opición política. “Siete Dias de Mayo” nos enseña qué estrecha es la línea que separa la democracia del dogamatismo y lo alargada que puede ser la sombra del fascismo.

Fankenhemier nos alerta de que la supuesta seguridad de la sociedad occidental es una quimera. Está visión deseperanzada parece un continuo en la obra del director, que también desarrollaría más adelante con “El mensajero del Miedo” y “Plan Diabólico” (siempre en blanco y negro). En “Siete Días de Mayo” la amenza se cierne sobre los cimientos del sistema y el bien más preciado de los norteamericanos: su Constitución de 1776.

El filme gira en torno a la figura del General Scott (Burt Lancaster) que cumple a la perfección con su papel de “halcón”. Le acompañan en la interpretación las “palomas” Kirk Douglas y Frederich March como Coronel Cassey y presidente de los Estados Unidos respectivamente.
La discusión entre el General Scott y el Presidente en el despacho oval es el culmen de la película, repleta de frases entre líneas que sustancian todo el metraje.
Obtuvo dos nominaciones a los Oscar: Edmon O’Brien para mejor actor de reparto y mejor dirección artística en blanco y negro.
Recomendable para los que creen que la democracia es el Shangri-La.
Oscar ARA
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1 de febrero de 2009
37 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores obras de Frankenheimer, acaso sólo superada -a juicio de quien esto escribe- por "El Tren", y que merece figurar con honores dentro de la categoría de filmes de intriga o ficción política.
El filme plantea con brillantez, y dentro del marco histórico de la Guerra Fría, la posibilidad de un golpe de estado por parte de elementos militares estadounidenses contrarios a las políticas de desarme emprendidas por su presidente; partiendo de esta premisa se desarrolla la película, que logra mantener en todo momento el interés y el suspense, sin que sepamos nunca a ciencia cierta cuál va a ser el desenlace final.
Los actores cumplen con creces, especialmente Burt Lancaster, interpretando al general golpista con rigor y contención; igualmente notable es la composición de Kirk Douglas, actor eficientísimo que sirve para todo género, y que aquí encarna la duda entre dos lealtades: la debida al superior militar, y la obligada a los principios constitucionales que ha jurado defender. Frederic March está correcto como presidente, figura siempre idealizada en el cine estadounidense -con alguna excepción, como "Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú"-, circunstancia que también se da en esta película. El resto del reparto funciona igualmente bien, aunque el papel de Ava Gardner se me antoje poco sustancioso para sus capacidades.
En definitiva, una película sumamente atractiva e interesante, y que cuenta además con el mérito de haberse realizado apenas dos años después de la célebre crisis de los misiles, sin rehuir por ello una apuesta clara por la solución pacífica entre las dos potencias.
Quatermain80
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27 de septiembre de 2009
32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sexto largometraje de John Frankenheimer (1930-2002). El guión, de Rod Serling, adapta la novela “Seven Days in May” (1962), de Fletcher Knebel y Charles W. Bailey II. Se rueda en escenarios reales de Paris, Washington, San Diego (Arizona), Imperial County (CA) y en los platós de Paramount Studios (Hollywood, L. A.), con un presupuesto de 2,2 M USD. Producido por Edward Lewis para Seven Arts y Joel Productions, se estrena en sesión de preestreno el 12-II-1964 (Washington D.C.).

La acción dramática tiene lugar los días comprendidos entre el 12 y 19 de mayo de 1970, según señala el reloj digital del Pentágono, en Washington, (Pentágono, la Casa Blanca, calles...), Paris, alrededores de Madrid, San Diego (Arizona) y otras localizaciones. El general de aviación James Mattoon Scott (Lancaster, héroe de guerra, presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, concentra la atención de los descontentos con el tratado de desarme nuclear (destrucción progresiva del arsenal nuclear) de EEUU y la URSS, firmado por el presidente americano Jordan Layman (March). El ayudante de Scott es el coronel Martin “Jiggs” Casey. Scott cuenta, entre otros, con el apoyo del senador Frederick Prentice (Bissell) y del influyente miembro de los medios de comunicación Harold McPherson (Marlowe). Layman se apoya en un grupo de íntimos formado, entre otros, por el senador Raymond Clark (O’Brien) y el senador Paul Girard. Hace un breve papel Eleanor “Ellie” Holbrook (Gardner).

El film suma drama, thriller y unos trazos de romance. El relato se divide en los tres bloques clásicos (planteamiento, nudo y desenlace). Es un thriller de denuncia política y una obra de carácter didáctico, que explica y defiende los referentes básicos de la democracia consagrados en la Constitución de los EEUU (aprobada el 17-IX-1787). Contiene mucho diálogo, poca acción y un grado elevado de tensión. Constituye uno de los mejores film políticos que se han rodado (“Tempestad sobre Washington”, “Trece días”...). Pese a ser una obra de ficción, se inspira hechos reales, como la reacción enfurecida del general Curtis LeMay porque no se hace uso de armas nucleares durante la “crisis de los misiles”, de Cuba. LeMay se refiere entonces a la destitución del presidente. Años antes el general Butler, en descuerdo con la política del New Deal de Franklin Delano Rooselvet, propone la sustitución del mismo en círculos restringidos. También se inspira en el general Edwin A. Walker (1909-93), que desarrolla, tras su retiro del ejército (primeros años 60), actividades políticas anticomunistas. En el film es citado como personaje de extrema derecha junto el antiguo senador Joseph McCarthy (1908-57).

La acción se plantea como una interesante carrera contra reloj, que comienza el domingo 12 de mayo de 1970 y concluye el sábado siguiente día 19. En la novela la acción se sitúa en 1974, pero la película la traslada a fechas de un año y meses antes de la cita electoral del presidente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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3 de junio de 2011
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ficticia película sobre la Guerra Fría que mezcla carcterísticas de distintos géneros: drama, bélica, intriga, thriller... EL gran reparto del que consta colabora a la creación de un gran filme en que el desarrollo de los acontecimientos mantiene una tendencia creciente, aunque le principio es algo incierto, alcanzando el cenit en el final de la misma, por lo que obliga al espectador a mantenerse en vilo, en palabras llanas, es una película que engancha. Los sobrios decorados hacen destacar aun más la grandisima interpretación de los actores, destacando en especial el papel de Kirk Douglas, Burt Lancaster y Fredric March. Los planos fotográficos son realmente esplédidos y permiten observar detalles desde un punto de vista en el que los reflejos, la perspectiva y los planos solapados permiten a la trama adquirir aún mayor interes. Además, la película se introduce en cierta polémica bélico-política sobre el armamento nuclear. Quizá comentar el triste papel otorgado a Ava Gardner, insustancial y prescindible, pero necesario para introducir el amor en este grandiosa película, que debería considerarse uno de los grandes clásicos del cine.
Argael
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