El vestidor (TV)

Qué extraño que esta sea la primera crítica aquí de esta magnífica película. Desde luego que es cine-teatro para minorías, sin acción trepidante ni efectos especiales, pero qué maestría e inteligencia en guión y,qué genialidad en la interpretación, sobre todo de Ian Mckellen y de todos.
Un viejo actor de teatro, ya en las últimas, que consigue representar una vez más El rey Lear de Shakespeare.
Solo eso, pero muy bien hecho. Unos dramas callados, unos sentimientos soterrados, una especie de egoísmo que se atreve a decir su nombre.
Todo tan bien hecho que te mete en la angustia de una representación teatral que no se sabe cómo puede acabar.

Ha sido como ver una obra de teatro dentro de una obra de teatro.
Con sus desvelos, rencillas, amores y secretos.
como se intuye cómo ejerce el genio su influencia, ya sea ese amor odio que crean a su alrededor, pero que nadie puede vivir sin él.

Me ha encantado los diálogos, me he metido dentro de la película esperando a cada minuto más, saber sobre los secretos de cada personaje y como iban haciéndose cada vez más claras sus intenciones. Se desarrollaban como si tuvieran vida propia. Tienen profundidad y esencia. No están huecos y vacíos.
Y todo cargado de casi cuatro paredes, solo con la interpretación de los actores.

Versión televisiva del magnífico texto de Ronald Harwood (del que hay una magnifica versión de 1983 titulada “La sombra del actor”) y que basa todo su poder en el enfrentamiento entre dos titanes de la interpretación como son Anthony Hopkins y Ian McKellen (en la versión anterior eran Albert Finney y Tom Courtenay). Lo que más me ha sorprendido es que tanto Hopkins como McKellen bordean con sumo cuidado la sobreactuación, como alejando al espectador de la “naturalidad” y diciéndoles “esto es teatro dentro del teatro, podemos hacer lo que queramos” con lo que, puede que, a algunos espectadores, les ponga nerviosa la magnífica interpretación de estos dos monstruos. En cuanto al resto, el texto es magnífico y la dirección es sobria (se trata de una película para televisión) con lo que al final te quedas con la impresión de que esto podría haber sido rodado directamente en video en los 70s. Existe una atemporalidad narrativa que no estorba, pero tampoco empuja. Sinceramente, a pesar de todos sus méritos, personalmente creo que esta versión televisiva (a pesar de tener mas medios y mejores actores) está por debajo de su predecesora “La sobra del actor”. A pesar de ello, “El ayuda de cámara” es un divertimento de lo más estimulante para aquellos que fumen en pipa y en casa siempre vista con batín: todo es demasiado inglés, demasiado clásico… demasiado antiguo.

En general una se pregunta siempre ¿por qué el remake?
En este caso hay una respuesta segura, porque es una obra que está absolutamente sostenida para el lucimiento de extraordinarios actores.
Y en este caso McKellen, Hopkins, Watson y Lancashire lo son y bordan sus personajes.
Mención especial para Edward Fox en su breve intervención.
Recomendada fervientemente a aquellos a los que el teatro y la laboral actoral complace.

El teatro siempre debe verse en el teatro. Las adaptaciones teatrales para el cine, frecuentemente sufren claustrofía... la que provocan en el espectador. Al menos en mi caso.

No vamos a cuestionar la profesionalidad de los actores que participan en EL AYUDA DE CÁMARA. Anthony Hopkins, inmenso, como siempre, Ian McKellen, Emily Watson...

La obra sufre el lastre de los diálogos, que son brillantes para una obra representada en un teatro, pero el espectador de cine necesita oxígeno, con exteriores, cambios de escenario, secuencias donde solo la imagen hable.

Considero que un importante porcentaje de los espectadores que nos movemos por Filmaffinity, hemos pensado de manera parecida porque pese a ser un trabajo de una calidad incuestionable, la nota global no alcanza el 6.