Stop at Nothing: The Lance Armstrong Story

Acabo de terminar de ver los dos documentales más conocidos sobre el escándalo que envolvió el dopaje de Lance Armstrong: 'Stop at Nothing: The Lance Armstrong Story’ y ‘The Armstrong Lie’. Aquí va mi valoración de los dos documentales y mi elección.
Para mi gusto ‘Stop at nothing’ se centra demasiado en mostrar el monstruo que fue Lance Armstrong, su espíritu competitivo desmesurado, sus pocos escrúpulos, sus mentiras compulsivas, sus ansias por pasar a la historia como el mejor…; intenta además lavar la imagen de Frankie Andreu y Betsy Andreu, que como bien dicen en el documental vivieron un infierno durante 10 años. Realmente terminas el documental odiando a Armstrong y pensando en qué momento se le fue de las manos. Pero ahí está el problema, creo que no sabe profundizar en el problema, en la corrupción de los altos estamento de ciclismo y de la administración de EEUU, algo que si hace y de forma mucho más coherente ‘The Armstrong Lie’. ‘Stop at nothing’ busca más el entrenamiento palomitero, que cada 5 minutos digas ‘madre mía que hdp!’, ‘pero como puede mentir así’, y un largo etcétera de exabruptos.
Por el contrario ‘The Armstrong Lie’ me parece un documental más robusto, más documentado y menos tendencioso, aunque también deja espacio para el sensacionalismo. Además, muestra de forma mucho más ordenada los hechos y los implicados, mostrando que el dopaje era, si algún día dejó de serlo, un mal endémico del ciclismo. Como bien se dice en el documental, no ganaba el mejor, sino quien tenía al mejor médico, y Armstrong lo tenía.
Así pues, de recomendar uno de los dos documentales me quedo sin duda con ‘The Armstrong Lie’ tiene más empaque y la historia está mejor contada; si por el contrario tenéis un mal día y os apetece poner a parir a alguien, decantaos por ‘Stop at nothing’.

Una de las historias más nefastas del deporte mundial, y uno de sus villanos más abominables, tal vez al que la historia vaya colocando poco a poco en el Olimpo de la vergüenza deportiva.
Tal vez la razón de aquello sea que nos engañó a todos, quién no podría ser fanático o por lo menos simpatizante de un hombre que supera un cáncer diagnosticado en la flor de su juventud, que vuelve a la máxima competición y logra inscribir su nombre como uno de los más grandes entre los grandes, ¿cómo por lo menos no sentir simpatía hacia él?
Todos podemos ser fanáticos de Sampras, o preferir a Agassi; o si hablamos hoy (2015) nos inclinaremos hacia Nadal o hacia Djokovic. Pero Armstrong tuvo el privilegio de ser un deportista, que logró gracias a aquella peculiar y dramática historia de vida y superación personal, agrupar a todos, con escasas excepciones, algunos cuantos detractores y algunos desconfiados.

El documental funciona bien y logra ordenar de un modo muy eficaz la cronología de los hechos de esta patética historia del ciclismo mundial, no puedes perderte el lenguaje corporal de Armstrong al mentir, propio de libro, esconde los labios, pone los labios y la boca de forma “simiesca”, ríe ante preguntas serias, da muchos detalles en preguntas que requieren un “si” o un “no”, e incluso dice que “si” con la boca mientras su cabeza claramente hace el movimiento lateral inconfundible del “no”.

Yo no sé si el ciclismo sea el deporte del doping por excelencia, pero es evidente que es uno de los más mancillados por aquello. De lo que si estoy seguro es que tal vez la exigencia física de algunas competiciones como el Tour de France sea superior a la que un ciclista de élite pueda soportar y es por ello que la mayoría tiende a utilizar estas sustancias, no los estoy justificando, pero tal vez el grado de exigencia es simplemente insoportable.
Dr,Juventus