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Princesita

Comedia. Musical Ilonka Tolnay (Deanna Durbin) es una campesina húngara que, cada tanto, sale al mercado para vender animales. En una de esta salidas, compra una carta de la suerte a un gitano y al ver que, pronto, la primera frase que aparece allí escrita se hace realidad cuando se encuentra con el panadero Laci Teschek (S.Z. Zakall), acepta marcharse con él rumbo a la capital de Austria donde, en breve, durante uno de los frecuentes desfiles de la ... [+]
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Críticas ordenadas por utilidad
21 de mayo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En incontadas ocasiones puede decirse que se ama, pero cuando las acciones solo indican desamor, las palabras lucen huecas y sin sentido alguno. El amor puede decirse bellamente con palabras, pero solo las acciones darán prueba fidedigna de que está vivo. Y es tan inmenso el verdadero amor que, únicamente palpita cuando pensamientos, palabras y acciones confluyen en una entrega plena. De no ser así, no es Amor y cualquier otra cosa es pura apariencia.

Lo que más me gusta del personaje que, en cinco diferentes historias, y siempre con el director Henry Koster, ha interpretado hasta ahora la adorable Deanna Durbin, es su compromiso férreo e indeclinable con el Amor manifestado en el servicio. La Ilonka que veremos en “LA PRINCESITA”, es una joven campesina húngara que, al llegar al mercado con el deseo de vender una cabra, no consigue resistir la tentación de conocer su carta de la suerte con el gitano de turno, no obstante que el precio (cuatro peniques) le resulta demasiado alto. Cuando la lee, la ilusión invade el corazón de la linda chica:

“Tu futuro está en Viena.
Tu esposo será un artista.
Tu amigo necesitado será grande y poderoso como hombre.
Pero deberás tener cuidado, pues el amor verdadero te golpeará con un palo”.

La primera oportunidad no tarda en presentarse… y así comienza el compromiso de esta joven para luchar por lo que le gusta y sobre todo por lo que más ama. El filme tiene algo de “ya lo vi” en sus filmes anteriores, pero la historia de Ernst Marischka -escritor y reconocido director de la posterior serie sobre la emperatriz Sissi- tiene ese toque pastoril y palaciego que pronto brilló en sus propias películas. Por primera vez, la Durbin luce bastante coqueta regalándonos inclusive un “eternal striptease” bastante encantador. Y a su lado, el húngaro favorito del gran Michael Curtiz, S. Z. Sakall, desborda su eterna simpatía como el panadero que la lleva, y además la acoge, en la capital de los valses. Robert Cummings, el seductor y confundido músico de “Su última diablura”, es aquí el compositor que llena su corazón, y Henry Stephenson se pone una vez más la “corona”, esta vez como el emperador austríaco, Francisco José, de puertas abiertas y de corazón bondadoso.

Un poco de ingenio, otro tanto de entusiasmo, y mucho de perseverancia, harán realidad cualquier sueño por imposible que parezca. Esta es la gran enseñanza que nos ha legado Deanna Durbin.

Título para Latinoamérica: “DESFILE DE PRIMAVERA”
Luis Guillermo Cardona
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