Amor a la italiana

Amable comedia de corte melodramático (sin hacer sangre), que resulta "bonita" en líneas generales pero también bastante irregular.
Y es que tiene una primera parte, por así decirlo, francamente conseguida. Con humor, la presentación de los personajes principales está bien mostrada. Además, contemplar los preciosos paisajes de la Toscana gracias a la estupenda fotografía de Mike Eley se disfruta en medio de escenas bucólicas y evocadoras como la sesión de cine al aire libre o los intentos por vender la vieja casa donde vivieron sus más felices años la pareja protagonista (estupenda Lindsay Duncan).
Sin embargo, poco a poco el filme va perdiéndose paulatinamente según pasan los minutos. Sin que aburra nunca pero volviéndose más convencional y rutinario, hasta llegar al final previsible que todos adivinamos sin esfuerzo.
Se ve sin ningún problema pero es una pena que teniendo buenos mimbres la cinta no llegue muy lejos, pero al menos está llena de buenos sentimientos y también algo de dolor debido a la pérdida y a las decisiones erróneas del pasado.

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Estéticamente es una delicia. La vi en un pase privado, y creo que eso mismo me hizo disfrutarla más. Aunque he de admitir que resulta extremadamente convencional y escasamente sorprendente.

Liam Neeson, se encuentra en un momento complicado para su carrera cinematográfica... Ya no puede acometer esos papeles en películas de acción donde participaba con mayor o menor solvencia. El paso del tiempo, ya limita sus proyectos.

Previsible, con un lado cómico que me hizo bostezar, y a la vez carente de cualquier giro inesperado. La hemos visto tanto, que sabemos como terminará. Y exactamente así sucede.

Excelente fotografía de Mike Eley, razón de mi puntuación. Lo único que la salva. Aunque no creo que nadie vaya al cine por contemplar bellas imágenes bien filmadas de la Toscana.

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Se ve con agrado tanto por la belleza del paisaje como por las interpretaciones de Neeson (padre e hijo, éste, Richardson, con un carisma especial) y la fenomenal participación también de Lindsay Duncan como agente inmobiliaria. Cierto que la historia puede remitirnos ya a otras pero el buen tono general es digno de valorarse y tiene también unos suculentos gags como el relativo al primer influencer de la historia que empezó tan solo con doce seguidores ;)) También buenas observaciones sobre el amor, vehículo seguro para la decepción si no lo remontas con aquél... En fin, yo me lo he pasado bien y por ello me parece excesivo que críticos muy rigurosos se la carguen sin más... No juega en la línea de las 'vanguard', vale, pero ni falta que le hace. Gracias.

Al escuchar la premisa de esta cinta no pude evitar acordarme de otras tantas obras, principalmente de Un buen año, de Ridley Scott. Y eso quizá es su principal punto en contra, que no nos cuenta nada nuevo y suena todo a visto anteriormente.

Pero no es una mala película en sí misma, tiene cosas interesantes. Conociendo de fondo la historia de los actores protagonistas, que también son padre e hijo en la vida real esta interpretación ha tenido que ser especialmente emocionante para ambos, y eso en pantalla se transmite. Así mismo, el papel de Natalia interpretado por Valeria Bilello es entrañable y funciona bien con ambos personajes.

El apartado de la fotografía es algo me no me ha terminado de encajar, puesto que teniendo un pasiaje como el de la Toscana tiene algunos planos bastante poco llamativos, y creo que eso juega un poco en su contra.

En resumidas cuentas, es una película que se puede ver, y siendo el primer largometraje del director (y hasta ahora actor) James D'Arcy sale bastante bien parado.

*Debut en la dirección

Como hemos mencionada, Una villa en la Toscana (Made in Italy) supone el debut en la dirección del actor británico James D’Arcy, que además se encarga también del guion. En lo que es una historia sencilla, cimentada en las interpretaciones y en su localización en la preciosa región de la Toscana. Región muy explotada en el cine, que aquí vuelve a servir de escenario perfecto.

El desencadenante de esta historia es la acuciante necesidad económica de Jack (Micheál Richardson), un joven que trabaja en una galería de arte y que ve en la casa familiar de la Toscana la solución a sus problemas. Eso sí, para ello necesita a su padre, Robert, (Liam Neeson) un artista bohemio con el mantiene una relación poco cercana. Unos problemas entre padre e hijo que se iniciaron, muchos años atrás, tras la prematura muerte de la madre y esposa. Y que con el viaje a tierras italianas ambos intentaran curar.

*Relaciones paternofiliales

Por eso se puede decir que Una villa en la Toscana (Made in Italy) es otra cinta sobre familias disfuncionales, en las que la relación paternofilial ha sufrido una desconexión. Robert y Jack son unos extraños, incapaces de mantener una conversación verdadera, desde que la esposa y madre falleció. Siendo ambos dos exponentes de una masculinidad más tradicional, alejada de las que últimamente viene representando el cine. Ya que Robert simboliza al típico hombre incapaz de expresar sus emociones, en una actitud que ha arrastrado a su hijo Jack.

Porque Robert ha sido incapaz de aceptar la pérdida y ante ello ha imposibilitado a su hijo la posibilidad de tener una memoria. Una memoria con la que recordar y poner luz a toda una serie de episodios que han permanecido años en la oscuridad. En una actitud que subraya la imperiosa necesidad que todos tenemos de guardar en nosotros la memoria de los nuestros.

*Todo bien, mientras no se pone dramática

Problemáticas que guían la trama, siempre con un tono cómico, muy inglés, y elementos de la típica comedia romántica. En una subtrama amorosa que sigue la línea agradable y bucólica de toda la película. Eso sí, cuando el humor deja paso a secuencias más dramáticas Una villa en la Toscana (Made in Italy) descarrila.

El guion no tiene la fuerza, ni la originalidad para captar la atención del espectador ante el aflicción de sus dos protagonistas, que además tienen que cargar con una culpa, que especialmente en el caso del padre, se descubre insoportable.

Aunque sí que es destacable las interpretaciones de un Liam Neeson ensimismado en un personaje muy acartonado y un sorprendente Micheál Richardson que brinda vigor y vulnerabilidad a su personaje.

Sin olvidar la preciosa localización que protagoniza muchas de las secuencias y que sirve para mejorarlas. En lo que se torna un personaje más y un recurso, tristemente, desaprovechado por el director.

*Conclusión

Resumiendo, Una villa en la Toscana (Made in Italy) repite la fórmula, de otras muchas cintas, que hablan sobre pérdida, pena y posibilidad de sanación. Con un padre y un hijo envueltos en una inexistente relación que ante su vuelta a la Toscana, verán ante ellos una oportunidad de seguir adelante.

Con el atractivo de su localización en la mítica región de la Toscana y el duelo interpretativo entre Liam Neeson y su hijo Micheál, la cinta no promete perdurar, pero sí que asegura un rato agradable. Un pequeño oasis de buenas intenciones y fraternidad, que servirá a aquellos admiradores de Neeson con ganas, exclusivamente, de desconectar durante hora y media.

Escrito por Laura Tabuyo Acosta