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Edvard Munch (TV)

Drama Drama documental que describe al joven Edvard Munch. Muchos de los diálogos fueron tomados del diario íntimo de Edvard Munch. Todos los personajes están interpretados por actores amateurs, lo que otorga al film algunas características de documental ficticio. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2019
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una indagación del mito romántico del artista atormentado y genial como nunca antes se había visto. También es un acertado retrato de la época moderna. Tal idea es un tópico muy manoseado en todo tipo de producciones, la diferencia aquí es que la propuesta de Watkins es ambiciosa, pues se propone demostrar como la tensión entre los dos polos morales de su época (el conservador y el progresista) producen en él un conflicto interno que agrandarán sus problemas en el mundo. Por lo tanto la larga extensión queda justificada cuando no sólo se pretende esbozar el trasfondo familiar, también se nos habla del entorno artístico en el que Munch se movió, se mencionan los hechos históricos que en paralelo se producían a su historia así como un rápido y preciso retrato de las diferentes capas sociales de la sociedad noruega.

Todo esto sazonado con un montaje intrincado que suele recuperar y reiterar una serie de imágenes recurrentes (principalmente de las tragedias familiares) que plasman las obsesiones que pueblan la mente de Munch, lo atormentan y le hacen no conformarse con lo convencional e indagar más allá de los cánones preestablecidos. Con eso Watkins apunta a algo bastante preciso: es la crisis o el dolor lo que conduce al cuestionamiento de las cosas, lo que nos hace ver que aquello que nos envuelve nos es inamovible, que una parte importante de la verdad no está plasmada en los valores, las ideas o las obras de nuestro tiempo. Ésa es la base del ideal progresista y fue lo que hizo a Munch reflexionar sobre su arte hasta el final dar con algo que supondría el inicio de una nueva fase del arte: la subjetividad. Watkins nos hace ver con acertados e ilustrativos comentarios como las investigaciones pictóricas de Munch le hicieron descubrir las mismas cosas que los pintores impresionistas sin por ello mantener verdadero contacto con ellos. Se nos habla de un mundo herido por una moral represiva y anquilosada, cuya reacción niega los fundamentos del cristianismo, de modo que la visión del hombre es el centro del mundo y no el Dios adorado por las diferentes iglesias. La visión del hombre ha de impregnar su obra por tal de hallar la libertad negada.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, es obvio que el largometraje no pasaría de tópico si no mostrara todas esas cosas que erosionaban la mente del artista: la moral luterana que sesgaba la libertad individual y por ejemplo hace que la amante de Munch se case por convención social cuando en verdad lo que desea es una vida más desenfadada, con parejas temporales antes que estables. Vemos que ese punto afectará seriamente a Munch y lo atormentará el resto de su vida. Como contrapunto el testimonio de una mujer liberada sirve para equilibrar el discurso y demostrar que el dolor emocional no lo causa la promiscuidad si no la mentira y el engaño. Además, también la insuficiencia de la medicina de la época le hace lamentar enormemente la pérdida de su hermana, experimenta un sufrimiento que sus cuadros abordarían con honestidad y contundencia, provocando no pocas iras entre los críticos, artistas reaccionarios y otras gentes de mente estrecha y juicio chato.

Un punto que a mí me gustó mucho y me metió de lleno en la narración fue la contextualización que Watkins realiza. Sin minimizar el sufrimiento de Munch, Watkins también muestra entrevistas a niños que son explotados en las fábricas y las mujeres que han de trabajar 18 horas diarias y algunas incluso se prostituían porque la paga era miserable. Una miserable corona al día. Todo eso creo que pone en perspectiva la visión de la sociedad noruega de la época sin excederse en su identificación con su personaje central. Los datos ofrecidos acerca de la vida en la Cristania del siglo XIX, los comentarios de las obras de arte, así como el hecho que muchos de los diálogos están sacados de los diarios de Munch y los escritos de otros de sus contemporáneos nos demuestra que el trabajo previo de documentación fue exhaustivo y por eso al final se transmite esa sensación de consistencia, que el director domina su material y nos habla de algo que conoce bien. Y que lo hace con sabiduría y serenidad. Tal ambición, el acabado de la narración y el virtuoso manejo del montaje al final aportan una sensación de plenitud que no me extraña que haya seducido a tantos cinéfilos.

Pero decía que todo el terreno abarcado al final logra plasmar una mente ciertamente compleja, nos hace palpar la fragilidad del terreno que pisaba y como la idea que se mueve entre la genialidad y la locura adquiere un relieve casi físico: comprendemos que simplemente necesitaba ir más allá de las apariencias, exhibir todos los tormentos, las incertidumbres y las decepciones con las que el ser humano carga a lo largo de su vida. Munch se vio atrapado por el clima represivo pero también por el exceso de libertinaje de sus correligionarios, se dibuja así un cuadro caótico y disolvente, en el cual el inconsciente colectivo se ve sobrepasado, y que debería culminar en la II Guerra Mundial, cuando el malestar de la sociedad convencería erróneamente a un amplio sector acerca del espejismo de una contrarrevolución que pusiera fin a semejante exceso de libertad.

A fin de cuentas el film tiene valor como retrato de la moral luterana, del artista moderno y de un proceso histórico ciertamente convulso. De Watkins hasta hoy sólo había visto "Punishment Park", que no me entusiasmó, pero tras ver ésta comprendo que mi idea de Watkins era bastante desacertada. La claridad, la precisión y la honestidad con la que habla de los diferentes temas me hace pensar que el enorme elogio que le dedicó Ingmar Bergman a esta película está del todo justificado. Es el trabajo de genio. ¿Quién es el genio? ¿Watkins o Munch? ¿Ambos?
Jean Ra
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23 de febrero de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Watkins filma una película, sobre todo, para fans de Munch. El hecho de que conceptualmente esté dividida en dos películas consigue que se digiera mejor. Nunca llega ser soporífera, pero tampoco llega a transmitir la fuerza que un producto audio-visual puede ofrecer, da la sensación de que tiene potencial, pero no es del todo aprovechado. Otro defecto es que no aparece (solo al final, como dato) su ingreso en el psiquiátrico, uno de los momentos más importantes en la vida de Munch. Se centra en demasía en su obsesión en algunas de sus relaciones, cuando el artista noruego era más que eso. La actuación de Westby, los flaschbacks, el guión, la idea de introducir el contexto social cada vez que se cambia de año... son un acierto, pero se echa en falta la emoción y la épica que conviven con el drama: haber filmado mejor la fuerza creadora del creador de "El grito". La primera parte es, si cabe, más interesante, al quedar perfectamente explicada su infancia y el origen de su forma de ser. En sus mejores momentos recuerda, evoca, al intimismo de las películas de Bergman.
gpiqueras
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5 de octubre de 2023
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Abundando en nuestro gran pintor, esta cinta es un drama documental que hace una semblanza apasionante del joven Munch. Los diálogos han sido tomados, como la anterior, de su diario íntimo.

Todos los personajes están interpretados por actores amateurs, lo que otorga al filme las características de un documental.

Magnífica la dirección de Peter Watjins con un guion de su autoría basado en la mencionada biografía del propio Munch. Watinjs es un cineasta británico conocido por su estilo innovador y crítico, que mezcla ficción y realidad, y que utiliza actores amateurs para dar más autenticidad a sus relatos, Geir Wetsby, Gro Fraas o Ragnvald, entre otros.

Película muy elogiada en su momento que destaca por el retrato conmovedor, complejo y franco del artista atormentado y superlativo que fue. De igual manera, hace una detallada exploración de la textura, los componentes y la técnica de su pintura.

Muestra igualmente el contexto histórico, social y cultural en el que Munch se desenvolvió, marcado por la rígida moral luterana, la revolución industrial, el surgimiento del socialismo y el feminismo, y los conflictos políticos entre Noruega y Suecia.

Utiliza el filme un montaje intrincado que recupera y reitera una serie de imágenes recurrentes, tomadas de las obras o de los recuerdos de Munch, que plasman las obsesiones que pueblan su mente y le hacen buscar una expresión subjetiva y original.

La película, con sus 221 minutos, puede resultar excesiva para algunos espectadores, pero esta duración se justifica por la ambición de la propuesta, la riqueza de su contenido y porque al final, tenemos la sensación de conocer al artista en sus principales lineamientos.

Es una película remarcable que merece la pena verse para conocer mejor a uno de los grandes artistas de la historia contemporánea.
Kikivall
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25 de febrero de 2024
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Rara mezcla de drama biográfico y de documental sobre un artista clave del siglo XIX, empeñado en la representación pictórica del alma, de las regiones interiores y turbias del hombre antes que de la mera apariencia externa, precursor de vanguardias y detestado por la crítica y el público bienpensante. Herido por duras experiencias infantiles, relacionadas con la tuberculosis y la pérdida de su madre y hermana, durante su vida mantuvo relaciones de amor-odio con las mujeres… todo ello le convierte en un genio torturado de manual, pintor de la soledad, la angustia y la incomunicación humana, de estados mentales convulsos (los suyos propios) antes que de realidades concretas y acabadas.

Mediante recursos que aproximarían la propuesta a un primitivo falso documental, tales como zooms, entrevistas (con los personajes) y miradas a cámara, o un tratamiento del off como de documental puro y duro, este director británico parece querer distanciarse del mero biopic, como reflexionando a partir de lo audiovisual sobre el propio género y la reconstrucción histórica de un período: cada año que transcurre es citado haciendo mención de hechos relevantes que tuvieron lugar (sin aparente conexión con Munch), como en un afán por encuadrar y contextualizar a toda costa al autor de "El grito".

Se destaca el retrato de las condiciones sociales y económicas de su Cristiania natal (datos muy chungos sobre prostitución y trabajo infantil), del mundillo bohemio de librepensadores, con las tensiones entre conservadurismo y nuevas corrientes de pensamiento que anticipan los movimientos socialistas, feministas, etc. que son reprimidas por la autoridad… las relaciones conflictivas entre los sexos, el desengaño de una feliz utopía que encarna ese otro nórdico cabrón que es el dramaturgo Strindberg (se juntan el hambre y las ganas de comer en cuanto a misoginia galopante) tienen especial peso en un film megalómano, vanguardista, que se extiende hasta las más de tres horas de duración.

Si este trayecto vital es contado linealmente y se detiene de forma algo interruptus (casi como inventándose su final), el montaje se convierte en un caótico, fragmentado cúmulo de impresiones, funcionando por asociación de ideas, moviéndose entre distintos tiempos y lugares… lo mismo ocurre con el montaje sonoro, pues diálogos, ruidos ambientales, etc. en ocasiones no se corresponden con lo que vemos en pantalla (con irónico efecto). Cual estribillo machacón acuden una y otra vez las mismas (sórdidas) imágenes de niñez, de adolescencia (la presencia de la muerte, otro tema básico en Munch) a modo de obsesivos traumas… y así acaba llegando la peli a un nivel de confusión y repetición que puede jugar en contra. Todo un conjunto de estrategias narrativas que buscan, entiendo, emular lo volátil de la pintura del biografiado, con tal de plasmar mejor su espíritu y el de su tiempo.

Recibe atención el proceso de creación, sus técnicas y materiales, cómo evolucionan, aunque la base de su inspiración tampoco es que varíe. El actor protagonista comunica más con sus continuas miradas a cámara que con palabras, y los demás son intérpretes no profesionales, algunos parece que gente normal, ofreciendo su propia opinión (a menudo negativa) sobre la obra del noruego.

Ardua (por qué no decirlo) por su extensión y aspectos poco convencionales, una crónica pese a todo fascinante de una época, que trasciende a su figura central para hablar de arte, política, historia, pensamiento y la relación entre todo ello.
Don Hantonio Manué
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