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Historias de miedo para contar en la oscuridad

Terror Un grupo de adolescentes debe resolver el misterio que rodea a una serie de repentinas y macabras muertes que suceden en su pueblo. Producida por Guillermo del Toro. (FILMAFFINITY)
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Críticas 74
Críticas ordenadas por utilidad
9 de agosto de 2019
67 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que se anunció este proyecto de terror, tuve curiosidad en él. Producida (y escrita, junto a otros) por Guillermo del Toro, la película es una adaptación de una popular novela, que recopila relatos cortos de terror.

Una vez las críticas han sido más que favorables, me he decidido a pasar por los cines para comprobar si esta nueva producción de terror estaba a la altura de los positivos comentarios o era un bodrio digno de directo al videoclub (que a primera vista es lo que parecía, y es que los trailers no le han hecho ninguna justicia).

Pues bien, puedo confirmar, con mucha satisfacción, que nos encontramos ante un cuento de terror clásico, tan efectivo como entretenido, y que, sin ser ninguna obra maestra (tampoco lo pretende) hace pasar un buen rato, que no es poco.

La dirección corre a cargo del mismo responsable de la estimable “La autopsia de Jane Doe”, que ya estaba muy bien dirigida. Se nota su mano firme, ya que hay una serie de “set pieces” la mar de logradas y espeluznantes, que están por encima de la media en lo que respecta al género. No obstante, en los momentos oscuros no se aprecia casi nada, aunque, afortunadamente, estos no ocupan todo el metraje, pero conviene recalcarlo.

La película sucede a finales de los 60, en plena era Nixon y con el conflicto de Vietnam de telón de fondo (lo cual no es casualidad y hay un importante mensaje sobre ello), estando la ambientación más que cuidada y hay bastantes homenajes a clásicos del terror, así como un tono (acertado) que apuesta más por la aventura y el toque juvenil, que no por lo visceral, así que no esperéis mucha sangre (o gore), porque no la hay.

Se nota la mano de Del Toro, ya que la película cuenta con una gran galería de monstruos, a cada cual más tétrico, y que harán las delicias de los aficionados al género. Si estuviéramos hablando de un producto de la saga Warren, tendríamos más de cinco “spin-off” sobre sus inquietantes criaturas.

En cuanto al guión, no han descubierto la pólvora, precisamente, pero hay un cuidado y cariño a la hora de contar la historia, y se nota que los responsables estaban realmente implicados en el proyecto, no siendo una película de terror al uso, destinada a amasar millones a costa de unos resultados mediocres. Vamos, el 80% del cine de terror reciente.

Los personajes están bien dibujados, y te preocupas por ellos, ya que tienen buenos diálogos y caen bien al espectador, como debe ser, ya que no son mera carnaza, de nuevo, como en casi todas las películas de terror.

Conviene confirmar que la película no da miedo (aunque sí tensión y hay algún momento muy “creepy” digno de recordar) pero es que es muy complicado lograrlo en los tiempos que corren, donde todo está visto. No obstante, creo que si se hubiese estrenado hace treinta años sería un clásico indiscutible del género.

En el reparto tenemos algún rostro conocido en lo que respecta a los adultos, pero son los jóvenes protagonistas quienes se llevan la palma, ofreciendo buenas actuaciones. Un buen casting, desde luego.

A destacar los efectos de maquillaje (maravillosos) y los efectos especiales, de los cuales no se abusa (como debe ser), haciendo que las criaturas que aparecen en pantalla sean realmente terroríficas.

Cómo último apunte, mencionar que es un error estrenar una película semejante en pleno verano (y más con la competencia que hay) cuando la trama sucede en Halloween y es perfecta para dicha festividad. Fallo de los productores. Sobra decir que esta película, aunque no da realmente miedo, es perfecta para dicha noche.

En conclusión, estamos ante una estimable cinta de terror, que, aunque no revoluciona el género, sí está por encima de la media, y ofrece un espectáculo clásico y entretenido, que no todos sabrán apreciar, pero que un servidor ha disfrutado, porque da más de lo que promete y siempre desde la humildad (se nota el poco presupuesto, pero a la vez se aprecia cada dólar invertido).

Una película de terror con su encanto y muy recomendable, que sabrás apreciar si te gusta el cine de terror clásico y te dejas los prejuicios en casa. No me importaría una segunda parte. Una grata sorpresa.

Más críticas: ocioworld.net
Javi McClane
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8 de agosto de 2019
86 de 149 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas, convendría resolver un par de temas. Lo primero, inventar un nuevo género para referirse a este compendio de películas norteamericanas ochenteras de características tan reconocibles, cuya nostalgia parecemos condenados a arrastrar eternamente. Son aquellas entrañables aventuras protagonizadas por niños, adolescentes en ocasiones, marginados por la sociedad y víctimas de los abusos de sus compañeros de colegio. Historietas que a veces eran edulcoradas con algún toque fantástico y casi siempre reforzadas por tristes conflictos vivenciales, como el divorcio de los padres, la incomunicación con los mismos o el clásico choque de clases. Algunos ejemplos son E.T. (Steven Spielberg, 1982), Los Goonies (Richard Donner, 1985), La historia interminable (Wolfgang Peterson, 1984), El secreto de la pirámide (Barry Levinson, 1985), Exploradores (Joe Dante, 1985), Jóvenes ocultos (Joel Schumacher, 1987) Cariño, he encogido a los niños (Joe Johnston, 1989) o la más tardía Jumanji (ídem, 1995).

Creo necesario apuntar cierto detalle antes de continuar. Este género (de nombre, por el momento, inexistente) destacaba principalmente por ser un producto dirigido a toda la familia. Desde esta premisa presentaba, en ocasiones, pequeñas extensiones que se desviaban levemente hacia otros géneros, como el drama (casos de El club de los cinco - John Hughes, 1985- y Cuenta conmigo – Rob Reiner, 1986- ) o el terror (casos de Poltergeist - Tobe Hooper, 1982 - y Gremlins - Joe Dante, 1984-). Es en este último en el que se aferran, curiosamente, ciertos productos contemporáneos que reproducen el mentado género ochentero. Pienso en casos como Super 8 (J.J. Abrams, 2011), Stranger Things (2016, Matt Duffer), It (Andy Muschietti, 2017), Ready Player One (Steven Spielberg, 2018) o el título que nos ocupa, Historias de miedo para contar en la oscuridad (Andre Ovreadl, 2019). Y esto nos lleva al siguiente punto: convendría inventar también un género que englobe estos títulos contemporáneos cuyo motor principal es su nostalgia hacia el género descrito.

Lo siguiente seria aprobar una ley (y esta tiene que valer por cualquier tipo de película) que condenara a trabajos forzados a todo director que se atreviera a reproducir determinados “tópicos terroríficos”. Habría que prohibir, por ejemplo, este cansino recurso de eliminar toda la música y efectos sonoros para conducir algún personaje (a velocidades tan lentas que uno teme acabar retrocediendo en el tiempo) hacia un previsible sobresalto, propiciado por el estallido de todos los altavoces. Tuvimos suficiente con las 132 primeras veces. Habría que prohibir, también, la introducción de crescendos de violines de sonido ultra-sónico diez minutos antes de presentar una imagen terrorífica. Fue impresionante en El resplandor, un diez por su descubridor. Tratemos ahora de encontrar una (¡sólo una!) nueva fórmula para sugerir peligro inminente. Habría que aprobar, en definitiva, una ley que impidiera a los directores seguir exprimiendo esta piel de naranja cuyo contenido lleva agotado más de veinte malditos años.

Cabe señalar, con todo, que estos “tópicos terroríficos” no responden tanto a dicha “reproducción ochentera” como a una tendencia actual, heredera de otros títulos más posteriores como Scream (Wes Craven, 1996), El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999), Lo que la verdad esconde (Robert Zemeckis, 2000) o Los otros (Alejandro Amenábar, 2001). Historias de miedo para contar en la oscuridad es el ejemplo perfecto de esta curiosa mezcla: una reconstrucción del “género ochentero” (el comentado en los dos primeros párrafos) bañada por los más típicos y tópicos “recursos terroríficos” (aquello descrito en el tercero). Y nada más. En resumen, el tipo de película que jamás vería la luz si mis anheladas prohibiciones llegaran a ser ejecutadas.
Martí
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15 de agosto de 2019
35 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
"No sé si levantarme a por la sal o llorar sobre la sopa".
Ajo.

Siempre se me cae el alma a los pies cuando una película hace aguas en su primera secuencia. Ella me mira desde el suelo y le susurro enfadado "¡vuelve aquí, desgraciada!". Pero ya no hay nada que hacer. Soy un desalmado, leéis sobre aviso.

Vamos al grano. Esta película no habla de nada. Sí, bueno, podríamos argüir que hay una metáfora de fondo sobre cómo las mentiras se vuelven verdades por el mero hecho de repetirlas. Pero creo que más bien ese es el tema del proceso de creación de esta película, en la que todos los que han participado se han tenido que convencer forzosamente de que estaban haciendo algo bien. En la película, en cambio, ese tema hace la función de una suerte de explicación final de lo que está pasando. Pero no hay tema. Nos falta un ingrediente.

Los personajes están construidos en base a clichés, no tienen un background, no tienen una historia más allá de lo que se ve en pantalla. Su mundo no existe, solo están ahí porque son necesarios para la historia que se cuenta. Son unidimensionales y no cambian (al menos no de forma coherente respecto a lo que viven durante la película). Nos faltan dos ingredientes.

No tenemos tema ni personajes, pero sí argumento. Un libro en el que las historias se escriben solas y predicen el inminente final de un personaje. Y las historias que cuenta están relativamente bien.

Ahora juntamos los ingredientes y tenemos... un argumento con varias marionetas y una explicación que lo une todo.
A alguien le pareció suficiente para producir la película.

Me sorprendió mucho la torpeza con la que está dirigida, y es que el director André Øvredal no es nuevo en el género del terror. Ni en el cine, vaya. Desde planos que no encajan (el lanzamiento de bolsa ardiente), hasta el 'jumpscare' con música a un millón de decibelios de volumen como único recurso (¡único!) para resolver las escenas de terror, pasando por la sucesión de primeros planos y planos detalle motivados por nada.

Pero no todo es negativo. Podemos sacar un mensaje bonito y esperanzador de esta película. Y es que, si a pesar de todos estos tropezones la película ha funcionado, también yo puedo llegar a ser director de cine.
miguel
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8 de agosto de 2019
29 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los libros de Alvin Schwartz con escalofriantes ilustraciones de Stephen Gammel se han convertido, desde su publicación en los años 80, en una fuente de pesadillas para las generaciones más jóvenes; el avispado Guillermo Del Toro, como buen amante del terror, se atreve a dar carne y hueso a los terrores de Schwartz y Gammel en una adaptación libre que funciona como una puerta fantástica para que los más jóvenes se acerquen al terror clásico.

La familia Bellows no solo trajo la prosperidad al pueblecito de Mill Valley cuando instaló su fábrica de papel, también llevó la leyenda de Sarah Bellows: encerrada en su habitación, contaba historias de miedo a los niños que se acercaban al lugar. Esta noche de Halloween tres niños – Stella, Auggey y Chuck – se atreven a entrar en la casa abandonada de los Bellows y darán con el libro, escrito con sangre, donde Sarah Bellows recopiló sus historias. La pesadilla acaba de empezar.

Incomprensiblemente, la carrera del director noruego André Ovredal aún no ha pegado el salto que se merece tras una de las mejores películas de Found Footage, Trollhunter, y esa joyita de terror ambiental que es The Autopsy Of Jane Doe; Historias de miedo para contar en la oscuridad puede ser su reivindicación porque el trabajo de Ovredal es impecable debido a que genera atmósferas de terror sin necesidad de apoyarse continuamente en los jump scares que infestan el cine de género desde hace demasiados años. La cámara de Ovredal sabe jugar con el fuera de campo, convirtiendo lugares comunes en trampas.

El trabajo de Ovredal tras la cámara esta fuera de toda duda y es sobresaliente, no así el guion de los Hageman basado en el trabajo de Guillermo del Toro ya que al basarse en relatos cortos, a veces de un par de páginas, se sacan de la manga una historia que funcione como pegamento y esta, en ocasiones, resulta demasiado manida teniendo en cuenta que las filias y fobias de Del Toro están presentes desde el primer minuto: terror gótico, la expiación, la familia y el perdón por poner las más llamativas. Pero aunque la historia puede resultar ya conocida para el espectador avezado, hay que reconocer a los Hageman que su historia conectará a la primera con los más jóvenes, gracias a unos personajes proto adolescentes acosados por todo tipo de criaturas.

Y es que en el departamento técnico encontramos los puntos fuertes de Historias de miedo para contar en la oscuridad, la fotografía de Roman Osin es capaz de mezclar el tono crepuscular de una época que termina, la película se desarrolla a finales de los años 60 en una época turbulenta para Estados Unidos, con ese terror que vive en la oscuridad y que, implacable, te llevará consigo. El diseño de las criaturas, un gran trabajo adaptando los diseños de Stephen Gammel, no solo es de quitarse el sombrero sino que cada una tiene entidad propia y deja con ganas de ver más.

El casting de niños es perfecto, siendo la delicada Zoe Margaret Colleti el aglutinador de la historia, bien secundada por Michael Garza, Gabriel Rush y Austin Zajur – quien protagoniza el segmento más terrorífico y que espero pase a los anales de la historia del género – pero sorprende que tengan en el reparto a dos pesos pesados como Dean Norris o Gil Bellows y los desaproveche en papeles de escasa entidad o poca presencia.

Historias de miedo para contar en la oscuridad es una más que entretenida película que huele a franquicia. Si mantiene el alto nivel de esta primera entrega podríamos hablar de una saga de cine terrorífico “familiar” que, aleluya, no trata a los jóvenes espectadores como idiotas.

https://www.terrorweekend.com/2019/08/historias-de-miedo-para-contar-en-la-oscuridad.html
TerrorWeekend
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10 de agosto de 2019
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El público conoce mucho más a Guillermo del Toro que al director de la estupenda “La autopsia de Jane Doe”, así que han utilizado al mejicano para la promoción, aunque solo ejerza labores de producción. El único aspecto en el que aprecio su mano es en el diseño de algunos de los monstruos que hacen de las suyas en este pueblo.
La película sigue la moda nostálgica de niños y fantasía que tanto éxito le ha dado a “Stranger things”. Aunque transcurra en los 60, su argumento y formas me recuerdan mucho más al cine que se hacía en los 80. Supongo que esto seguirá sucediendo en los próximos años. Los éxitos son así.
Pues bien, la he visto sin saber prácticamente nada de ella. Me esperaba un film de terror al uso y no lo es. Sigue el patrón de muertes por turnos, lo que pasa es que la forma de actuar del fantasma se basa en relatos de terror, así que cada víctima tiene una muerte personalizada, de manera parecida a la saga de “Pesadilla en Elm Street”.
Pero no me ha dado miedo ninguno. A pesar del agobio constante en el que viven estos chicos con la maldición, todo lo más me ha dado un poquito de grima la mujer gorda esa, que por su grotesco aspecto recuerda a algún “creepypasta” de internet actual.
Por lo demás, a pesar de que no sea una gran obra de terror ni muchísimo menos, el rollo juvenil y el diseño de monstruos, así como la investigación, la hacen una película simplemente entretenida de género fantástico. Pero poco más. Para estar este director y productor, se podría haber esperado un resultado algo mejor. Es más para disfrutarla en casa que para verla en el cine.
i42poloj
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