Un perdedor con suerte

Un perdedor con suerte es exactamente o que parece, es decir, una comedia romántica con tintes de drama con la que echar la tarde del domingo.
Sin embargo, y aunque no se trata de pedirle milagros al tópico y simplón guión de Amy Heckerling, sí sorprende el hecho de que la película quiera tener tantos focos (la vida universitaria, el triángulo amoroso, las fiestas, las drogas, las amistades traicioneras, etc) y se le vaya tantísimo el ritmo. No se lleva más nota porque el interés es muy irregular y hay ratos que rozan el aburrimiento. Le hubiera venido mucho mejor centrarse solamente en el trío Paul-Dora-Alcott, sobre todo porque Alcott aparece y desaparece sin que sepamos si realmente es importante para la historia, y los problemas financieros de Paul y Dora, siempre temerosos de perder sus becas y tener que dejar la universidad (más actual, imposible).
Afortunadamente, Heckerling encomendó los personajes protagonistas a Jason Biggs y Mena Suvari. Biggs siempre ha dado sensación de ser capaz de mucho más de lo que hace en American Pie, y aquí demuestra una solvencia y una simpatía dignas de mejor causa (algo que tampoco tuvo en su aventura con Woody Allen, Todo lo demás, una de las películas más desastrosas del director de Manhattan). Suvari, por su parte, es un derroche de encanto y simpatía. A saber por qué nunca después ha podido mantener el nivel de aquellos años, con su excelente e icónica presencia en la inolvidable American Beauty a la cabeza.
Para pasar el rato entre algunas cabezadas. Greg Kinnear está estupendo también, como siempre, y la banda sonora, trufada de temas populares, cumple con su función de acompañar las imágenes y sacar una sonrisa a los más jóvenes.
Para pasar el rato y poco más.

Lo mejor: La pareja que forman Biggs y Suvari, muy bien acompañados por Kinnear.
Lo peor: Es pesada... y dura sólo 88 minutos. Mal asunto. Y la realización (atención a los horribles planos del beso de los protagonistas).

La película es una comedia romántica principalmente para adolescente que gira en torno a la vida universitaria. En ella, Paul (Jason Biggs), un chico sencillo, noble e ingenuo de una comarca recondita, va a estudiar a la gran ciudad a la universidad. Alli convivirá con 3 compañeros de piso, despreocupados por su futuro académico y muy interesados,por el contario, por ir de fiesta, divertirse y ligar. Ellos le harán la convicencia difícil, haciendole vacío, ya que Paul no es de su misma condición y expectativas. Paul conocerá a Dora (Mena Suvari) de manera fortuita y poco a poco irá surgiendo una gran amistad y química entre ellos.
Los diálogos son graciosos, verosimiles y reflejan ternuran e ingenuidad en algunos momentos. Los actores realizan unas efectivas y sencillas interpretaciones. Es una película que evoca recuerdos y que nos recuerda que si somos perseverantes y pacientes en el amor podemos llegar a conseguirlo aunque haya otras personas en nuestro camino.
Especial mención merece la escena de los gatos pequeños como crecen desmesuradamente en menos de 20 minutos. Un gazapo en toda regla.

Aseado trabajo actoral, pasable guión, uso y abuso de canciones en la banda sonora, conflictos amorosos de clibre reducido y resultados modestos.

No es un telefilme, pero tampoco nada de gran nivel. Decente.

Algo tendrá que influir el hecho de que tengo una operación de 20 centímetros en el estómago, producto de una vesícula mal cuidada, para que una "teen movie" americana me haya conmovido hasta las lágrimas. En las críticas leídas hace más de diez años, me enteré que esta era la "menos graciosa de todas las películas sin gracia" que se habían realizado hasta el momento (todavía no había surgido Hanna Montana, obviamente). El asunto es que precisamente ahí está la metida de pata, de venderla como comedia, cuando hubiese sido un muy buen film independiente, pero como no es ni lo uno ni lo otro, por eso no pasó a mas. Porque como comedia no da risa, y como drama no deja de tener sus momentos absurdos.

Quitándole los clichés de la mercadotecnia hollywoodense, presente grandes temas de discusión: la responsabilidad de la formación académica, la lucha de clases, la necesidad de pertenencia, la vanalidad de la juventud elitista, las relaciones maesto-alumna llevada un paso más allá, el no caer en la presión social y hasta los abusos producidos por sedantes y por idiotas.

La verdad me gustó mucho, porque no me produjo ni una sonrisa, al contrario, por momentos me dejó un nudo en la garganta, más o menos por donde empiezan los puntos de la intervención quirúrgica mencionada. Tal vez en otro momento no me hubiese producido este efecto, pero la verdad, objetivamente, es una película buena, que le puede enseñar mucho a muchos, aunque ese no sea su objetivo

El título me llamó la atención y me hizo probar a ver. Me sentí identificado. No tanto con lo de tener suerte, pero sí con lo de perdedor (fracasar constantemente en las relaciones sociales y abandonar -expulsado en una escuela privada dirigida por un cacique- en dos de las tres escuelas de arte fumático, dramático, perdón, donde he estado. Me hacen pensar en esa como mi condición). Y me he encontrado con una película no mal realizada, con encanto y con actuaciones solventes. Es cierto que ha quedado un tanto obsoleta (odio a la gente que tiene móvil, dice el personaje de Suvari, imagina que pasaría si pensara eso ahora, XD). Que haya quedado algo anticuada no hace que no sea aprovechable y, mucho menos, mala. Sólo que la recuerdas como pasado, fue mi época juvenil donde trataba de convencer a algún amigo de que viniera conmigo a ver "American Pie" (1999), al cine, y eso me da cierta ternura. Queda como un pequeño fósil personal y como es personal no la tratas con objetividad, aunque nadie es objetivo del todo. Es en suma una película que quizás tenga un título un poco duro para referirse al noble y buenazo personaje de Jason Biggs, que está bien realizada para verla una tarde de sábado y que te trae buenos sentimientos como valores para una vida mejor. Kinnear, está muy bien como maestro repelente y los "amigos" de Jason Biggs acaban como tiene que acabar al ser unos hijos de puta, que lástima que no todos los cerdos mueran, pero en el cine sí, ahí siempre acaba el malo muerto o en la cárcel. Dejando de lado cualquier comparativa con la realidad, diré que es un film estimable para ver. Un 6.