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Una bala para el diablo

Western Un extraño aterroriza a la gente de los asentamientos de una pequeña población, llegando a matar incluso a Fee, el fundador de la ciudad... (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
7 de agosto de 2010
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western crepuscular a todas luces, donde el "héroe" es un hombre débil que lucha contra su propio miedo y su cautelosa "prudencia". Ya estamos lejos del rol clásico, del héroe temerario, aguerrido e infalible con sus pistolas. Blue es un hombre desarmado y cobarde, a quien le salva, finalmente, su honestidad. Estamos cerca del Ransom Sotddart de "El hombre que mató a Liberty Valance", filmada por Ford 5 años antes.

Me parece una película minusvalorada, sobre todo porque está llena de resonancias: el modo en que el invierno y la llegada de la primavera marcan a fuego la película, las solitarias escenas de diciembre, la depresión y el aburrimiento durante los meses de frío, y esas aspas del molino que son como el reloj de las estaciones, atadas en invierno y desatadas con verdadero júbilo al llegar la primavera, llenan la película de un enorme y trágico lirismo. Lo mismo sucede con las ocasionales visitas de los mineros, momentos luminosos en medio de una existencia tediosa y sombría. Kennedy juega magistralmente con las luces y sombras del Oeste, en la línea en que Peckinpah rompería de modo definitivo el romanticismo del Far West.

La película es triste, pero, en su tristeza, puede hacer disfrutar mucho al espectador que no se sitúe ante ella esperando ver un western de acción.
jfreyba
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6 de noviembre de 2012
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de género bien hecho proporciona agradables sorpresas, y el western, el cine de género por excelencia no podía ser menos. Casi tantas lecturas como secuencias, un Henry Fonda que borda sin esfuerzo este tipo de papeles, secuencias imborrables (el que no se ría con la del funcionario que llega para hacer el registro y el censo no tiene sentido del humor) y un compendio de la temática del cine del oeste hacen, entre otras cosas, muy agradable de ver esta película.

También sorprende (¿o quizás no?) econtrar en la dirección a Burt Kennedy, en lo que parece el reverso de películas como "Ladrones de trenes" o "Látigo".

La sorpresa continúa (agradablemente) cuando vemos que la pelíciula está basada en una novela de E.L. Doctorow, autor, entre otras, de la que inspira "Ragtime" de Milos Forman, otra película a reivindicar
Actor_Secundario
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6 de febrero de 2008
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos años más tarde de realizar "Los desbravadores", Burt Kennedy guionista habitual en los westerns de Budd Boetticher vuelve a reclutar a Henry Fonda en sus filas.

"Una bala para el diablo" es un western distinto, el personaje principal, Blue (Henry Fonda), que es un abogado ni siquiera lleva revólver, en un pueblo pequeño pacífico donde no necesitan a nadie para mantener la ley y el orden, luego llega ese forajido (Aldo Ray) que quema todo sin sentido solo contra el pueblo.

La película está llena de escenas pobres, salvo las del principio con ese toque de terror, pero pongo como ejemplo la escena rídicula cuando el indio le golpea en la cabeza a Ezra y a los pocos segundos se levanta como si nada, en definitiva, no me dice nada ni atrapa, solo porque está Henry Fonda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dusty Rivers
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8 de enero de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que, sencillamente, no encajan. “Welcome to Hard Times” (prefiero eludir el título patrio, claramente deudor del peor espagueti western), es una de ellas. Por mucho que trates de introducirla en el molde preconcebido –un western de finales de los sesenta, con todo lo que eso conlleva- las aristas y sutilezas lo impiden. La he visto varias veces, en ocasiones completa, otras a ramalazos consecuencia de sorpresivos pases televisivos. Siempre me ha sorprendido. De un modo y otro, cada visionado descubre un nuevo apunte estilístico o de guion. Primero fue la extrañeza, ese prólogo gótico trasladado al oeste de siempre. Después el primor de su composición y, finalmente, una poesía desgarrada que entronca con la épica de un país en construcción. Resulta impagable, al respecto, la aparición del burócrata con su despacho a lomos de un dudoso semoviente, su afán cansino por dar forma legal a lo que allí sucede. Cada episodio encierra una reflexión y va construyendo el drama íntimo, la catarsis plural.

“Welcome to Hard Times” regala humor y tragedia, un pesimismo mineral, aportado por el paisaje, y una inusitada belleza en sus transiciones. Aquí el tempo estacional, el fluir de las cosas, no es relleno para una cancioncilla pegadiza, sino profundidad. El amigo Burt Kennedy siempre fue mejor escritor que director, pero aquí encontró un aliado literario que densifica sus ligerezas y lo deslavazado de otras aportaciones suyas al género: el viejo E.L. Doctorow, cronista ambiguo de un país que todos amamos y padecemos. Es de esas películas que hoy chirría: se toma sus buenos minutos en contar las anécdotas, en desnaturalizar la epopeya vistiéndola de harapos y polvo. Blue (triste hasta en el nombre) resulta un héroe moderno, la civilización enfrentada a la tiranía del destino y el azar de los disparos.

Todos sus protagonistas tienen dobleces, zonas oscuras de odio y cobardía. Hasta el crío no es un ejemplo de inocencia, sino un saco de pequeños odios. El corifeo de prostitutas, el tendero emprendedor, ese dueño de hotel y el bucólico y alocado Warren Oates, aportan sinceridad y fraude, nostalgia y pena. Que a pesar de las muertes y los fracasos, triunfe un desnortado amor, no despeja el horizonte. Las redenciones son también una pérdida. Más tarde o más temprano nuestro perdido villorrio tendrá otro diablo. Quizás no sea tan apocalíptico como el gran Aldo Ray. Tal vez termine siendo el progreso mismo, la tiranía de la política y los nuevos tiempos y el ferrocarril, los que dividan en dos definitivamente este puñado de casuchas y vidas.
Simsolo
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14 de julio de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Burt Kennedy es, como Sam Peckinpah, uno de los grandes renovadores del "western" USA de la década de los años 60, y esta película es un buen ejemplo de ello, aunque a primera vista es un extrañísimo "western" que a veces parece una versión negra y oscura de "Solo ante el peligro" (High Noon, 1952), de Fred Zinnemann, o una película con pretensiones poéticas sobre la ruina, la desgracia, el fracaso, la soledad, la supervivencia, la venganza y el accidente. Aldo Ray encarna al villano, mientras que Henry Fonda interpreta a un alcalde más bien cobarde, y la bella Janice Rule es el amor del alcalde.

Un ritmo a veces muy lento y otras muy rápido, así como un peculiar sentido de la violencia, junto a una gran galería de actores secundarios, completan los valores de este film, que, aunque no sea perfecto, merece ser descubierto, o revisado.
Pedro Triguero_Lizana
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