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Aristócratas del crimen

Thriller. Acción. Drama Mike (James Caan) y George (Robert Duvall) son dos veteranos asesinos a sueldo a los que la CIA encarga trabajos muy peligrosos. Son amigos, expertos tiradores y los mejores en su profesión. Un accidente los separa durante cierto tiempo, pero el azar hará que se vuelvan a encontrar, aunque esta vez en bandos opuestos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
28 de enero de 2010
37 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el mismo inicio, y para no crear una excepción, el rodaje de “Los aristócratas del crimen” fue una constante lucha entre los productores y el director Sam Peckinpah. Peckinpah tenía la costumbre de construir arte en un ambiente hostil. Lo necesitaba tanto como el alcohol que ingería sin descanso.

“The Killer Elite” debía rodarse en el Inglaterra, tal y como pasaba en el libro homónimo de Robert Rostand (aka Robert Hopkins). Pero tras la contratación de James Caan como Mike Locken, la negativa del actor de rodar fuera de EUA cambió por completo los planes previstos no sólo de localizaciones, sino también de guión. El líder africano exiliado en Inglaterra se transforma de esta manera en un opositor chino de la mano del tercer guionista contratado Stirling Silliphant (aficionado a las artes marciales y casado con una vietnamita (Tiara Alexandra) a la que le da el papel de hija del opositor (Mako).

La traducción a nivel práctico se reduce a que esta película es un galimatías desde el momento en que los chinos entran a escena. Los aspectos satíricos tan característicos en la filmografía de Peckinpah quedan muy soterrados y tampoco las escenas de acción ofrecen un espectáculo como nos tiene acostumbrados el californiano.

“Los aristócratas del crimen” tiene en la primera media hora todas las buenas cualidades que se pueden esperar de una película de Sam Peckinpah. Durante ese espacio de tiempo (momento en que aún no han aparecido los chinos mandarines) podemos apreciar una trama donde se combinan la amistad, la traición y el esfuerzo de superación. Es una parte donde el humor está mucho mejor metido (como la escena en que Duvall y Caan van a relevar a sus compañeros y el primero hace creer a Caan que la mujer con la que pasó la noche tiene una infección vaginal).

La trama se abre poco a poco, mientras vamos conociendo a los personajes. Nos muestran una amistad que luego será traicionada y podemos entender todos los matices que nutren la recuperación de Mike Locken con un único fin.

Hay una descoordinación de guión tan grande que en su curso final de la cinta (en la fascinante localización de la flota Mothball en la bahía de Suisun), ya no sabemos si el director quiere ridiculizar a los ninjas o simplemente forma parte seria de la historia. Existen eso sí, dos pequeños chistes representativos de ese humor socarrón que siempre tenía Peckinpah. Aun así, todo queda diluido, le falta ser más explícito en sus intenciones. Por ello, rodó un final alternativo en el que resucitaba a un personaje muerto. Evidentemente los productores, que tenían en mente “una nueva película de acción de Sam Peckinpah” no aceptaron convertir “Los aristócratas del crimen” en una burla de las convenciones del cine de acción de Hollywood, y ese final alternativo fue descartado.

Nos queda para la historia, una película desenfadada, con una gran media hora inicial y un humor soterrado pero visible para quien lo quiera buscar.
Chagolate con churros
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16 de febrero de 2010
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
En eso que ya jovencito descubres que te gusta Peckinpah y algunas películas suyas que se llaman "Grupo Salvaje", "Perros de paja", "La balada de Cable Hogue" y la muy extraordinaria "Junior Bonner". Y lo que haces es buscar en enciclopedias (cabe recordar que no había entonces Internet y wikipedias y romances) la filmografía de este gran director con el fin de devorarla TODA. Y ves que hay películas suyas de las que no has oído hablar, entre ellas una llamada "The killer elite"...

Total, que cierto domingo por la noche en lugar de quedar con una chica, porque no hay, optas por enésima vez por quedarte a ver (solo, claro) la peli de la segunda cadena de TVE y ves que emiten tachááááán .. la peli de marras :-) :-) :-)

Empieza la peli y el reparto promete: Bo Hopkins, que hace de de cabronazo en "El expreso de medianoche", Gig Young (asesino a sueldo en "Quiero la cabeza de Alfredo García"), Robert Duvall... la cosa tiene buena pinta.

Y al final, ¡zas! Observas que nanay, que la peli es una gansada (tomo la palabra de otra crítica, con permiso), en la que parece que estás viendo un telefilme barato de los 60, con una trama absurda y en algunos momentos delirante.

Y reparas que por mucho Peckinpah que sea, también debió de ganarse los garbanzos en esos años y pasar por el aro de las productoras. ¿Que no? ¿Que subyace una ironía latente en esas luchas con unos ninjas medio gilipollas por ahí? Mí no captarla. Se siente.
esteve
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22 de mayo de 2015
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo que sea una película para tirar a la basura, no se trata de un desatino completo y desde luego, eso lo tengo clarísimo, no toda la culpa de que "Los aristócratas del crimen" sea un largometraje fallido ha de ser de Peckinpah. Desde luego, él es el que la firma, es parte de su filmografía y por lo tanto, es uno de esos tropiezos que los grandes también tienen. Como bien apunta una de las voces que han opinado sobre esta peli, lo mejor es su primera media hora, tres cuartos de hora quizás. Durante esos minutos la cosa promete bastante, con dos protagonistas enfrentados y presumiblemente mucha acción por desatarse.

¿Quién fue el que la lio?; ¿los productores?; ¿la estrella de turno ejerciendo presión?; ¿los miligramos en ascenso de alcohol en vena del director?: el caso es que aparecen los chinos y todo acaba, como si fuera una frontera. La calidad de la película da un bajón porque el guión se vuelve incongruente por momentos, muy equívoco, y el humor que nos es presentado tan brillantemente en su primera parte se vuelve tosco. Y nada hace gracia ya, Peckinpah hace un intento de parodiar el cine de acción de artes marciales y convierte su película en algo muy pesado. Muy feo ese desenlace en el que ya da igual quién traiciona a quién, en el que hay una lucha a espada y a Caan se le ocurre decir que apuesta un dólar por el más alto... Entonces me digo que no, que esto no es bueno y me niego a darle las cinco estrellitas que le iba a conceder en la escala FA, porque por mucho que salgan Robert Duvall, Bo Hopkins y lo firme el gran Sam, la película no es buena.

¿Hace falta decir que este director es uno de los grandes?; ¿hace falta decir que en su filmografía hay grandes películas?; pues sí, al menos para mí es importante señalar que pese a esta peli Peckinpah es un maestro.
Luisito
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26 de febrero de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los aristócratas del crimen es un bodriete perpetrado por Peckinpah y protagonizado por dos actores en la cima de sus carreras. James Caan y Robert Duvall son dos asesinos de élite que acabarán enfrentándose cuando el segundo traicione al primero en una misión. La película tiene un argumento interesante pero el guión es muy farragoso y tiene mucho diálogo innecesario. Hay escenas mal resueltas como la secuencia del aeropuerto y sólo merece la pena el final cuando se produce el tiroteo en el barco abandonado. En aquella época estaba de moda el cine de artes marciales y el filme incluye las inevitables escenas de kárate con ninjas y todo. Los aristócratas del crimen es una de las peores obras de Sam Peckinpah de la que muy poco se puede rescatar. A parte de sus dos conocidos protagonistas destacaría su excelente fotografía, el resto desechable.
Harold Angel
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15 de junio de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No son de la CIA, peor aún... Son de la COMTEG. Peckinpah se pasa al espionaje sin dejar de darle al palique de "la amistad traicionada" y nos alimenta con este "minestrone" de thriller de espionaje y artes marciales.
"Los traidores y los terroristas se cotizan muy alto", le sugiere uno de los superiores de la organización a un rencoroso James Caan que no deja de mostrar en casi toda la película una sonrisa demasiado profident. Éste interpreta a Mike que va a la caza de su antiguo colega George (Robert Duvall) aprovechando una misión en la que los dos se ven involucrados en lados opuestos.
Pero antes Mike es sometido a un eterno proceso de escayolado que lo daría por inútil si no fuese por un proceso de recuperación "in crescendo"con el fin de poder ajustar las cuentas con George practicando la defensa personal, deporte de moda para los más rudos y duros de la profesión. El violento de Sam se deja seducir por la ola de films de acción orientalizados y ya muy lejos queda "The Getaway" y nos ofrece este entretenimiento de exhibición con una escena final muy larga aunque bien localizada (un cementerio de fragatas en desuso) pero entregada a golpes de kung-fú.
Natxo Borràs
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