Infierno bajo las aguas

Extraordinaria película a redescubrir inmediatamente. Desconocida y sin fama alguna "Infierno bajo las aguas" es de esas películas que parece que va a ser un mero entretenimiento y se termina revelando como una película completísima. Vamos, una gozada para el espectador.
"Infierno bajo las aguas" narra las vicisitudes del submarino "Barracuda" en sus enfrentamientos con la flota japonesa por lograr el dominio de las islas del Pacífico. El capitán del submarino lleva a bordo al teniente Ken Braden, al que deberá dejar en una isla llena de japoneses con la misión de fotografiar su libro de claves.
La dura vida de los marineros en el submarino está perfectamente reflejada: la sensación claustrofóbica en todos los pequeños espacios, la ansiedad latente por el desconocimiento de las misiones, los ataques rápidos y certeros en la cubierta, los lentos e inesperados bajo el agua, la angustia por la falta de oxígeno en el fondo del mar. Además, los personajes están muy bien perfilados y extraordinariamente representados. Todos, porque los secundarios lo bordan.
El ritmo de la película es excelente y el montaje casi perfecto. Buena fotografía y notables efectos especiales. Es una película muy bien trabajada. Un gran trabajo de artesano disciplinado y paciente. Gordon Douglas, a base de esfuerzo y tenacidad, consiguió finalmente elaborar un producto de primerísima calidad como esta "Infierno bajo las aguas".

Muy buena película del género bélico, II Guerra Mundial, Guerra EE.UU.-Japón, en concreto del apartado "submarinos". Con excelente fotografía en color.

Un submarino lleva a un teniente, especialista en misiones de sabotaje y alto riesgo (James Garner), hasta una isla pequeña del Pacífico ocupada por los japoneses y donde deberá hacerse con el código secreto de comunicaciones del enemigo.

La película conlleva en todo momento altos grados de tensión, aventura y tener "el corazón en un puño".

De las mejores películas que pueden hallarse sobre submarinos y de las que mejor sabor de boca dejan.

Empieza con unos besos y parece un melodrama encima de las aguas. La cosa mejora mucho bajo el mando de un Capitán O'Brien que tiene una enorme tragedia bajo sus espaldas. Siempre me gustaron las películas de submarinos mas que la de aviones ó simplemente de barcos. La de submarinos da más jugo y hay más posibilidades de que haya más acción y más humanidad. Y si además de acción, humanidad tenemos un descifrador de mensajes en japones la película es de las mejores del género.

Gordon Douglas se caracterizó por ser un cineasta artesano y eficiente con un puñado de títulos excelentes si repasamos su filmografía. “Infierno bajo las aguas” es una película sólida, homogénea y equilibrada, que en los tiempos actuales ya es decir mucho a su favor. Un homenaje nada disimulado a la marina y sus hombres, al clásico cine bélico norteamericano en la variante “de submarinos”, con elementos de cine de espías. Heredero de unos códigos narrativos y visuales bien articulados y siempre ortodoxos. El film navega, nunca mejor dicho, entre las turbias aguas de un clásico relato de aventuras y tensión submarinas, lleno de todas las convenciones de un género, que aunque sobradamente conocido, siempre resulta atractivo: la descripción del funcionamiento de la nave, las maniobras de inmersión, las refriegas bélicas con el lanzamiento de los torpedos, el impacto de las cargas de profundidad, la terrible sensación de claustrofobia y la vida cotidiana dentro del submarino donde es extraño que permitieran fumar como se aprecia en el film.

Después de ser objeto de un intenso entrenamiento, el teniente Kenneth Braden (el inexpresivo James Garner) es elegido por el Servicio Secreto de los marines para desplazarse desde Pearl Harbour en un submarino hasta una remota isla del Pacífico ocupada por los japoneses. A pesar de que la trama gira en torno a una delicada misión secreta y de vital importancia, un tanto arriesgada para descubrir unos códigos, el auténtico eje dramático del relato lo constituye el conflicto interior del personaje protagonista , el capitán Paul Stevenson (Edmond O´Brian), un experimentado marino que se debate entre cumplir las estrictas reglas militares o actuar con pericia e inteligencia en situaciones límites. Intentando mantener el equilibrio entre la responsabilidad de su nave y la tripulación y las inflexibles normas militares que debe cumplir. El trato humano, el heroísmo, la camaradería y el deber, se entrelazan en un relato que utiliza de forma acertada, el “flashback”, rompiendo la estructura lineal narrativa con el film de hacerlo más liviano en su tensión, a la vez que conocemos mejor a los personajes y sus motivos.

El relato adquiere carta de naturaleza en esa angustiante espera mientras el teniente debe cumplir su misión, las 18 horas bajo las aguas con el oxígeno escaso y la cuenta atrás inexorable para abandonar el lugar a la hora señalada. El suspense irrumpe cuando nos planteamos si esperará el capitán a su oficial o cumplirá las reglas si no se presenta a tiempo, independientemente del éxito de la misión, tras conocer el trauma personal que arrastra el responsable de la nave. Mucho más sabiendo que el carácter de ambos oficiales no coinciden a la hora de interpretar las normas militares. Se trata del dilema moral de un oficial que ha perdido el aprecio de su tripulación por ser inflexible, la habilidad narrativa del cineasta nos hace olvidar la violencia de la guerra para asistir a una reflexión sobre las relaciones humanas entre hombres ya que el papel de la mujer queda reducido a poco más que testimonial.

Rodada en sistema panorámico (Warnerscope) posee el atractivo de que se llega a pasar un rato agradable e interesante que no es poco. Filmada con exteriores reales de submarinos en plena mar con la ayuda de la marina estadounidense, y con un reparto conocido, el director Gordon Douglas nos ofrece una historia bélica durante la segunda guerra mundial con los japoneses. Las secuencias dentro del submarino como en el exterior están muy bien filmadas y por lo tanto bastante creíbles.
Tal vez hubiera sido más conveniente que el guión hubiera sido un poco más dilatado, y por lo tanto con un poco más de duración de la película se llegaría a un final menos rápido. Da la sensación de que el final es demasiado apresurado, pues cuando faltan cinco minutos para acabar el film parece imposible que vaya a finalizar.
La versión española (doblaje) es la realizada en Barcelona para el estreno del film es España, con lo cual el clasicismo de esta producción de Warner conserva todo su sabor de entonces, lo cual es de agradecer.