The Company

Neve Campbell idea, produce y protagoniza esta película, en la que nos demuestra lo bien que sabe bailar y lo bonito (a la vez que duro) es el mundo de la danza. Lo que podría haberse convertido en un vehículo de lucimiento para la actriz (en cierta medida lo es) pero Altman consigue hacer un bello ejercicio en el que introduce su cámara en el mundo de la danza, y nos lo muestra con enorme sensibilidad y plasticidad. El hilo conductor es prácticamente inexistente, y los personajes se nos muestran en pequeñas pinceladas. Pero si uno no es muy aficionado al tema, se hace muy difícil conectar con la película. Entre sus hermosas imágenes no hay nada que enganche al espectador medio...con lo que la sensación de aburrimiento va apoderándose de él.

The Company es un trabajo a medio camino entre el melodrama y el (falso) documental, una película que, a pesar de no contar nada nuevo sobre la dura disciplina del ballet, se beneficia de la buena labor de su director (Robert Altman) y de su estrella principal (Neve Campbell), quien de paso demuestra que puede ser algo más que otra de tantas reinas del grito.

Tal y como comenté antes, el argumento de la película no es especialmente novedoso (además de resultar prácticamente esquemático, rompiendo de manera radical con la forma de narración tradicional) y se dedica a remarcar la dureza que reina en el mundo de la danza. Sin embargo, su frescura, el trabajo de Campbell y sus coreografías (buena parte del metraje se dedica a mostrar la belleza inherente a dicho arte) hacen de The Company un trabajo diferente y especialmente recomendable para los amantes del ballet y del cine más estético.

Los ballets son hermosísimos, pero creo que se hecha de menos un hilo argumental.

Bella.

Mágica.

Hipnótica.

Sugerente.

Fascinante.

Espectacular.

The Company es sin duda una película preciosa. Un homenaje maravilloso al mundo del ballet.

Muestra perfectamente cómo se crea una coreografía, cómo se vive desde dentro, cómo evoluciona, cómo se van coordinando los elementos, cómo los bailarines van trabajando y aprendiendo cada paso, cómo se llega al asombroso espectáculo final.

Hay que agradecerle a Robert Altman este regalo para los sentidos, esta declaración de amor a un arte tan minoritario y tan refinado. Y a la protagonista, productora, guionista y principal artífice, Neve Campbell, su pasión por el ballet y su compromiso para acercarlo a nosotros, los profanos, a través del cine.

El problema es que no han sido capaces de articular una historia en torno a las coreografías. Y cuando en el cine falla la historia... para mí falla todo. Lástima.

Los que conozcan lo más popular del trabajo de Robert Altman no se extrañarán de que este film carezca de la rígida estructura narrativa a la que estamos acostumbrados, con sus tres actos y demás.

En esta obra, que me recuerda bastante a algunas películas de Herzog en las que se conjugan magistralmente la narrativa y el documental, nos enteramos de como transcurre la vida de los integrantes de una compañía de danza fuera del escenario.

Entre la muchedumbre de personajes que van y vienen, apenas logramos distinguir el esbozo de un protagonista en el personaje de Loretta Ryan, que tiene algo más de preponderancia que el resto, y de quien nos cuentan alguna que otra cosilla relacionada con su trabajo, su familia y un affair con un cocinero.

Las escenas de danza sirven para aderezar la vaga historia con un espectáculo de luces, colores y movimientos, por si la insulsa historia que nos cuentan se vuelve tediosa. Aunque he de decir que me pareció muy interesante ver las sesiones de práctica de los bailarines. No me había puesto a pensar en lo mucho que se parece la interacción del coreógrafo y los danzarines con la de un director y su actor; siempre tratando de que de lo más profundo del alma surja la chispa que active los músculos correctos y se produzca el movimiento o la actuación que la obra requiera.

Me gustan las artes. Pero nunca me había interesado mucho por la danza. Con esta película se despertó mi curiosidad, y me acerqué mucho más a ese fascinante mundo.

The Company es una obra digna de verse al menos una vez, como será mi caso. Pero hay que verla con una mente abierta, recordando que los artistas del séptimo arte (en este caso Altman), así como los coreógrafos, tiene su única y particular visión y manera de expresarse, no siempre a tono con las modas dominantes.