El hotel de los líos

Nueva película y nueva decepción, donde los hermanos Marx, rozan lo absurdo en la mayoría de las bromas, haciendo muy cansino el verles.

Las bromas, las gracias y piruetas, en esta película por lo menos, llegan a tales extremos que ya no divierten, parecen muchas veces infantiles, o tan absurdas y sin sentido, que hacen que el espectador se aburra y desgane, demostrando una vez más que las mejores películas de humor, son aquellas donde la razón predomina en el guión, y no la irreflexión y la ligereza.

Otro punto en contra de la película, son los escenarios, donde no existen exteriores, todos son interiores modelados, de tal forma, que muchas veces, parece que el espectador, en vez de estar visionando un film, esta viendo una obra de teatro, donde con cada pausa en negro, es una bajada y subida de telón con un nuevo fondo, donde los actores, solo deben actuar e interactuar con los objetos necesarios, pero nunca se acoplan al escenario completo.

Respecto al guión, sí fuera una película de ahora, simplemente la calificaría como “para hacer caja”, aprovechando el tirón y los actores, pero poco más, no tiene nada que alabar.

En fín, es una película demasiado sobrevalorada, por los años y por lo que representa, pero siendo realistas, es una comedia de segundo nivel mediocre, que no hace reír ni al más alegre y optimista.

Room service es la adaptación de una obra teatral de Broadway al irreverente estilo de los Hermanos Marx, y el resultado es una subordinación total a la trama que encorseta los modos marxistas, proclives al exceso de libertad (si es que tal concepto existiera) y al incumplimiento de las normas, incluidas las dramáticas.

No faltan las chispeantes intervenciones de Chico, ni la parlanchina dicacidad de Groucho, ni las muecas hiperbólicas de Harpo. Pero no hay ni rastro de los controvertidos, autónomos e interminables diálogos entre Groucho y Chico. Ni tan siquiera un ápice de las digresiones musicales de Harpo y de Chico, tan inconformistas como incomprendidas.

Se agradece que por una vez se preste algo de atención a la historia en una película de los Marx, prescindiendo de los insípidos números del piano y el arpa, que concedan más protagonismo a algunos de los personajes secundarios y que éstos también resulten cómicos. Y, sin embargo, se echan muchísimo de menos los ingeniosos diálogos de Groucho y las irreverentes locuras de la dupla Chico-Harpo.


Groucho, moroso director de una obra teatral a punto de estrenarse, hablando por teléfono con una actriz a la que desea lanzar al estrellato: "Voy a hacerte una estrella. Y que te quede claro que espero muchísimo de esto: como mínimo la cárcel".

"El amor sólo se presenta una vez en la vida, y luego ya no hay quien se lo quite de encima."

Esta es la primera película que he visto de estos genios de la comedia. ¿Qué decir de ella?
El argumento creo que no es nada del otro mundo, pero los personajes hacen de la película una maravilla. Eso sí, en argumento gana a casi cualquier película del "cine actual" pues actualmente todo lo que sale, con honrosas expceciones, es lo mismo machacado hasta la saciedad.
Harpo hace un gran papel, tiene un personaje bastante entrañable al que cuesta no cogerle cariño. La escena en la que está comiendo es sencillamente magnífica. Cuando está en la cama fingiendo que está enfermo, cuando se hace el muerto, cuando prende fuego al suelo, cuando intenta cazar al pavo... Genial.
Al personaje de Chico no le veo gancho, le falta algo, no sé. Quizás solo sea en esta película, que como he leido en otras críticas no es de las mejores de los Marx.
El personaje de Groucho, magnífico también. Es un pícaro que intenta evitar por todos los medios pagar. Y con míticas frases como "El amor sólo se presenta una vez en la vida, y luego ya no hay quien se lo quite de encima." Genial.
Por último, destacar "la magia" que tenía el cine, en películas como esta. "Magia" inexistente en la actualidad.

Cuando se trabajaba en la producción de “Un día en las carreras”, el productor de la MGM, Irving Thalberg, murió cuando apenas tenía 37 años. Ya había dejado un respetable historial (“EL gran desfile”, “Ben-Hur, “La viuda alegre”, “Gran Hotel “, “Rebelión a bordo”…) en el que nunca quiso que figurara su nombre porque él creía que “la publicidad es algo que debe darse a los demás”. Para los Hermanos Marx (en especial para Groucho), Thalberg era el único genio que existía en Hollywood y siempre le agradecieron que les hubiera producido las, para ellos, sus dos mejores películas: “Una noche en la ópera” y “Un día en las carreras”. Incluso por esos días, Groucho llegó a decir emocionado: “Mi interés por el cine desaparecerá el día que Thalberg se aleje de nuestras vidas”.

Cuando falleció aquel estimado productor, los Marx se sintieron perdidos… pero contra todo, el director Sam Wood, consiguió que “Un día en las carreras” pudiese llegar a buen puerto. Por estos días, la productora RKO, viendo el lío en que se hallaba la MGM, se interesa en llevarse para sus toldas a los exitosos hermanos… y entonces se parte de una obra que había sido un gran éxito en Broadway, “Room Service” de John Murray y Allen Boretz, y se entrega al notable escritor Morrie Ryskind, para que la acomode al estilo de los hermanos Marx.

Vista como tal, la obra me parece estupenda. Es ágil, recursiva, novedosa respecto a lo que ya era común en los comediantes; consigue sostenerse, sin aburrir ni un minuto, en prácticamente un solo set; se ahorra, por primera vez y felizmente, los aburridos segmentos musicales de sus filmes anteriores y logra momentos de mucha creatividad y realmente divertidos.

Pero, y este es un pero no tan pero, se nota que, más que un filme de los Hermanos Marx, este es un filme de Donald McBride quien, como Gregory Wagner el supervisor del hotel, ya había triunfado en los escenarios teatrales, y quien sin duda, se lleva las mayores palmas desde el comienzo hasta el final. Su rol como el riguroso defensor de los intereses del hotel, empeñado en sacar a la tropa de actores que comandan los Hermanos (socios en el filme), y sobre todo a estos, pues ya deben una considerable suma y no han pagado ni un solo peso, da origen a situaciones inolvidables que McBride asume con un magnífico histrionismo.

Después, los Marx optarían por volver a la MGM, pero “EL HOTEL DE LOS LÍOS” queda como una estupenda película, aunque no sea como sus predecesoras, “una película de los Hermanos Marx”, sino una película con ellos como co-protagonistas.

Seis años después (1944), la obra sería filmada de nuevo por Tim Whelan como un musical, con el título “Step Lively”, y con el notable Walter Slezak, como el supervisor del hotel.

Título para Latinoamérica: “SERVICIO DE HOTEL”